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"10", el número de la suerte de Gabriel Alegría - 2
Alonso Almenara

Como trompetista, su sonido es reminiscente del de leyendas del post-bop de la talla de Lee Morgan y Kenny Dorham, aunque su estilo incluye también una curiosa amalgama de efectos neoclásicos, entre los que destaca una evidente predilección por la clase de gruñidos con sordina que solían hacer las delicias de Cootie Williams. Pero como compositor y líder del Sexteto Afroperuano, Gabriel Alegría demuestra una originalidad que sería absurdo intentar catalogar.  

Reconocido a inicios de esta semana como el mejor ensamble de Nueva York en la gala de premios de la revista “Hot House”, el proyecto musical que dirige Alegría tiene una primera línea clásica de trompeta y saxofón, complementada por una sección rítmica compuesta de guitarra, bajo, batería y percusión. Es en este último apartado en el que empieza la magia: la maestría polirrítmica del baterista Hugo Alcázar y la explosiva energía que emana de los toques del percusionista Freddy ‘Huevito’ Lobatón –guapeo y zapateo incluidos– se combinan para sentar las bases de una propuesta en la que el jazz moderno emerge renovado de su encuentro pasional con la música afroperuana.

Los solos de Alegría y de la saxofonista Laura Andrea Leguía, su principal colaboradora, navegan con pericia en este entorno volátil sazonado de inflexiones populares y quiebres inesperados, creando fraseos angulares que se resuelven con elegante claridad armónica.

El trompetista formó el Sexteto Afroperuano en el 2005. A lo largo de su primera década de trabajo, la banda ha publicado cinco álbumes, entre ellos los excelentes "Pucusana" (2010), y “Ciudad de los Reyes” (2013). (Foto: Saponegro Records)

10”, el último disco de la agrupación, es una muestra notable de la cohesión estilística alcanzada por el proyecto. La placa incluye clásicos del jazz como “Caravan”, “My Favorite Things” y “Lonely Woman”, además de temas clásicos de la música peruana como “Contigo Perú”. El verdadero milagro es que la selección suena homogénea. Quizá el momento más representativo del conjunto es un corte en el que Alegría logra entretejer expertamente “Take Five”, el famoso hit de Paul Desmond, con “El cóndor pasa” de Alomía Robles, sin que se noten las costuras. Es así como empieza un nuevo idioma. 

Alma viajera

Nacido en Lima en 1970, Alegría ha dividido su tiempo entre el Perú y Estados Unidos a lo largo de toda su vida. Asistió a la escuela secundaria en Gambier, Ohio, donde su padre, el dramaturgo Alonso Alegría, era profesor visitante en el Kenyon College. Fue en ese contexto que, a los 16 años, Gabriel entró en contacto con el mundo del jazz, luego de que su profesor de música le encargara interpretar, en una versión simplificada para banda escolar, “Round Midnight”, el famoso estándar de Thelonious Monk. 

La curiosidad llevó al trompetista en ciernes a adquirir una grabación del tema interpretado por Miles Davis. Aunque no lo sabía aún, se trataba del registro que, treinta años antes, había iniciado la revolución del hard bop. La diferencia abismal entre las partituras disponibles en su escuela y la forma con la que Davis se había apropiado de la música para canalizar sus propias preocupaciones e inaugurar, en el lapso de seis minutos, un nuevo estilo musical, fue una revelación para el joven intérprete. 

De regreso al Perú, Alegría ingresó al Conservatorio Nacional, donde tuvo la oportunidad de estudiar bajo la tutela del pianista británico Martin Joseph. Joseph era un músico de improvisación libre –un verdadero excéntrico en la Lima de ese entonces– quien se había iniciado en el jazz clásico a fines de los sesenta tocando en Londres con figuras como Buddy Tate y Dexter Gordon, antes de abocarse a la experimentación sonora e iniciar un largo peregrinaje por el mundo como músico nómade. Fue en este curioso personaje, a medio camino entre David Livingstone y Cecil Taylor, en el que recaería la responsabilidad de formar a toda una generación de jazzeros peruanos, entre los que se cuentan, además de Alegría, figuras como Andrés Prado, Hugo Alcázar y José Luis Madueño. 

Pero el regreso del trompetista al Perú no significó únicamente la oportunidad de entrar en contacto con la vanguardia jazzística y con los jóvenes músicos de jazz locales, sino también la posibilidad de empaparse de la vitalidad de la calle, de los sonidos de las peñas, de la polirritmia cajonera. Fue entonces que se dio el flechazo con la vibrante tradición afroperuana. Y hay que decir que razones no le faltaron. 

A diferencia del son cubano, la bossa nova brasileña, y la mayoría de estilos musicales que proceden de la diáspora africana, la música de los afrodescendientes peruanos no se rige por el ritmo de la clave (que divide el compás de 4/4 en dos mitades de 3 y 2 golpes, o viceversa), sino que se basa en un compás más fluido de 12/8. Esta identidad rítmica original, enriquecida por aleaciones tímbricas obtenidas con el uso de instrumentos locales como el cajón, la campana y la quijada, ofrece un estimulante cúmulo de posibilidades para un músico de jazz en busca de un sonido que lo distinga de las exploraciones de sus colegas latinos en la efervescente escena musical norteamericana.  

En la actualidad, el Sexteto Afroperuano es uno de los ensambles de jazz más populares de Nueva York. (Foto: Bex Wade)

Con estas ideas rondándole en la cabeza, Alegría regresó a Estados Unidos para perfeccionar su dominio del jazz. Después de recibir su licenciatura en Kenyon, se trasladó al City College de Nueva York, donde obtuvo una maestría bajo la supervisión del legendario bajista Ron Carter. Viajó luego a Los Ángeles y ahí inició las operaciones del Sexteto Afroperuano, que se reunió por primera vez en el 2005. 

La consolidación

Luego de obtener su doctorado en la Universidad del Sur de California en el 2007, el trompetista lanzó su disco de debut, “Nuevo mundo” (2008), en el que definió el sonido de su ensamble. El objetivo era claro: incorporar el landó, el festejo, la marinera y los ritmos de la música criolla en el idioma moderno del jazz. Al éxito de esa primera placa siguieron los álbumes “Pucusana” (2010), “El secreto del jazz afroperuano” (2012), y “Ciudad de los Reyes” (2013), todos ellos bajo el sello Saponegro.

“10”, el último álbum del sexteto, celebra la primera década de una aventura que ha logrado hacer de la rítmica peruana una nueva tendencia en la escena internacional del jazz. Editado por el sello neoyorkino Zoho Music y elogiado por la revista “DownBeat”, el disco parece señalar un punto de inflexión para Alegría, pues llega en un momento en el que su banda está empezando a cosechar el entusiasta reconocimiento que se merece. Y los peruanos, claro está, no podemos darnos el lujo de dejar pasar la oportunidad de escucharlos. 

Video de presentación del nuevo disco.

Más información:

Lugar: Cocodrilo Verde (Francisco de Paula Camino 226, Miraflores). Día y hora: Viernes 9 de octubre a las 8 p.m. y 11 p.m. Entradas: En Teleticket.

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