Escena de "La Momia".
Escena de "La Momia".

Con esa mirada en la que cabía la crueldad, el sarcasmo hecho en Inglaterra y la conciencia de que su genialidad lo ubicaba por encima de los demás, Alfred Hitchcock sentenció: "Hay algo más importante que la lógica: la imaginación".

En otras palabras: el realismo cinematográfico puede ser un lastre. Lo presuntamente improbable, invocado con virtuosismo audiovisual, propicia el deleite. Hitchcock hasta lograba que este goce fuera metafísico. En su película "Intriga internacional" (1959), un clásico de la persecución y el absurdo, lo que no tiene lógica sirve para aludir a un sinsentido y angustia existencial.

Salvando las siderales distancias con Hitchcock, desde hace buen tiempo Tom Cruise intenta entretener dignamente con historias que hacen añicos las convenciones de la razón y que ofrecen espectáculos en la pantalla grande que le dan sentido al cine, dicho esto con el debido respeto a la televisión y al streaming. Así Cruise y sus equipos han resucitado una saga tras otra para actualizar referentes del imaginario colectivo del pasado a través de la pirotecnia digital. Tras poner su rostro en las franquicias de "Misión imposible" y "Jack Reacher", ahora es el turno de "La momia".

—A cruzar los dedos—

Pero hay un peligro: es delgado el límite entre la fantasía digna de elogio y la inverosimilitud que es una puerta abierta hacia el ridículo y el humor involuntario. Y el riesgo se potencia si se considera que las ficciones centradas en la momia están plagadas de rituales que bordean el delirio.

En esta versión de "La momia", sin embargo, varios talentos figuran en los créditos, como para no perder las esperanzas. Ahí están las firmas de los duchos guionistas David Koepp y Christopher McQuarrie. Este último también ha dirigido a Cruise en "Misión imposible: nación secreta" (2015) y "Jack Reacher" (2012), además de haber cooperado con el guion de "Al filo del mañana" (2014), la película de la historia que mejor ha asimilado la lógica de un videojuego (aquí el personaje de Cruise muere y revive una y otra vez).

La novedad con "La momia" (2017) es que el ente paranormal que resucita proviene de una mujer (Sofia Boutella). Viva la fórmula: siglos atrás, el destino grandioso de una princesa egipcia fue truncado y ella fue momificada contra su voluntad. El desmadre se desatará cuando este personaje vuelva a moverse con ira por el mundo.

Dirige Alex Kurtzman, toda una incertidumbre. "La momia" es apenas su segundo largometraje (antes estuvo a cargo de la realización de "People Like Us", del 2012, un tópico drama familiar sobre las nuevas oportunidades en la vida). Kurtzman, eso sí, tiene amplia experiencia como productor de un buen número de tanques hollywoodenses, aunque eso no garantiza nada.

También inquieta que "La momia" sea parte de Dark Universe, el espacio de ficción con el que Universal Pictures relanzará a El Hombre Invisible, Frankenstein y otros monstruos entrañables. Ojalá no ocurra lo peor: que la vertiente más impersonal, rutinaria y desganada de las franquicias se imponga, tal como ha venido sucediendo con más de un superhéroe. Espero equivocarme.

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