Interpol está compuesto por Daniel Kessler, Sam Fogarino y Paul Banks. La banda llega a Lima después de presentarse en el Lollapalooza de Argentina, Chile y Brasil, además del Estéreo Picnic de Colombia. (Foto: AFP)
Interpol está compuesto por Daniel Kessler, Sam Fogarino y Paul Banks. La banda llega a Lima después de presentarse en el Lollapalooza de Argentina, Chile y Brasil, además del Estéreo Picnic de Colombia. (Foto: AFP)

“Recuerdo que en los setenta, cuando la música disco estaba a tope, se decía que el rock había muerto, que no volvería a levantar cabeza, y aquí estamos”. Las palabras de Sam Fogarino pudieron haber sido ese halo de verdad que le faltó a la discusión sucedida hace unas semanas en nuestra capital. La historia es cíclica y siempre se condenará a muerte a un género.

Desde su puesto en la batería de , Fogarino ha visto el panorama completo. Con la banda, pasó del éxito descomunal a inicios de los 2000 –en que se codearon con la sensación que fueron The Strokes– a encontrar un lugar dentro de la música alternativa, una posición que les evita chocar contra los ritmos urbanos. “Hay momentos en los que [algo] deja de estar de moda, y luego otra vez vuelve a serlo. Pero las guitarras nunca desaparecerán”, sentencio a finales del año pasado en una entrevista al portal Mondosonoro.

Tenía razón: la evocación a la nostalgia que está presente en su sonido, evidente heredero del lado más tétrico de Joy Division al que le suman la luz del pop, jamás tendrá pierde. “Creo que siempre hemos tenido algo de eso en nuestro ADN –dice el músico–. Podemos pasar de partes muy animadas a cosas algo más sombrías y oscuras”.

En su último álbum, “Marauder” (2018), hicieron justamente eso: mirar hacia el pasado y volver a transitar sus pasos. Algunos dirían, incluso, que hay guiños a su primer material “Turn on the Brights Lights” (2002). “Hubo un deseo de franqueza, de esa franqueza que tuvimos en los viejos tiempos, con los dos primeros discos. Así que este disco se refleja en los primeros en cuanto al enfoque: grabamos directamente la cinta e hicimos todas las tomas en directo que pudimos, en vez de meter otras cosas”.

—La distancia necesaria—
Interpol –que se presenta esta noche en Domos Art de San Miguel– ha podido con todo, incluso con la distancia. Si bien se originó en Nueva York, desde hace algunos años sus integrantes viven en ciudades distintas. Fogarino pasa su tiempo en Atlanta, Paul Banks en Panamá y Daniel Kessler visita constantemente México. ¿Cómo es vivir tan lejos de tus compañeros de banda? “Cuando vivíamos en Nueva York ensayábamos cuatro días a la semana y, además teníamos trabajos –recuerda Fogarino–. Cuando nuestra carrera avanzó pensé que por qué tenía que estar allí. Todo es más caro. Fui el primero en mudarme y funcionó. Ya no necesitamos estar en el mismo lugar y al mismo tiempo. En la época de ‘El pintor’ [2015] iba cada dos semanas hasta que lo terminamos. He repetido esa fórmula”.

Pero la distancia también repercute en la música. La revista “Esquire” le preguntó a Banks, bajista y líder de la banda, si consideraba que la vida neoyorquina influía en las composiciones del grupo. Él respondió: “Siento a Interpol como parte de la estética compleja que tiene la ciudad, y nos influye en la medida en que la respiras y no te das cuenta. El sonido neoyorquino tiene muchas definiciones y espero que una de ellas tenga que ver con nosotros”. Quizá, para no perder su identidad, aquella que los hizo tan populares, fue que llenaron su “Marauder” con tanta nostalgia.

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