Hubo un tiempo en que su abuela Eva solía llamarla “mi muñequita rota”. El motivo desbordaba la predilección por aquella sentida canción que hace más de una década Maria Angélica Ayllón Urbina grabó en su honor: quedar embarazada a los 15 años y perder a su hija de dos meses fue el episodio más doloroso que le tocó enfrentar. De aquella ingenua adolescente queda la mirada, la sonrisa, pero sobre todo la fortaleza necesaria para superar los obstáculos que la vida le imponga.
Con 49 años de carrera, Eva Ayllón, como el mundo la conoce, es una de los mayores referentes de la música peruana. Este 13 de noviembre recibirá nada menos que el Grammy Latino a la Excelencia Musical, pero antes, como cada año, celebrará el Día de la Canción Criolla sobre el escenario. En medio de su agitada agenda, la intérprete se dio tiempo para recordar en esta entrevista los sucesos que la convirtieron en la artista que hoy todos aplauden.
Eva es mucho más que un nombre artístico. Así se llamaba su abuela. ¿Por qué la bautizaron como María Angélica?
La verdad es que cuando yo nazco mi abuela se enloqueció conmigo, siempre me llamaba Eva, evita. Pero cuando yo tenía tres añitos estalla una bronca en mi casa. Era mi abuela y mi mamá que le estaban pegando a mi papá porque se habían enterado que en mi partida de nacimiento yo me llamaba María Angélica. Resulta que ese era el nombre de una ex enamorada de mi papá que vivía en la otra cuadra de donde vivíamos. Eva no figura en mis papeles pero para mí es mi verdadero nombre.
¿Tuvo problemas por ese motivo?
En el colegio me castigaban mucho porque yo era la única María Angélica y cuando llamaban por lista lo hacían por nombre y yo no respondía porque no lo reconocía como mío. Tiempo después, felizmente, la profesora y el director, que me querían un montón porque siempre salía en todas las actuaciones, decidieron llamar a los alumnos por apellido.
Usted fue criada por su abuela casi desde que nació…
Desde los dos meses. Ella me contaba que quería que mis padres disfrutaran de su juventud, de su tranquilidad, de sus noches y todo lo demás. Pero yo nunca volví a bajar al segundo piso donde vivían mis papás. Yo viví siempre en el tercer piso, con mi abuela.
¿Ocurrió lo mismo con su hermana Rosa?
Sí, y también con mi hermano Memo. Aunque él, en realidad es mi primo, pero para mí es mi hermano. Siempre estamos juntos. Yo los terminé de criar a ambos cuando mi abuelita ya no estaba.
¿Desde qué edad empezó a trabajar?
Desde los 10 años. Siempre hice todo lo posible por ayudar a mi viejita. Yo era como una empleada doméstica de medio tiempo. Trabajaba donde una señora que vivía en el mismo piso que nosotros. Salía del colegio y trabajaba de 5 a 8 de la noche. Y si tenía mucha tarea me iba una hora antes. Me acuerdo que ganaba 50 soles mensuales. En esa época esa platita ayudaba.
¿Y cuándo descubre que puede cantar?
Yo nací cantando, fue mi abuela quien me inculcó el amor por la música criolla. Por mis padres aprendí, porque yo los vi cantar y bailar en sus reuniones, el bolero y toda la Sonora Matancera, la salsa de esa época.
¿Siempre soñó con convertirse en artista?
Hubo un tiempo en que quise ser enfermera. Me matricularon, estuve en una academia. Estudié primeros auxilios y cuando ya tenía mi uniforme blanco listo, mi capa azul, bien bonita yo, nos llevaron a un parto al hospital Dos de Mayo, vi la sangre y dije no.
Tiene 49 años de trayectoria, eso significa que inició su carrera a los 14 años.
Pero empecé a cantar desde el colegio, a los ocho años. A los 11 inclusive gané un concurso con Guido Monteverde. Pero me convertí en artista profesional a los 14, con carné y todo.
¿Cuál fue su primera incursión artística?
Como bailarina con las Muñequitas de ébano de “Ritmo en el 4” un programa con Pedrín ‘Chispa’. Éramos seis muñequitas. También estaban las hermanas Márquez, todas rubias. Un día estábamos en un break y por insistencia de las otras chicas empiezo a cantar. Justo en ese momento se asoma Pedrín y me cita en su oficina de la avenida Arenales. Allí me informa que estaba despedida como muñequita, pero que me contrataba como cantante.
¿Recuerda la canción con la que empezó en ese programa?
“Río verde” de Los Iracundos. Desde entonces las Muñequitas de ébano me hacían la coreografía. Cuando el programa llegó a su fin, Pedrín pasó al canal 7 y allí condujo “Los criollos somos así”. Había dos secciones, una donde se cantaba baladas, boleros y la otra de música criolla. Yo empecé con temas de José Feliciano, pero un día alguien de la parte criolla faltó y yo ocupé su lugar. Después, en otro programa, empecé a cantar solo criollo. Pedrín ‘Chispas’ fue mi verdadero descubridor.
Luego vinieron las peñas.
Cuando conozco a Pepe Torres, que se convirtió en mi padrino. Él me llevó a Los mundialistas, de Balconcillo. Cerquita estaba El rinconcito monsefuano. En una trabajaba a la hora del almuerzo, en la otra de noche. Yo iba a todos lados con mi abuelita y mi hermana Rosa. Así trabajé años, en peñas como el Karamanduka, El Huerto de mi amada, La palizada, La jarra de oro y El embrujo.
Fue en una de esas peñas donde hace contacto con Los Kipus.
En el Rincón Monsefuano es donde me encuentro con Genaro Ganoza, director de Los Kipus. De ahí me sacaron cuando tenía 17 años. Grabamos un disco, pero me di cuenta que no podía manejarme dentro de un trío. Yo estaba acostumbrada a cantar a mi manera. Soy norteña por mis padres, pero con ellos necesitaba un swing muy especial. Estuvimos juntos cerca de dos años y medio. Me separé por un año, pero luego volví por un tiempo similar. Fueron alrededor de cinco años con Los Kipus.
Por entonces, ¿quiénes eran sus referentes musicales?
Yo siempre digo que son Chabuca Granda y Mercedes Sosa. Siempre he querido ser como ellas. Amaba la voz de María Obregón, de Verónikha, de Rafael Matallana, Gina Den. Había tantas voces hermosas.
¿Cuándo se convierte en solista?
Con el maestro Enrique Lynch, un pianista argentino. Él me lleva a Sonoradio donde conozco a Mario Cavagnaro, ahí empieza la historia de Eva Ayllón. Con Javier Munayco y Guillermo Ocharán en las guitarras y Julio Vásquez en el cajón. Juntos nos salió de todo.
Desde entonces su carrera ha sido un éxito, tanto que en pocos días será distinguida con el Grammy Latino a la Excelencia.
Estoy tan feliz con mis conciertos que ya me siento reconocida con el solo hecho que el público vaya a verme. Siempre me entrego en el escenario a corazón abierto. El Grammy es un premio que agradezco muchísimo.
¿Dónde estaba cuando le dieron la noticia?
Estábamos en Cuba trabajando un proyecto. Denise –su asistente personal- me despertó para darme esta noticia. Me quedé sorprendida. No es que no me lo merezca. No quiero hacerme la humilde, sucede que no solo me están reconociendo a mí, sino también a nuestras tradiciones, a la música peruana. Y eso no me pertenece, le pertenece al Perú. Además, soy nominada por décima vez, estoy que no cabo en mi pellejo. Cada brillo que yo dé es también el destello de cada lugar donde he cantado. Ya no le pido nada a dios ni a mis santos, solo salud.
Usted es muy devota del Señor de los Milagros. De niña ya usaba el hábito morado.
Mi madre entregó a todos sus hijos al Cristo Moreno. Y yo entregué a al señor a mi hijo Francisco porque él nace con una hernia inguinal y casi a los dos meses se me muere. Si vas a mi casa vas a decir que soy una santera. Tengo la Cruz de Motupe, los arcángeles, la Virgen del Carmen, la Virgen de Regla, la Virgen de Guadalupe, de Lourdes, de Fátima, del Rosario, y así. Además, un altar para mi abuela y mis padres, siempre con su velita para pedirles consejo y ayuda. También tengo las fotos de Chabuca, de Mercede. Toda mi gente amada está ahí.
Estamos próximos a celebrar el día de la canción criolla. ¿Cuál es su diagnóstico para nuestra música?
Nos hacen falta más programas de música criolla. Debemos tener más posibilidades, más difusión. Unirnos todos y cantar, grandes y chicos, viejos y nuevos. Agradezco a Dios por haber nacido en la mejor época de la canción criolla. Pude oír, ver y aprender de los grandes.
¿Qué haría usted para lograr que más peruanos escuchen nuestra música?
Si yo tuviera dinero qué no haría. Lo primero sería abrir una peña porque casi no existen. Antes había hasta caravanas, música en vivo los viernes, restaurantes criollos. Ahora no tenemos nada. Hace falta una ley que obligue a las radios a pasar nuestra música y que antes de cada show internacional se presenten cantantes con lo nuestro. Hay muchachos con voces lindas solo hace falta enseñarles. Hacer que se enamoren de nuestra música.
Más información
“Así de negra”: Teatro Peruano Japonés (Av. Gregorio Escobedo 803, Jesús María). El 30 y 31 de octubre, 8 p.m. Entradas: Teleticket.