José Silva

Con el objetivo de recuperar el legado de – reconocido crítico, narrador, poeta y periodista peruano que murió tempranamente a los 41 años de edad—Alejandro Susti viene publicando una serie de interesantes trabajos sobre el autor de “Lima la horrible”.

En esta ocasión, el doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad Johns Hopkins, profesor de la Universidad de Lima, poeta y músico, conversó con “El Comercio” sobre su más reciente publicación titulada “La ciudad como utopía: Artículos periodísticos sobre Lima. 1953-1965” (Fondo Editorial de la Universidad de Lima).

En seis capítulos, el referido texto recoge las crónicas que Salazar Bondy publicó en “El Comercio”, “La Prensa” y la revista “Oiga”, entre otros. Cada artículo del ex integrante del Movimiento Social Progresista retrata su visión de una ciudad inmersa en innumerables problemas que probablemente no hayan encontrado solución con el paso de los años.

Allí radica el valor fundamental de las crónicas publicadas por el ganador del Premio Nacional de Periodismo en 1958: su temporalidad trasciende al siglo XX, y resulta más viva que nunca en un contexto complejo como el actual.

En esta charla, Alejandro Susti cuenta cómo esquematizó su libro y cuánto puede aportarle a los lectores encontrarse con las ideas y propuestas de un autor fundamental como Salazar Bondy. Para los interesados, “La ciudad como utopía” se presentará este sábado 5 de noviembre a las 7 p.m. en el auditorio Antonio Cisneros de la Feria del Libro Ricardo Palma.

-¿Sigue teniendo Lima los mismos problemas de los que escribía Sebastián Salazar Bondy hace poco más de 50 años?

Sí, absolutamente. Lima sigue siendo una ciudad caótica y probablemente lo es más que en la época que vivió Sebastián Salazar Bondy.

-¿Cómo ha estructurado esta recolección de artículos periodísticos que presentará en la Feria?

Empecé a recolectar estos artículos hace dos años atrás. Algunos están en el archivo familiar, pero otros en la Biblioteca Nacional del Perú. Consulté volúmenes de “La Prensa, “El Comercio” y de la revista “Oiga”. Cuando junté los 120 artículos aproximadamente, reconocí en ellos una serie de ejes, de preocupaciones centrales que siempre regresan.

-¿En qué lapso de tiempo se escribieron estos artículos?

Estos artículos están escritos en un periodo de doce años, desde 1953 hasta 1965, que es el año en el que murió Sebastián. Fui reconociendo los ejes y uno de los principales fue la defensa del patrimonio histórico de la ciudad. Por ejemplo, él escribió sobre lo que pasaba entonces con los monumentos históricos en Lima: casonas virreinales, republicanas, plazas, plazuelas, etc.  Hablaba sobre el pasado de la ciudad pero siempre interesado en integrarlo con el presente. Sebastián muchas veces fue acusado de solo mirar al pasado o ser nostálgico, pero la verdad es que nunca lo fue.

-¿De qué otros aspectos escribió Sebastián Salazar Bondy en estos medios de comunicación impresos?

Él también escribió sobre el futuro de la ciudad, relacionado mucho más al plano urbanístico. Por ejemplo, cada vez que se conmemoraba un aniversario más de Lima, Salazar Bondy escribía un artículo donde recreaba su fundación, hablaba quizás del mestizaje, y también sobre el fenómeno de las barriadas, que entonces era reciente. Le preocupa mucho la planificación de la ciudad.

-También aboga por la creación de espacios públicos…

Él parte de la premisa de que el ciudadano limeño no goza de la posibilidad de entrar en contacto con la naturaleza. Dice que las autoridades municipales se han ocupado sistemáticamente de destruir toda área verde, de talar, maltratar y destruir árboles. Por ejemplo, él abogó por la creación de un enorme parque público, una especie de Central Park en los terrenos donde hoy está el Ministerio del Interior. Luego, en la zona donde actualmente está el Hotel Sheraton, propuso crear también un parque.

-¿Qué otras problemáticas sociales tocó en sus crónicas periodísticas?

En algún momento, Salazar Bondy llega a asociar la expansión de la delincuencia con la falta de áreas verdes en la ciudad. Y la cuarta sección de mi libro está dedicada a ese tema: la inseguridad, la mendicidad, el comercio ambulante, la presencia de lustra botas. Él nota que los muchachos peruanos que intentan ganarse la vida lustrando zapatos son expulsados de las cafeterías. Propuso soluciones para incorporarlos, darles la posibilidad de trabajar y que no se conviertan en delincuentes.

-¿Podría decirse que el último capítulo del libro incluye los artículos en los que Sebastián Salazar Bondy desmenuza la personalidad de Lima?

En el último capítulo hay textos muy diversos y vitales. Un texto es titulado “Jironear”, y habla sobre la práctica de los limeños de pasearse por el Jirón de la Unión. Compara ahí cómo es el paseo de entonces con lo que era a comienzos del siglo XX. Cuando uno lee este artículo piensa directamente en Abraham Valdelomar, que vio en el Palais Concert un lugar de reunión muy especial. También hay artículos sobre el Café como un espacio de intercambio de ideas, opiniones y discusión. Es ahí donde los ciudadanos podían reunirse, conversar y expresarse sobre la realidad política del país sin importar el tiempo que inviertan en ella. También hay artículos sobre la violencia que se produce en la época de carnavales, y también sobre el desastre que son las azoteas limeñas.

-Este no es el primer libro que usted publica sobre Sebastián Salazar Bondy. ¿Cuál es su motivación para seguir con este propósito?

El interés principal es recuperar la obra de Sebastián. Vivimos en un país en el que el Estado no apoya el financiamiento de ediciones sobre autores importantes de nuestra literatura. Creo que la figura de Salazar Bondy ha sido un poco olvidada después de su muerte en 1965. Su libro más conocido pero también el peor conocido es “Lima la horrible”. Además de eso, él cultivó la poesía, el teatro y la narración. Como periodista publicó más de 2200 artículos en casi 25 años. Es decir, si murió a los 41 años, esto hace un promedio de tres artículos semanales.

-¿Sobre qué temas giraban las reseñas que firmó en la prensa limeña?

Escribió reseñas sobre los primeros libros de Blanca Varela, Washington Delgado, Carlos Germán Belli, y también sobre escritores como Antonio Cisneros, César Calvo, Javier Heraud. También publica mucha crítica de arte. Dirigió el Instituto de Arte Contemporáneo durante una época. También redactó columnas políticas para el semanario “Libertad”, que era el órgano oficial del Movimiento Social Progresista, al cual él se incorporó a fines de los años 50 a raíz de su viaje a Cuba y de la posibilidad de conocer la revolución, la cual lo entusiasmó.

-¿Cuál era el público objetivo de los artículos escritos por Salazar Bondy y cómo se dirigía a ellos?

Creo que su gran ventaja sobre el resto de los escritores de su generación fue que él estuvo en contacto con el ciudadano de la calle, con el hombre de a pie. Su labor como periodista le permitió eso, dialogar no solo con la clase letrada, sino con una base mucho más ancha. Eso queda demostrado en su sepelio, al que lo acompañaron miles de personas.

-¿Es verdad que “Lima la horrible” no fue un título que él eligió para tan popular libro?

El título lo toma de un poema de César Moro. Hay que decir que dicha obra se editó primero en México en 1964, mientras que en Lima recién sale en diciembre de dicho año. “Lima la horrible” fue llegando de a poquitos a Lima. Y al llegar la gente lo leía mal. Creían que Sebastián quería hacer una crítica avasalladora de la ciudad de entonces. Muchos asociaron el título del texto con la parte estética de la ciudad, en vez de asociarlo con la conducta del limeño, con la viveza criolla. En “Lima la horrible”, Sebastián Salazar Bondy ataca la arcadia colonial. Él está convencido de que la sociedad colonial aún está vigente y de que eso impide que el país se desarrolle. Sebastián estaba a favor de la formación de una clase media más pujante. Me parece que muchos vieron un afán destructivo en dicho libro y creo que no se trata de eso.

--Tal como ocurre con Salazar Bondy, usted también es un hombre con intereses muy diversos, alejado de la especialización en un tema determinado. Sabe sobre música, literatura, y otros temas más. Es una feliz coincidencia.

Si bien es imposible compararme con él, quizás sí siento que tengo en común esa necesidad de reinventarme. Creo que nuestro país necesita activar la cultura y no en el sentido elitista de la palabra. Hay que prestar atención a las manifestaciones populares, a la cultura de masas. No solo pensar que la cultura consiste en la literatura o en la música culta. El Nobel a Bob Dylan es una demostración de que debemos hacer un ‘giro’.  Así que yo investigo sobre música popular, edito libros, escribo poesía. He presentado en la feria un libro de narraciones. Me parece necesario que quienes están en la posibilidad de hacer estas cosas las hagan ahora y no las posterguen. ¿Por qué? Porque el tiempo nos cobra la factura a todos.

En la última Feria Internacional del Libro de Lima usted presentó en calidad de  coautor un texto sobre narrativa fantástica también publicado por el Fondo Editorial de la Universidad de Lima. ¿Qué opina sobre el papel de las editoriales universitarias en la actualidad?

El Fondo Editorial de la Universidad está cada vez más activo. Me parece fundamental que las universidades se dediquen a la edición de investigaciones porque son como ‘puntas de lanza’ en la renovación ya sea tecnológica o humanística del país. Y si disponen de los fondos, pues están en una situación de privilegio. Creo que (aquí) el Estado no asume este papel, mientras que en otros países sí se destinan fondos para publicar obras de escritores nacionales de otras épocas.

Finalmente, las editoriales universitarias pueden terminar siendo un contrapeso a las ‘grandes’ que publican quizás más cultura pop…

Sí, pueden ser una respuesta o quizás complementar lo que hacen las editoriales más abocadas al consumo masivo o ligero si lo quieres ver de ese modo. Creo que existen ambos universos y cada cual debe ocupar el lugar que le corresponde. 

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