Hoy se estrenó, en la página web del CCPUCP, “J. Timerman”, obra de teatro de la bonaerense Eva Halac. La historia, que se cuenta vía streaming, está basada en un caso real: el del periodista J. Timerman, cuyas opiniones le valieron ser secuestrado y torturado en 1977 por la dictadura que regía en Argentina.
El Comercio conversó con Halac, quien compartió su mirada sobre la actualidad del teatro.
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¿Llamarías teatro a los experimentos que se están haciendo con herramientas virtuales?
El teatro se ha ido adaptando siempre; el punto es que ahora, me parece, lo estamos redescubriendo. Siguen siendo importantes el actor y la empatía del público con el personaje, algo que se empata mucho con el teatro. El Zoom o las versiones que ahora tenemos de las plataformas, son muy pobres para la imaginación de un director, aunque quizás más adelante podamos hacer otras cosas. Aun así, por una parte, creo que es triste pensar en esto como algo que quizás deba continuar. Anhelo que esto sea coyuntural. En el caso de “J. Timerman”, tuvimos la suerte de, previamente, hacer una grabación impresionante y de manera muy profesional para la plataforma Teatrix. Si no fuera el caso, no sé si estaría haciendo algo pensado para una sola cámara. Me resulta muy difícil de ver. Incluso la estética de las videollamadas definitivamente no las puedo ver.
En escena se pueden llevar a cabo ideas más elaboradas, ideas que pueden ser muy difíciles de traducir para un lenguaje audiovisual que se graba en vivo
Lo que hicimos fue muy cinematográfico. De entrada, yo me propuse hacer una estética más parecida a un capítulo de una serie, y por eso es que la puesta en escena es diagonal. La grabación fue muy compleja porque se necesitó más de un día, de hacer otra función a dos cámaras. La verdad es que yo siempre quise hacer un sistema, un dispositivo que permitiera a los actores tener el espacio de una serie televisiva, no la de un escenario teatral. Si te das cuenta, en la obra ellos no dan cuenta del espacio en ese sentido. Me interesaba que no se detuvieran porque me gusta eso de las series, que los actores caminen hablando. Antes hice grandes espectáculos al aire libre, para tres mil personas, a los que llamaba intervención urbana, y en los incluía tribunas enfrentadas a lo que se llamaría el espacio escénico, y allí ponías las cámaras. Por la naturaleza de la idea, ese espacio que estaba entre las tribunas podía medir cien metros, una cuadra con sus fugas y calles y los actores se podían ir caminando por allí. Era una suerte de set de filmación en vivo. Los actores siempre me decían lo hermoso que era correr y caminar en serio, con esa dimensión de realidad que daba el espacio. Y hay algo de la modificación del espacio en “J. Timerman”, algo que tiene que ver con el ángulo de visión que, por supuesto, cambia dependiendo de dónde estés instalado. Es un permanente pasillo por donde van y vienen los actores, inclusive durante las escenas que pertenecen a otros. Todo es en simultáneo, y tiene la pretensión de que los personajes están rodeados de extras.
¿Cómo se planteó originalmente la puesta en escena?
Cuando se estrenó en el Cultural San Martín, había dos tribunas en lados opuestos, así que el público estaba en las dos puntas de lo que sería el puente. Después, cuando pasamos a Timbre 4, lo hicimos con un solo frente, pero los actores aparecían y desaparecían por espacios que no estaban a la vista, así que se mantenía la idea del sinfín, del espacio de tránsito permanente.
¿En Buenos Aires ya se está hablando de los protocolos para reactivar el teatro?
Sí, y se están elaborando pensando en el streaming. En Buenos Aires hay dos instancias, el teatro independiente y el comercial. En honor a la verdad, la idea del distanciamiento, de sentar solo a la mitad de la platea, no es redituable, y en el caso de los independientes, menos aún. En el caso del teatro comercial habría que ver los costos. Por eso es que el streaming es una manera de empezar, una forma de que no se pierdan las producciones que estaban encaminadas, y ya ir pensando en las que vienen. La idea es que la gente vaya perdiendo el miedo.
Cuando hablas de streaming, ¿te refieres a teatro filmado?
Así es. Es muy complejo también porque no hay legislación para eso. Desde el punto de vista sindical y en lo que respecta a filmar cine o televisión: ¿cuáles son los parámetros? Cuando existía la posibilidad de hacerlo en vivo ni se pensaba. Nadie imaginó que las filmaciones de Teatrix serían tan importantes.
¿Te gusta el teatro filmado?
No me interesa, pero te tengo que ser sincera, yo todo el tiempo hablo de mi obra como un capítulo de una serie. Cuando me propusieron filmarla me animé porque quería hacerlo de esa forma. Si hubiera pensado en otro dispositivo, quizás ni siquiera lo hubiera hecho, como me ocurrió con otras obras que me propusieron grabar. Creo que el teatro filmado en sí, tiene que encontrar sus recursos, hay que reinventarlo. No puede ser un híbrido entre el cine y el teatro, o el teatro y la televisión, sino que debería ser un género propio, con sus propias leyes y reglas del juego. Debería ser arte.
¿Qué es lo que no te gusta o te aburre del teatro filmado?
No es algo que me pasa con el teatro filmado; me pasa con el teatro. En muchas ocasiones y como le pasa mucha gente, me aburre. El teatro en sí no es algo que me interese. Me atraen mucho determinados temas o procedimientos. Aburrirse en el teatro es algo catastrófico, en ese sentido, lo bueno del streaming es que puedes cortar la transmisión o le pones pausa. Es menos traumático. En una sala es terrible porque estás como atrapado, y el teatro independiente tiene las salidas cruzando el escenario, un horror. Se volvió difícil decir "no me gustó", "no me interesa" o "me da sueño". A veces es toda una decisión ir a una función. Yo comparto, con muchos otros, el miedo a ir al teatro por temor a aburrirme.
Imagino que el teatro filmado, tal como se le conoce ahora, se hace más difícil de ver porque suele tener solo una cámara…
Hace poco veía una obra y me pasaba que quería ver el plano general, y había muy poco de eso porque las personas que filman están acostumbradas a otros géneros en los que ese plano no se muestra por mucho tiempo. Insisto: creo el plano general se acerca bastante a lo que solemos llamar teatro. Ahora, después está lo que ocurre allí… La idea de un concepto desarrollado en una estética es algo que interesa ver. Obviamente preferiría hacerlo en un teatro, pero si es algo que puede interesarme, lo vería por streaming o trataría de conseguirme una copia, como siempre lo hice. Los directores hemos visto mucho teatro filmado porque a veces nos perdemos un espectáculo o queremos ver algo que no está en nuestro país. Cuando algo te interesa, lo ves.
Con las herramientas actuales, ¿cómo ves el futuro del teatro, sus combinaciones con otros géneros, los experimentos?
La tecnología es una parte. Es como darle una cámara a un actor y pedirle que haga su propia película: el resultado va a depender de quién es ese actor y su imaginación. Y creo que se trata de eso: la imaginación de los actores es fundamental, y siempre lo ha sido, ya sea en el escenario o con celulares. El caso es que el mecanismo se agota con la novedad, como en su momento se agotó ver filmaciones de automóviles o de trenes en los primeros años del cine. Esto se va a agotar pronto, si ya no está casi agotado.
¿Te refieres a las videollamadas llanas?
Sí, porque la gente lo hace todo el tiempo, y, estando en su casa, con mayor razón se pone a imaginar o a crear. No es algo que solo lo estén haciendo las personas que se dedican al espectáculo. En ese sentido, hay muchos videos caseros de Tik Tok que son hermosos, geniales y creativos. Creo que tiene que ver con el descubrimiento de algo que se agota en la repetición.
A partir de lo que se podría entender como teatro virtual, ¿cuál ha sido la última propuesta que te haya hecho volar la cabeza?
No me pasó. No vi mucho, tampoco. Creo que lo que más me ha interesado son las imágenes que graba la gente todo el tiempo de lo que está ocurriendo en el mundo. Creo que todavía no hemos podido competir contra eso, con los animales sueltos, con esas experiencias que se están viviendo y que están siendo filmadas por personas que se sorprenden al ver esa gran cantidad de pájaros en bandadas, ver a los monos caminando por las calles, de patos cruzando avenidas. Eso es lo que me ha volado la cabeza. Yo hago teatro, pero no me alimento del teatro. Lo hago porque es una forma de expresarme. Las personas con las que yo dialogo, en todo caso, no son los que hacen teatro; yo hablo con el público que hace videos de patos cruzando avenidas.
MÁS INFORMACIÓN
- Temporada: desde hoy hasta el domingo 21 de junio.
- Entradas: bit.ly/EntradasJTimerman
- Venta de tickets: hasta las 7p.m. del domingo 21 de junio.
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