Balance 2017: El buen momento de la dramaturgia peruana
Balance 2017: El buen momento de la dramaturgia peruana
Juan Diego Rodríguez

Ha sido un año en el que la dramaturgia nacional alcanzó un buen nivel y, además, tuvo el apoyo de importantes instituciones. Por mencionar tres ejemplos, ahí están "Puente", de Ximena Basadre, una mirada sobre la depresión y el suicidio que se estrenó en el Teatro Británico; "El arcoíris en las manos", escrita por Daniel Fernández y montada en el Centro Cultural Ricardo Palma, que se centró en la vida de Marita, una transexual que busca una vida mejor en Lima; o la ambiciosa "Ciudad cualquiera", escrita y dirigida por Renato Fernández en el teatro de la Universidad del Pacífico, que contó varias historias alrededor del anuncio de suicidio de un profesor universitario.

El buen momento para la dramaturgia peruana responde a dos razones: la continuidad de los concursos que la fomentan y su aprecio por temas poco abordados sobre la tablas. Las obras mencionadas, por ejemplo, han sido ganadoras de los certámenes del Británico, el Ministerio de Cultura y el Festival Sala de Parto, respectivamente, lo que en gran parte asegura su calidad.

—Los destacados—
Entre las producciones que más llamaron la atención estuvo "El curioso incidente del perro a medianoche", que inició su temporada en La Plaza en abril. Esta obra planteó una temática inusual sobre las tablas nacionales: los estigmas relacionados al síndrome de Asperger. Nishme Súmar, directora del montaje, encauza la obra y logra que el protagonista, Emanuel Soriano, ofrezca una de sus mejores interpretaciones.

En junio se estrenó "La terquedad"en el teatro de la Universidad del Pacífico, dirigida por Sergio Llusera. Un texto cómico y difícil que giró en torno a un misterioso invento y que se narró a través de los distintos puntos de vista de los personajes cercanos. Llusera logró que la historia fluyera sin inconvenientes gracias, entre otras razones, a la calidad interpretativa de Alberto Ísola,Sofía Rocha y Jely Reátegui.

Balance 2017: El buen momento de la dramaturgia peruana
Balance 2017: El buen momento de la dramaturgia peruana

Ese mismo mes, Juan Carlos Fisher tomó las riendas de "El padre" en La Plaza, obra en la que supo guiar y darles el espacio necesario al consagrado Osvaldo Cattone y a la talentosa Wendy Vásquez para que hagan lo propio. El resultado es un montaje que logró transmitir al público la percepción del mundo de una víctima del Alzheimer, cuyos recuerdos van desapareciendo gradualmente.

Es necesario mencionar a "La tempestad", clásico de Shakespeare que Roberto Ángeles montó en el Teatro Británico desde finales de setiembre. La solvencia de Ísola en el papel de Próspero, un noble caído en desgracia que utiliza la magia para cobrar venganza, sumada al talento de Andrés Salas y Mariananda Schempp, además de las escenas acrobáticas, dieron forma a la que quizás sea la propuesta más ambiciosa del año.

La Plaza cerró su temporada en octubre con "Savia", obra escrita por Luis Alberto León y dirigida por Chela de Ferrari. Allí, Leonardo Torres Vilar supo encarnar a don Jesús, un agonizante cauchero, mientras que Alejandra Bouroncle, Evelyn Allauca y Cindy Díaz interpretan a las tres fantasmas que lo acechan. Aun así, la propuesta se termina por diluir al priorizar el mensaje y la propaganda, a veces de forma innecesaria, antes que el arte mismo.

Balance 2017: El buen momento de la dramaturgia peruana
Balance 2017: El buen momento de la dramaturgia peruana

Hay que mencionar que la buena sensación que deja un año lleno de interesantes propuestas escénicas y de un futuro prometedor se vio opacada por algunos casos de abuso y acoso sexual. Imposible dejar de lado las denuncias de Eva Bracamonte y otras actrices contra el coreógrafo Guillermo Castrillón —que a su vez motivaron denuncias similares contra otros personajes—, que hacen pensar que, antes de dar un mensaje al público, el sector debería mirarse en el espejo.

Contenido sugerido

Contenido GEC