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"Rápidos y furiosos 8": la nueva película en fotos - 10

En una vida pasada se llamó Mark Sinclair Vincent, un nombre que a muchos no les dice nada. Luego, en el intento de hacer que el destino soplara a su favor, eligió el mote artístico de Vin Diesel, acaso con la intención de apropiarse de un alias de connotaciones incombustibles, como si insinuara que la gasolina corre por sus venas.

La jugada resultó. Hoy Vin Diesel, con 49 años, se mueve en el olimpo del cine adrenalínico, explosivo y musculoso, en el que los justicieros y antihéroes principales se burlan de la verosimilitud, siempre sobreviven a pesar de la lluvia de balas y planifican sus acciones al límite de la ley bajo la pragmática premisa de "eso es lo que le gusta a la gente".

Quizás este posicionamiento de Vin Diesel hubiera sido inviable sin su presencia en "Rápidos & furiosos", franquicia con más de una aventura imposible sobre ruedas que ya va por su octava entrega (su estreno en las salas locales será este jueves). No parece afectarla la maldición que se cierne sobre algunas sagas que se dilatan hasta extinguirse en la intrascendencia. Al menos el público ha respondido: "Rápidos & furiosos 7", su antecesora, ha recaudado más de mil millones de dólares en taquilla en el mundo. Y sigue sumando.

A UN LADO, METEORO

"Rápidos & furiosos 8" apela nuevamente a una historia mínima: la eterna pulseada entre los buenos y los villanos. Esta vez el rústico y a la vez noble Dominic Toretto (Vin Diesel) será seducido por una misteriosa mujer (Charlize Theron), quien pretenderá que él se aleje de su pareja y de esa hermandad también conocida como la Familia.

Las pretensiones dramáticas en esta franquicia son lo de menos. Nadie espera eso. Lo que importa es que las misiones a contracorriente de cualquier lógica, las chispeantes coreografías, la rudeza canchera de los protagonistas, las maniobras extremas con los autos, la mística del compañerismo y la destreza del montaje y de la sincronización técnica se junten para dar espectáculo. Es la pericia industrial de Hollywood en estado puro.

MÍSTICAS Y TUERCAS

Pero la saga también se ha ido sofisticando, especialmente a partir de la cuarta entrega, hasta llegar a la epopeya de la quinta parte, la cual exhibe unas destrezas físicas y mecánicas dignas de un Buster Keaton o Jackie Chan –los símbolos por antonomasia de las acrobacias y piruetas en el cine– en trance psicotrópico y virtuoso. Aquí el director Justin Lin se consagró en el ejercicio de desafiar la ley de la gravedad a la velocidad de la Fórmula 1.

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