La cinta "Wonder Woman" permanece en cartelera. (Foto: Difusión)
La cinta "Wonder Woman" permanece en cartelera. (Foto: Difusión)
Sebastián Pimentel

DC Films vuelve con una cinta de superhéroes. Aunque, esta vez, el estudio de Batman y Superman tuvo el acierto de contratar a Patty Jenkins –la realizadora de la premiada “Monster” (2003)– para materializar el proyecto de “La Mujer Maravilla” ("Wonder Woman"). Se trataba de una apuesta arriesgada, teniendo en cuenta que hablamos de la primera superheroína que protagoniza su propia película en los tiempos de la era digital. 

La historia es sencilla. Luego de ser preparada como la heredera del reino de las amazonas guerreras de una isla apartada del mundo, la princesa Diana (Gal Gadot) descubre que un náufrago necesita su ayuda. Se trata de un soldado-espía (Chris Pine) estadounidense de la Primera Guerra Mundial. Él le comenta sobre su misión, que corre el riesgo de fracasar debido a que es perseguido por los alemanes. La princesa lo acompañará al mundo de los hombres para salvar a la humanidad de quien ella cree que es la verdadera amenaza: Ares, el dios de la guerra. 

Pese a parecer opuestas a primera vista, hay varios puntos de contacto entre “Monster”, la primera cinta de Jenkins, y “La Mujer Maravilla” ("Wonder Woman"). Tanto la asesina en serie Aileen Wuornos como la bellísima Diana parecen habitar un mundo al que no pertenecen. Ambas vienen de un lugar en el que no necesitan de los hombres. Pero, sobre todo, luchan por amor. “Monster” es la historia de una mujer que es capaz de todo por su amante y que termina tomando la justicia por sí misma. Algo de eso tiene esta superheroína que, en una especie de versión luminosa y fantástica de una mujer incomprendida, decide combatir el mal en un mundo también muy machista –que aquí es el de la Europa de inicios del siglo XX–. 

Eso sí, no se equivocan aquellos que pretenden ver en “La Mujer Maravilla” una propaganda o revanchismo feminista. Se trata de un ‘blockbuster’ que, en lugar de hacer de la mujer un objeto sexual –como estamos habituados hace tiempo por los productos de Hollywood–, la presenta como una visitante de otra dimensión, muchacha entre ingenua y curiosa. Una que no tiene conciencia de inferioridad. Además de ser fuerte y brillante, la cultura que adquirió en su isla de sabias y guerreras la exime de cualquier amargura o resentimiento –que sería una forma de esclavitud, de complejo mental–. 

Por otro lado, el espectáculo no está reñido con este retrato de una joven libertaria. En ese sentido, es formidable el largo prólogo del filme. Allí asistimos a la preparación espartana de la niña amazona. Su madre (Connie Nilsen) y su tutora (Robin Wright) se disputan la orientación de una peculiar ‘paideia’ que recuerda a la de los antiguos espartanos griegos. Multirracial, y exenta tanto de una forzada masculinización o de una forzada lesbianización, Jenkins construye una utopía social compuesta por mujeres de carácter, valientes y fuertes. 

Los puntos débiles corren por cuenta de los villanos. Si bien el guion reserva unas vueltas de tuerca interesantes hacia el final –que tiran por la borda cualquier lectura maniquea de la historia–, la participación de Elena Anaya –enfundada en una máscara similar a la que usó para “La piel que habito”, del director Pedro Almodóvar– como una científica que prepara armas químicas, está algo desperdiciada. Lo mismo sucede con Danny Huston, el ambicioso general Ludendorff. Son los lados menos logrados de una cinta que, aun así, permite disfrutar de un divertimento sofisticado, evocador de un romanticismo que creíamos perdido. Y que, sobre todo, replantea la forma de ver a la mujer en el cine de Hollywood de una forma tan sutil como inesperada. 

AL DETALLE
Calificación: 3 estrellas de 5
Título original: “Wonder Woman”.
Género: acción, aventura, fantasía. País y año: EE.UU., 2017.
Director: Patty Jenkins.
Actores: Gal Gadot, Chris Pine, Elena Anaya.

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