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Voz Propia, el relato coral de una banda de culto - 11
Dante Trujillo

Esta noche celebra 30 años sobre los escenarios. A continuación, el relato coral de esta banda de culto, desde la eclosión subte hasta nuestros días. Una épica del rock en el Perú.

LOS ORÍGENES

Ulises Quiroz (batería en Voz Propia. Arquitecto y pintor): Estuve como casi todos los estudiantes esa noche, la Richi recién se había mudado a su nuevo campus al final de la Benavides. Eran unos edificios medio acuartelados, y entre ellos se montó un escenario de look contestatario, con aplicaciones de pintura, madera, cables, etc. Ya se hablaba del rock subterráneo en el ambiente. Y la performance de Narcosis fue fortísima.

Miguel Ángel Vidal (voz y bajo de VP. Museólogo): Al inicios de los ochenta no había una escena rockera alternativa propiamente dicha. Yo escuchaba rock clásico, pero con un pata (el legendario Matute) conocí bandas punks. Él tenía de todo, cosas que no se conseguían en ninguna parte. Conocía The Clash, Pistols, Bowie. Pero lo que pasó en julio del 85’ fue increíble. Vi a Narcosis en la universidad y realmente me impactó. Wicho García quemó un muñeco del Papa Juan Pablo II que había hecho Herbert Rodríguez en el escenario. Ahí me decidí: yo también quería tener una banda de rock contestataria.

Vidal: Creo que la primera etapa tuvo la magia de la gestación, y que a fines del 85’ y el 86’ se consolidó, pues aparecieron más bandas y los conciertos se autoproducían. De hecho, nos sentíamos parte de algo.

Quiroz: Voz Propia apareció como un camino que se abrió de golpe, como un ¿vas o no vas? Al poco tiempo un amigo me habló de un pata que estaba formando una banda en la facultad. ¿Quién? “El que siempre se viste de negro” ¡Ah!, dije yo: ¡Peter Punk! Así identificaba a Miguel Ángel, todo un personaje, con su corte de pelo “postpunk”, así, paradito acá. Luego coincidimos y quedamos para ensayar.

Vidal: No estábamos juntos, pero Ulises, Nilo y yo estudiábamos Arquitectura en la Richi. Y el tecladista, César Cornejo, que terminó de artista en Japón. Boui era varios años menor, tenía solo 17, y estudiaba en la de Lima, con Ximena. A él lo conocí en setiembre de ese año, en un concierto en el Rímac.

Quiroz: Yo andaba en otra, veía la nota de lejos pero con curiosidad musical, estaba enojado por no haber podido continuar haciendo música. Estaba aprendiendo a tocar batería. Había tenido un grupo desde el colegio y estaba entusiasmado. Nació el 83’ en mi barrio, la Unidad Vecinal de Matute.

Raúl Montañez, “Montaña” (guitarrista de VP): Yo tocaba con Leusemia y conocí a Miguel Ángel el 85’: él iba a los conciertos como espectador de los conciertos que dábamos. Él iba siempre con Boui, Carlos Magan. Ellos eran de los que se quedaban y nos hicimos amigos. Cuando paró Leusemia, entré un año a Ataque Frontal y de ahí, ya en el 86’, integré Voz Propia.

Martín Roldan Ruiz (escritor): Voz Propia pertenece a la segunda hornada de bandas subtes, las que continuaron el legado de Leusemia, Narcosis, Zcuela Crrada, Guerrilla Urbana. 

Quiroz: Miguel Ángel me hizo escuchar un casete con ideas, tomas de 20 segundos, fraseos, guitarreadas, una pandereta tocada con violencia como percusión (“Asumare”, pensé). Sentí que le podía aportar algo aunque no era el tipo de banda que alucinaba. Pero había algo que me enviaba directo a cranear en la propuesta. Era seguir o dejarlo. Me la jugué y continué. La banda era como una hermandad sin diferencias: Miguel Ángel era de Lince, yo de la Victoria, Montaña del Rímac, Boui de Chosica.

Vidal: Yo tocaba más fuerte, Nilo era el melódico. De hecho, él era como una especie de director musical. Me enseñó a cantar, a respirar, a entrar a tiempo. La verdad es los demás no teníamos idea de nada, solo ganas.

Nilo Velarde (primer guitarrista de VP. Director académico del Conservatorio Nacional de Música): El 87’ fue muy bacán, nos salieron muchas tocadas. Grabé el bajo del primer disco pero luego me fui, porque no se concretaban más cosas, y yo quería dedicarme de lleno a la música. Cuando estuvo listo El ingreso, Miguel Ángel me vino a buscar para decirme que le faltaba una canción. Yo había escrito “No sigo el aire”, y la grabé en un equipito de doble casetera que me había regalado mi papá: primero un organito Casio, luego le metía la base rítmica, luego la voz… tan artesanal que da ternura. 

Roldán Ruiz: Aparecieron con un estilo musical más elaborado, dentro de los sonidos del llamado postpunk, cercanos a la “música oscura”, al dark, aunque en realidad no era algo tan nuevo, porque ese estilo ya había sido recorrido por grupos como Feudales o Salón Dadá.

Oswaldo Rocha (bajo en Lima 13): El estilo postpunk de Voz Propia era algo diferente a los grupos de punk, hardcore o metal. No se acomodaba a la moda.

Quiroz: No teníamos instrumentos. No tenía batería: tocaba así, palmoteándome las piernas.

Vidal: Yo tocaba con una guitarra de palo que alguien se había choreado de no sé dónde.

Montaña: Recuerda que en ese momento el país estaba moral y económicamente quebrado. En los conciertos no había amplificadores, una guitarra eléctrica tenía que ser compartida por 15 grupos, lo mismo que los efectos, los bajos, todo sobreviviente de los setenta. No había salas de ensayos, no teníamos idea de si había estudios de grabación. Luego grabamos en uno que quedaba en Wilson con Colmena la primera parte de El ingreso.

Ximena Santillana (coros en VP. Artista): Llegué con Boui y nos reconocimos inmediatamente... La música y las ganas de decir… Y así, me quedé con ellos y con su inmensa ilusión en la banda. Recuerdo la tarde del primer ensayo con instrumentos. El colchón en la puerta que de nada sirvió: el sonido de Nilo en la guitarra, la voz de Miguel Ángel, Ulises repitiéndome una y otra vez los coros, y Boui con toda su intensidad y sentido del humor...

Vidal: En junio del 86’ dimos nuestro primer concierto, en una vaina que consiguió Boui en la de Lima: un festival llamado Comunicarte. Y en octubre grabamos “Espejo quebrado” con Miki González. La idea era ligar con una disquera extranjera, cosa que, claro, no se dio. Por cierto, nunca nos llamamos “Vox” Propia, no sé de dónde salió eso, creo que alguien se hueveó y lo asoció a Ultravox. Nosotros lo que queríamos era sonar distintos al resto, desde el nombre: algo menos escatológico, menos agresivo. Con “nuestra voz”.

Quiroz: Lo de Miki era para la CBS, pero lo nuestro les pareció muy oscuro.

NO HELDEN

Quiroz: Voz Propia encontró su camino con un arduo trabajo de composición, donde se craneaban detalles, tambores, teclados, guitarra en punteo, otra vez tambores, etc. Creo que esa forma lúgubre y oscura de componer, sumado a la voz y textos de Miguel Ángel —otro de los puntos fuertes de la banda— fue lo que le dio más su fuerza interpretativa, algo de maquillaje sonoro y mucha mística. Actitud.

Franklin Jáuregui (director de la revista Esquina): Conocí a Miguel Ángel poco antes del Primer Concurso Nacional de Rock No Profesional, que organizaron Esquina y Tallerock en la discoteca No Helden en marzo de 1987. Y desde que lo vi en escena junto a los demás integrantes de Voz Propia, supe que estaba frente a una de las mejores y más originales bandas que ha dado el rock subterráneo en el Perú.

Santillana: La primera vez que nos presentamos fue en el No Helden, la noche fue mágica.

Por mi inseguridad me ponía detrás del parlante, pero ahí tenía a los chicos que me animaban a seguir con los coros.

Gonzalo Farfán (Voz y guitarra en G3, Inyectores): Fue sorprendente ver la cantidad de bandas que participaron dos años después de la explosión de la movida subterránea. Fueron más de 250, algunas muy buenas.

Jáuregui: Su música dulcemente depresiva en paralelo con sus letras combativas me cautivaron desde un inicio, y puedo afirmar que su primer puesto en ese histórico concurso (que contó con la participación de 120 grupos de rock venidos desde todo el Perú), fue totalmente justo, a pesar de algunos cuestionamientos al cambio de músicos durante la competencia.

Montaña: Yo llegué al concurso con una banda del Rímac, de mi barrio, llamada la Resistencia. Pero no pasó, y entonces fue cuando me llamaron para sumarme a Voz Propia, que sigue en las etapas hasta ganar. Y con todo y las paradas, sigo desde entonces.

Quiroz: Teníamos problemas con la formación de la banda, empezamos con Fernando Chirinos y Johnny Chiappe, y acabamos el concurso con Montaña y Wicho García. Fue una bonita experiencia. La gente esperaba las presentaciones de Voz Propia y dimos la talla y pudimos hacernos del primer premio al lado de bandazas como Orgus y QEPD Carreño.

Farfán: La final fue apoteósica, en el Campo de Marte. El público aún estaba dividido entre punks y metaleros, y los cinco que quedamos en la final fuimos Voz Propia, G3, Orgus, QEPD Carreño y Diario. Cinco estilos muy diferentes que marcaron también las tendencias de la escena a partir de ese momento.

Montaña: En las bases ponían que habría instrumentos nuevos para los ganadores, pasajes al Cusco, videoclips y la grabación de un disco con una disquera grande. Nos dieron un bajo usado, y apenas grabamos unas cuantas canciones profesionalmente (el lado A de lo que sería No puedo irme)

LOS OCHENTA

Cecilia Medo (periodista, profesora de inglés): En medio de esa desolación, de ese estado de depresión terminal, Lima empezó a llenarse también de sonidos acordes con esos tiempos de muerte y soledad. Y Voz Propia fue el sonido de esa Lima. Crearon una banda sonora “made in Lima” para esos limeños.

Quiroz: En esa época era difícil sostener los estudios, y tener que pedirle al viejo para pagar el mes era jodido. Mi viejo era obrero y todo era muy luchado. Me daba perfecta cuenta del esfuerzo de mis padres y solo pensaba en estudiar, pero la pasión siempre podía más. No era muy buen estudiante, no sociabilizaba, mis camaradas eran igual que yo, no íbamos a ningún lado. Y yo sin dejar de pensar en la banda que quería tener.

Vidal (de una entrevista en Caretas, febrero de 1988): La idea es llegar a un público masivo, quedarse en lo subterráneo sería un elitismo.

Jaime Bedoya (periodista): A un nivel masivo llegan Autocontrol, los Hombres G…

Vidal: Claro, y Río, que es 100% comercial, dañino. Además de ser musicalmente mediocres. La variación está en el mensaje: el nuestro sería simplemente tomar conciencia de uno mismo y de los demás. Y hacerlo no de una manera complaciente. El de ellos es alienante.

Bedoya: El público está feliz en un concierto alienante.

Vidal: Es una felicidad falsa, una ilusión.

Bedoya: ¿No existe el derecho a la ilusión?

Vidal: No.

Quiroz: Yo era un escéptico de cualquier rollo político, un ignorante en muchos aspectos. Era un joven que quería salir adelante como sea, enfocado en mis estudios y todo eso, pero cuando la música se unió a toda esa expresión cultural y política me di cuenta de que estaba en el camino correcto y no solo era música, había poesía, pintura, el arte total.

Vidal: Yo pensaba mucho, en todo, todo el tiempo. Boui era el espontáneo. Era anarquista, pero ese no era mi rollo.

Montaña: Yo soy un poco mayor que ellos, y siento que mi generación refundó la escena. Los grupos que había tocaban covers y música en inglés. Nosotros queríamos decir cosas, lo que pensábamos y sentíamos, como los argentinos, los mexicanos. Queríamos ser cronistas de los que estábamos viviendo.

Cecilia Medo: Las letras fueron la voz de esa generación que se quedó bastante sola y, lo que es peor, desolada; porque en esos tiempos la pitucona Marca Perú, el triunfalismo de los Gastones y la magia de Machu Picchu, maravilla del mundo moderno, el facilismo del internet y la falsa prosperidad de las tarjetas de crédito —¡para todo el mundo, oiga usted!—,no existían. Porque el Perú entonces no estaba de moda.

Ricardo Ayala, “el Anti” (videasta): El verano de 1987 lo pasé encerrado, nunca fui a la playa y toda mi ropa era de color negro. Solo la noche me animaba a salir, cogía unos tres casetes, pilas para el walkman y a caminar sin rumbo. Fue una de esas noches cuando puse por primera vez algo de Voz Propia, y la sensación fue la de sentir que no estaba solo en el velorio.

Voz Propia (tomado de un volante): “Por qué limitarte y castrar tu verdadera personalidad, por qué el miedo a ser tú mismo y crecer. Estamos en 1988, más de 30 años de rock and roll, y estamos cansados de escuchar siempre los mismos calificativos y estereotipos frívolos, alienantes y reaccionarios que limitan la personalidad de cada individuo, el culto a la idiotez, a la ignorancia”.

Rocha: Considero que lo mejor que pudo haberle pasado a la música de ese tiempo —y sin temor a equivocarme, hasta ahora— fue lo que se llamó movimiento subterráneo. Aunque anárquico, desordenado y sin mucho liderazgo, la inmensa necesidad de exponer posiciones, tratar de comunicarnos, manifestar un determinado pensamiento, fue algo necesario.

El Anti: Era El ingreso. Le di mil vueltas a la maqueta: la primera canción del lado A y la última del lado B eran de una soberbia hermosura, las más sombrías, existenciales y crueles de todo lo que había escuchado hasta ese momento de rock en español.

Santillana: Era increíble ver cómo iba creciendo toda la movida. Existía una solidaridad especial entre todos.

Farfán: Creo que todas las bandas tomamos la música como un elemento de expresión para el momento que nos había tocado vivir, entre dos fuegos, una ciudad y país sin reglas, sin un destino claro, caótico. En la escena no existían recursos, ni equipos, ni infraestructura. Sin embargo, eso no menoscabó las ganas de una generación en la que bulleron la creatividad y las ganas de protestar contra manifestaciones erradas de la sociedad en la que nos tocó crecer como adolescentes y jóvenes.

Rocha: ¿Te imaginas ahora empezar un concierto mucho más temprano porque a partir de la medianoche va a haber toque de queda? Y si terminaba muy tarde tenías que regresarte, bajo tu propio riesgo, a pie a tu casa, mismo comando, mirando si no había alguna tanqueta del ejército o soldados que te pudieran detener. Fueron tiempos muy intensos.

Rocha: Vivíamos tiempos muy difíciles, mucha violencia en todo sentido. La psicosis estaba muy extendida en nuestra sociedad, el miedo, los cortes de luz, los toques de queda, la escasez de todo fueron el marco social de la época en la que nos tocó empezar a hacer música. Era algo heroico, pues literalmente no había nada. Pero al mismo tiempo las ganas, el entusiasmo por tocar, la rabia, hacían que cada concierto fuera algo especial. Todo era nuevo, espontáneo.

Roldán Ruiz: Los de VP tenían mucho compromiso en el contenido político de sus composiciones.

El Anti: Su segundo casete, No puedo irme, me pareció mejor aun, todas las canciones eran como para sonorizar la desazón de la vida cotidiana de esos años.

Roldán Ruiz: Los de Voz Propia se levantan contra todas las bandas que no tomaban en serio el compromiso. Criticaban a todos. A unos por pensar que era un vacilón de fin de semana, sin nada de crítica frente a las injusticias o a lo que estaba sucediendo en el país. O a los supuestos radicalones, que creían que si gramputeaban a todo el mundo ya estaban forjando un cambio. A los poseros, a los que pensaban que formar una banda era solo eso y no ir más allá musicalmente.

Roldán Ruiz: Más que disidentes, creo que eran la antítesis necesaria dentro del movimiento.

Montaña: Al principio no existían chicas, creo que se asustaban. Pero el rock siempre ha estado rodeado de prejuicios. Y la verdad es que ya había de todo, y vimos a muchos caer, pero éramos medio zanahorias. Sí tomábamos.

Santillana: Habían pocas chicas en las bandas, pero habían, y si no tocaban estaban apoyando con su presencia, su rebeldía y su poesía. Yo entonces era la chica de Boui.

LA FERIA DEL HOGAR

Jáuregui: Luego vendría el penoso tema de la Feria del Hogar en el 2008.

Fabiola Bazo (economista y profesora de Estudios latinoamericanos en Simon Fraser University. Editora del webzine Subterock. Los textos citados pertenecen al libro Desborde subterráneo: evolución de una contracultura juvenil en tiempos violentos: 1980-1992, que será publicado en febrero próximo): Antes de empezar a cantar, Miguel Ángel exclamó: “Soy una puta, un drogo, un homosexual, soy nadie, pero tú eres lo más repugnante que existe: eres un burgués”.

Quiroz: El concierto de la Feria lo asumimos ya con el grupo establecido (Miguel Ángel, Montaña, Boui y yo), más un tecladista invitado. El rollo lo armamos en una conversa tomando café en Lince, y hablamos de la posibilidad de hacer algo en el concierto. La banda desde el inicio armaba secuencias donde Boui decía unos versos o se entregaban volantes.

Roldán Ruiz: Repartían volantes en sus conciertos, donde llamaban a despertar a la realidad, a asumir la vida de manera creativa, con compromiso.

Bazo Con lo que no contaban fue que el 28 de julio, dos días antes del concierto, el presidente Alan García anunciaría una línea más dura para contraatacar la subversión. Un proyecto de ley que consideraba ilegal pertenecer a un grupo subversivo, poseer armas de fuego, explosivos o literatura subversiva.

Jáuregui: Logramos convencer a la gerencia de la Feria para presentar a los mejores grupos subterráneos, y tener seis fechas en el auditorio de Rock Nacional.

Vidal: En el cartel del auditorio figurábamos al lado de Cardenales, entre una presentación de Hola, Yola Mini Super Stars y otra de Susana Baca. Nadie hizo la de Alice Cooper, no maté a la paloma. Boui llegó con una sacrificada del Mercado Central.

Quiroz: A mí se me ocurrió la metáfora de la “paz muerta”, pero solo se hizo efectiva una noche antes cuando dos chibolos que cuidaban autos cerca de donde vivía Boui, se encontraron una paloma blanca muerta. Estábamos hartos de ver a Alan García con sus palomas en los mítines. Yo también hice una reproducción de la cara del Che de metro y medio y Boui se apareció con la bandera de Estados Unidos hecha en papel lustre.

Bazo: El concierto prosiguió. VP interpretó finalmente “Hacia las cárceles” [dedicado a la matanza de El Frontón: “Han gritado toda una noche/ Han matado hasta hartarse/ Todos esos pasos rompieron rostros/ Hoy apuntaron hacia las cárceles”]. Durante la interpretación, Miguel Ángel lanzó la paloma muerta, una típica imagen aprista, ante al público, pronunciando: “Esta es la paz que existe aquí”.

Bazo: Antes de cantar “Te voy a exterminar”, Miguel Ángel desplegó la bandera de Estados Unidos y exclamó: “lo que ven representa al poder imperialista norteamericano en América Latina”. Colocó la bandera en el piso y entonó el tema parado sobre ella. Al terminar la canción la despedazó ante la mirada atónita de la audiencia.

Jáuregui: Luego de tres exitosas fechas, en la cuarta los VP tiraron una paloma muerta y unos volantes desde el escenario, y trataron de pisotear una bandera gringa, lo que lógicamente causó el corte de su presentación y la cancelación de las dos últimas fechas subtes.

Roldán Ruiz: Franklin Jáuregui había llevado a uno de los accionistas de la Feria para que viera a VP y pueda invertir en la banda. Discos, conciertos, qué sé yo. Y resulta que en pleno concierto Miguel Ángel quemó una bandera de Estados Unidos, ¡y este accionista era gringo! Desistió de cualquier apoyo. El resultado fue que Jáuregui les reclamó después del concierto y se mandaron a la mierda mutuamente.

Jáuregui: Indudablemente este acto irresponsable me molestó (teníamos un acuerdo con las 12 bandas de no incitar la violencia). Primero, porque tuve que enfrentarme a los directivos de la Feria, para que no presenten cargos contra Miguel Ángel y compañía; y segundo, porque se nos cerraron las puertas de un espacio importante para difundir la movida.

Rocha: Era una forma de opinar y dejar clara una posición. En general todo era muy caótico en esa época. Nosotros no lo hubiéramos hecho.

Montaña: Vivíamos una guerra interna, y Lima miraba hacia afuera. Queríamos aprovechar un auditorio de tres mil, cuatro mil personas, para informar lo que los medios no. La gente decía: “Si han matado a ese cholo, será porque es terruco”.También era una especie de burla al APRA.

Roldán Ruiz: A mí me llegó porque luego no pudo tocar Eutanasia. Pero era su forma de mandar un mensaje, sin importar en las consecuencias. Creo que eso era la esencia del subte.

Quiroz: Llegamos a aventar un puñado de panfletos y salimos entre una manchaza de gente vestida de negro que nos seguía adonde fuéramos. De ahí nos dispersamos y dejamos que la ola pasase. Nos alejarnos un tiempo para preparar el nuevo disco, No puedo irme.

Bazo: La banda salió del auditorio caminando y se enrumbó a un bar de la Feria “a festejar”. Miembros de Cardenales que se habían quedado a ver el concierto fueron detenidos después del incidente, llevados a la caseta de seguridad para ser interrogados y liberados posteriormente, cuando se percataron de que no se trataba de los integrantes de VP.

Revista Esquina (edición siete, 1988): “Ni una sola de las 10 bandas que se presentaron defraudó”, pero “la impertinencia de las estrellitas” de VP “la cagó”.

Vidal (citado en el libro de Bazo): Luego del concierto no solo Franklin estaba furioso conmigo, y con razón, sino también otros subtes, porque según ellos la banda les había quitado protagonismo. Eso sí fue lamentable y dejé de hablarles a varios de ellos, pues recién luego de unos días se supo que el evento había sido cancelado y que la Dircote preguntaba por nosotros. Sin embargo, me siento satisfecho de haber podido mandar a la mierda a toda la chusma frívola de la sociedad y decir lo que pensaba, aunque sea una vez.

Bazo: La presentación, aunque podría ser considerada consistente con el ethos subte, no fue uniformemente bien recibida. Unos los acusaron de “figuretismo” y otros les echaron en cara que profundizaran las divisiones existentes y sabotearan la movida subte al cortar las alas de las bandas interesadas en entrar al mercado comercial.

Quiroz: Cuando llegué a mi casa después de todo el chongo, mi viejo —con quien me había distanciado un poco porque yo pensaba dejar la universidad para ser músico— me preguntó por qué habíamos pisoteado la bandera de Estados Unidos. Y era que había ido, caleta, y además había grabado todo con un walkman. Hablamos mucho, me entendió, y desde ahí nos reencontramos, nos hicimos amigos.

Vidal: Tampoco es que nos llevaron a la Dircote, como algunos dicen. Es más, unos meses después me encontré con el gringo en una bodega de Miraflores. Me dijo que le había encantado el concierto.

El Anti: Los vi luego en algunos conciertos más de esa década, tocaban bastante y en todas las condiciones, en locales chiquitos con equipos que solo hacían bulla hasta otros grandes, como el teatro Segura. Nunca conocí personalmente a ninguno de los integrantes pero no sé si hacía falta. A fines de los ochenta salió su tercer casete y la banda desapareció, pero dejo tres casetes como para que los recuerden y extrañen.

Vidal: Creo que es natural que los miembros de las bandas de Lima, donde no hay dinero de por medio, se vayan ya sea por estudios, trabajo, etc. Y eso es lo que nos pasó, muchos de ellos retornaban, siempre hubo aves de paso (en el buen sentido de la palabra) y los integrantes con derecho, por llamarlos así. No eran grandes peleas, pero sí habían discusiones y una que otra bronca, pero nada fatal.

LOS NOVENTA

Quiroz: Las relaciones de camaradas a veces se desgastan, los caminos se cruzan. Yo me ponía a pintar o hacer lo mío. Creo que de esas paradas ha habido tres bien largas. La primera fue después del lío del disco Hastío, del 93’, donde la banda se mandó al diablo la noche antes de la presentación del casete en Magia.

Montaña: Si bien no nos presentábamos como banda, y cada uno empezó proyectos por su cuenta, sí nos reuníamos de vez en cuando para tocar. Por ejemplo, a principios de los noventa le presenté a Miguel Ángel la canción “Los días y las sombras”, música y letra, aunque él la cambió después.

Quiroz: Sabía que Raúl y Miguel Ángel estaban buscando la manera revivir la banda. Dos veces me había negado y caí enfermo. Recuerdo que esas tardes en cama escuchaba mis casetes y de pronto comencé a escuchar más y más a VP. Y me entró la nostalgia. Cuando me paro, salgo a latear por Lima y me cruzo con ellos en pleno Quilca. A ellos les habían propuesto volver en una discoteca de San Borja. Yo acepté pero les propuse regresar en un lugar más representativo. Por la noche armé la idea del concierto de vuelta: y me mandé a producir el Cine Balta el 1 de junio del 95’.

Vidal: El concierto del Balta marcó el retorno de la banda, teníamos además un nuevo disco que presentar (Los días y las sombras). Pero la grabación no salió como debía, y el disco se vio postergado, salió dos años después. Pero el concierto fue emotivo y esperado, una gran noche.

Quiroz: La idea era grabar y editar ese material para un futuro casete, pero las condiciones fueron tan malas que decidí no mostrar nada y dejarlo ahí. Lo mejor de todo fue que la banda había vuelto a unirse para un proyecto y nacido nuevas canciones. Pero nos faltó un productor que maneje la cosa. Además, todo era muy incipiente para las bandas alternativas y estábamos full en todo sentido. De ahí salió la idea gráfica de “la Gillette” para Los días y las sombras, que luego fue cambiada por la imagen del soldado checheno de Marcel Velaochaga, que entonces tocaba teclados.

El Anti: Una noche del 97’ coincidimos Miguel Ángel y yo en un micro, no recuerdo que hayamos conversado antes. Me dijo que quería hacer un video de su último disco, de una canción que no era de él, sino del bajista. Me explicó que él ni quería aparecer, y la intención de todo: sucede que Miguel Ángel estaba un poco preocupado por su pata Boui, y pensaba que, debido a su acelerado ritmo de vida, en cualquier momento se iba. Entonces era una especie de homenaje, yo lo sentí como un encargo por cariño. Otro día cayó a mi casa con Boui y así fue como lo conocí. Hicimos el video de “El momento” y nos hicimos patas. Boui siguió su mismo ritmo y camino y no se fue sino hasta 18 años después.

Quiroz: Luego vinieron dos paradas más, que se debieron a problemas económicos y familiares que no permitían contar con el tiempo ni las ganas para dedicarlos a la música. Ya había madurado un poco y me había planteado acabar los estudios, cosa que también ha sido algo ardua: recién me titulé el 2007.

Vidal: La banda en los noventa era fue caótica y autodestructiva, el rock subterráneo ya no existía para nosotros, había mucha droga y juerga, no nos profesionalizamos ni cambiamos nuestra manera de ser. Al parecer los ochenta se alargaron, pero era más una fiesta punk. A pesar de ello sacamos tres discos interesantes, y todo ello finalizo con Ave de paso (2001): recuerdo que grabamos y salió el primer vladivideo.

Jáuregui: Algunos años después retomamos nuestra amistad, porque al fin y al cabo el arte verdadero no conoce de límites ni censuras.

EL NUEVO MILENIO, MÚSICA Y VIGENCIA

Quiroz: La nueva vuelta vino con Ave de paso, del 2001. Para ese trabajo todos estábamos pilas, nos reencontrábamos después de tiempo. Juntamos nuestro billete, ensayábamos duro los viernes por Breña y de ahí nos metíamos un chifa y éramos una mancha. Pero igual, no había una respuesta de la escena, todo aún era muy precario, técnicamente hablando. Y Voz Propia siempre ha sido alternativo y se ha mantenido al margen de los festivales multitudinarios, pero no porque no queramos, sino porque —como decimos en la banda— nunca nos invitan. Igual, eso fue beneficioso, nos ha motivado a encarar una trayectoria de manera muy particular.

Vidal: El 2006 grabamos el disco El manifiesto. En aquella época la banda había cambiado de integrantes, y eso se aprovechó para darle un giro al grupo y llamar la atención del público, que estaba acostumbrado a una imagen-música, y resultó atractivo, salimos varias veces en la tele y fuimos elegidos como mejor grupo de rock en una encuesta de El Comercio. Hicimos varios videos, un concierto que también fue editado, y una recopilación de clips que salieron solo de manera artesanal.

Montaña: Voz Propia siempre fue más melódico que el resto de subtes, con un beat pausado, sin baterías veloces. El teclado le da un sonido medio sicodélico, con combina con las composiciones de Miguel Ángel, melancólicas y fuertes.

Roldán Ruiz: “Ya no existes” y “El sueño” son de las canciones que conforman el soundtrack que todos tenemos. En mi libro Este amor no es para cobardes incluí un epígrafe extraído de “El sueño”: “Sabemos bien quienes han sido, sabemos bien lo que pasó, son siglos de siglos por pagar”.

Montaña: Yo le tengo mucho cariño a la canción “No puedo irme”. Una vez nos invitaron a tocar al cine Susy, en San Juan de Miraflores. La sala estaba llena, y la gente nos recibió como si fuéramos los Stones. Estábamos impresionados. Y abrimos con esa, y lo tengo tan grabado, la emoción. También creo que el tema “Los días y las sombras” es una que nos define, que la gente reconoce.

Jáuregui: “Ya no existes” y “Hasta el fin” son mis preferidas de su amplio repertorio.

El Anti: Hicimos cuatro videos. En definitiva soy admirador y seguidor de su música, y esa ha sido la razón principal para asumir cualquiera de los proyectos. Porque en el fondo siento que hay algo de reciprocidad de mi parte, por todas esas brutales letras, por punzar siempre en la conciencia, por armonizar tan bien el vacío.

Velarde: De vez en cuando vuelvo a escuchar las canciones de esa época. Y me parecen grandes temas.

Jáuregui: Con el tiempo los VP se convertiría en un grupo de culto.

Montaña: Nosotros no hemos sido “incendiarios de jóvenes y bomberos de viejos”. La banda nunca ha transado, y ha sido independiente y consecuente con su música y su arte, fiel a su estilo. Y si sigue en el corazón de la gente es porque, modestia aparte, hemos hecho buenas canciones. Yo tengo 57 años y sigo siendo y sintiendo como cuando tenía 17. Por eso no tengo problemas de tocar con Kurt, por ejemplo, ni de encontrarme en los conciertos con muchachos que podrían ser mis hijos. Al contrario.

Quiroz: El discurso contracultural fue asumido por la banda como algo especial y único. VP era algo así como una convergencia de ideales, todos apuntábamos a una revolución, una revolución desde uno mismo, humano.

Roldán Ruiz: Creo que su vigencia radica en su honestidad. En ser consecuentes con la música y con el mensaje que querían y quieren dar, con canciones que calan en los espíritus jóvenes —y no tan jóvenes— que no están conformes con su entorno ni con las circunstancias que les ha tocado vivir.

Rocha: Es una banda necesaria en un medio tan mediocre musicalmente como el nuestro. Es algo diferente. Honesto. La honestidad con lo que haces música es la mejor carta de presentación respecto a la vigencia de una banda. Eso es lo que VP tiene, es honesta con su propuesta, no busca acomodarse a una moda o preferencia musical. 

Farfán: Se necesita tener muy claro quién eres, de qué estas hecho, y conforme el reconocimiento va en aumento tratar de que no te eleve del suelo, tomarlo como un reconocimiento a lo que das y como un motivo para seguir adelante. Además es sumamente importante tener claro por qué estás haciendo música. Y ellos lo tienen. Me parece que parte de su clave fue mantenerse en un estilo que básicamente no varió por tres décadas, inclusive con constantes cambios de formación. También cómo siendo una banda dark, su estilo y su apariencia no requirieron de mucho maquillaje, sino que más bien se mostraron siempre tal como son. No es que sea algo bueno o malo, pero sí característico de ellos.

Montaña: Nosotros nunca pensamos en la masividad. Solo hacemos canciones que nos salen del corazón y las compartimos. Nuestras canciones nunca entraron en las radios, con sus criterios sesgados y reaccionarios. Y en los ochenta y noventa, antes de Internet, eso era necesario para que te conozca el gran público. Y fíjate que canciones como “Los días y las sombras” perfectamente podría ser disfrutada por un chico que escucha música más comercial. O “Llévame”

El Anti: Lo más valioso de VP es su capacidad de seguir componiendo canciones que se vuelven himnos, es decir, representativas de un sentimiento colectivo.

Carlos Torres Rotondo (escritor. De su libro Se acabó el show. 1985, el estallido del rock subterráneo): VP fue indiscutiblemente uno de los grupos más importantes de la década. Desde su debut fueron algo novedoso: incorporaron teclados, asumieron un nombre no muy común, y adoptaron letras más bien existencialistas o de temática sombría, todo esto sin escapar de la coyuntura política

Montaña: Esto es mantener el espíritu de adolescentes vivos, como cuando soñábamos con tener una banda de rock.

Santillana: Juntos descubrimos muchas cosas de la vida, del amor, del dolor, del sentirse ajeno, de encajar con rebeldía en el mundo al que pertenecíamos. Por eso VP es tan especial, forma parte de mi corazón.

EL BOUI

Vidal: Me hice muy amigo de él, y desde un comienzo fue una parte importante de la banda. Fue la imagen de alguna forma del grupo, tenía mucha simpatía pero a la vez era autodestructivo: el estigma del punk. Cada año cambiaba y crecía, la música era el amor más puro que tenía. Tenía una filosofía especial que se reflejaba en su vida, en el día a día, eso era lo más resaltante de él. Era autentico, y eso es muy difícil de encontrar. Creativo y cálido, logramos una comunicación increíble, a pesar de que siempre le llevaba el amén.

Rocha: La primera vez que lo vi fue en un concierto en Magia. VP propia tocaba junto a Sociedad de Mierda, Luxuria, Eutanasia y otras bandas de ese tipo. Eso debe de haber sido el 86, más o menos. Coincidimos en el baño y nos dimos una miraba estilo “Viejo Oeste”, de los pies a la cabeza. No nos dijimos ni una palabra. Por un momento pensé que nos íbamos a agarrar a golpes. Fue un personaje entrañable, sencillo, poseído por el espíritu del rock and roll. Fue siempre fiel a sí mismo. Te recibía con una sonrisa sincera y su voz ronca tenía palabras amables con todos. Era una persona de sonrisa y risa fácil.

Jáuregui: Carlitos ha sido como un hijo para mí y su inesperada partida me destrozó el corazón, sobre todo porque cuando vuelva a Lima no podré realizar los sueños que habíamos planeado juntos.

Farfán: Siempre recordamos a Boui como uno de los que formaron esas épocas de inicio, muy directo, honesto y carismático. Un excelente tipo.

Quiroz: Todo es un gran recuerdo, una especie de film donde estoy metido con mi hermano batallando juntos por un ideal, una forma de vivir, por una mañana para sentirnos vivos. Para mí es clave en toda esta historia. Es una energía que nace con la banda.

Montaña: Era una persona, muy afectiva. Una vez que mi papá estuvo mal, recuerdo que me llamaba para preguntarme cómo estaba. Nunca hubo distancias, pese a la edad, el color de piel, los orígenes distintos. Todavía no asimilo su partida, aunque supiera que el desenlace iba a ser ese, era evidente por el estilo de vida que tenía. Se había preparado de alguna forma, y a la vez pensaba que era inmortal.

El Anti: No voy a alabarlo ni a criticarlo, era una persona y un personaje, con buenas cualidades y terribles defectos, pero quizá lo mejor de él es que nunca los ocultaba. Inevitable extrañarlo.

HOY, MAÑANA

Kurt Rothschild (bajista de VP, ingeniero): Yo ya había tocado con la banda en la época en que sacó El manifiesto, entre el 2005 y 2006, en uno de los tantos alejamientos de Boui. Yo siempre fui fan, así que cuando él falleció, Miguel Ángel me propuso volver a reemplazarlo, y acepté con gusto y respeto. Yo no vengo a reemplazar al personaje sino al bajista.

Vidal: Estamos tocando harto en provincias, nos estamos uniendo como grupo, y tenemos un disco bajo el brazo que, modestia aparte, creo que será el mejor. Saldría en noviembre y se llamará Un nuevo hogar, con dos canciones de Boui y algunas líneas de bajo que dejó grabadas, y con letras y música de todos. Un disco rockero, guitarrero. Creo en mi grupo y en su ingenio y creatividad, no apuntamos a discos chatos o “comerciales”, con letras tontas.

Ramón Escalante (guitarra, teclado y coros en VP): Yo estoy en VP desde el 2002 y te digo que la banda no es taaaan dark. En todo caso, no es solo dark. También es otra cosa, es rockera. VP siempre ha sido una banda de rock, por eso me joden las etiquetas. El nuevo disco será melódico y muy rockero. Yo hice una canción para Boui. Empieza así: Totalmente tú/ como un fauno ríes/ rebelde siempre y/ consumiendo todo vas./ Terriblemente […] Creo que perdí/ tus alas al correr./ Era mejor así:/ un ángel no puede andar,/ llamarías la atención.

Vidal: ¿El futuro? ¿Qué nos espera? La muerte de Boui en enero pasado marcó el fin de una etapa, ahora pensamos en la música y el amor que le tenemos. No sabemos bien qué viene, si conciertos más grandes, si lograremos ampliar nuestro público, si nos pagarán por ello. Si podremos dedicarnos a la música de lleno, que es un ideal siempre. Creo que ya llegamos más allá de lo que suponíamos, pero ahora resulta que solo es un comienzo. Espero enamorarme otra vez de todo.

30 años de rabia y buena música
Para celebrar las tres décadas de la banda, Miguel Ángel Vidal, Kurt Rothschild, Ramón Escalante, Raúl ‘Montaña’ Montañez y Ulises Quiroz vuelven a tocar clásicos como “No puedo irme”, “Ya no existes” o “Te voy a exterminar”. La cita es en el Club Cajamarca, en plaza Bolognesi 602, Lima. Hoy a las 9 p.m. Entrada: S/35.

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