"Fragmentos": Un retrato de los 'milennials' víctimas del éxito y el desamor
"Fragmentos": Un retrato de los 'milennials' víctimas del éxito y el desamor
Enrique Planas

Un actor exitoso y una actriz sin oportunidades que lo ama. La chica atractiva que aparece en un 'reality' y su amiga deprimida. Un fotógrafo con un secreto inconfesable. El tipo 'cool'. Una psicóloga intolerante y su pareja. Y un estudiante de ingeniería sin trabajo que resiente el éxito de sus viejos amigos. El cumpleaños número 30 de uno de ellos promueve el reencuentro. Reguetón, música electrónica y substancias que inducen a la euforia. Pero lo que importa son sus encuentros y desencuentros. La fiesta será un ajuste de cuentas.

“Fragmentos” es el inquietante drama juvenil escrito y dirigido por Carlos Galiano, e interpretado por un elenco de brillantes actores y buenos amigos. "Fragmentos" reflexiona sobre los rasgos de la generación 'millennial'.

—¿Una obra generacional como la tuya es consciente de otras obras peruanas que han abordado la misma temática?
Ciertamente. Hay una herencia. Pienso en “¿Quieres estar conmigo?”, de Roberto Ángeles; “Tus amigos nunca te harían daño”, de Santiago Roncagliolo; o “Los charcos sucios de la ciudad”, de Mariana de Althaus. Desde hace años estos textos han llamado mucho mi atención. De alguna manera representan una pintura costumbrista de la juventud de cada época.

—Además de ellos, haces en tu obra referencia a “El cruce sobre el Niágara”, de Alonso Alegría. No son muchos los montajes de teatro peruano que reconocen su tradición. ¿Es importante establecer esos nexos?
Desde que leí “¿Quieres estar conmigo?, me llamaba la atención que se representara una juventud que, para mí, me resultaba especialmente adulta. En el tercer acto de esa obra, cuando tienen 28 años, ya son hombres y mujeres adultos. Y sus vicisitudes amorosas están atravesadas por un nivel de conciencia social mucho mayor. En “Fragmentos”, los personajes tienen 30 años. Nosotros no somos así.

—¿Cómo son ahora?
Yo nací en el 86. Tengo 31 años. Mis primeros años fueron de una crisis terrible. Mi primer día en el colegio fue poco antes del autogolpe de Fujimori. En ese sentido, nos marca no solo una desconfianza, sino un desinterés deliberado por lo que significa hacer política. Cuando alcanzamos los 15 años, con el destape de los 'vladivideos' y la corrupción de Fujimori, entendimos que nuestro futuro no podía depender de nada relacionado con el Estado. Somos desconsiderados hacia el otro, solo nos preocupamos por nosotros mismos y nuestros intereses. El revés trágico de todo esto es que la carencia debajo de nuestra armazón es enorme.

—Sorprende el grado de violencia verbal de la obra. ¿La herencia de la violencia se manifiesta en nuestra actual forma de relacionarnos?
Cuando ensayábamos la obra, gente mayor nos preguntaba por qué los personajes hablan así. ¡Es que así somos! Es un retrato actual. Para nosotros resulta normal. Creo que lo que hace que los personajes sean tan agresivos por un lado, y tan aparentemente exitosos por el otro, revela una enorme carencia que en algún momento encuentra una fuga. Ese nivel de carencia y ansiedad puede generar un daño irreversible. Creo que hay un momento en que tenemos que marcar un antes y después. Un momento en que tienes que asumir quién eres, saber cuáles son tus carencias o si te vas a seguir haciendo el tonto. “Fragmentos” es una obra generacional desde su texto, pero también desde la convocatoria de sus actores. Un grupo que hace 10 años no era nada y que ahora podemos considerar una generación con algo que decir.

—La obra está protagonizada por varios personajes exitosos que, a los 30 años, pueden sentirse satisfechos con sus vidas.
Curiosamente, es gente dedicada al arte. Gran parte de mis amigos actores se está comprando un departamento, por ejemplo. En cambio, amigos con profesiones más convencionales y que me decían que yo me iba a morir de hambre, ahora están en situaciones difíciles. Los paradigmas han cambiado. Cuesta, pero la mayoría puede vivir del teatro. Cada uno ha luchado desde muy joven, aunque de espaldas al país.

—Una constante que se repite en obras generacionales en los últimos 30 años nos dice que, en los afectos, cometemos los mismos errores y sufrimos los mismos miedos. ¿Qué nos pasa?
Creo que tiene que ver, a diferencia de otras sociedades, en que no tenemos núcleo. Como nación no existimos todavía. La figura paterna siempre está ausente, por eso no hay un referente de estabilidad emocional, ni a nivel social ni individual. Todo el tiempo estamos dando manotazos de ahogado y abrazándonos con la primera persona que nos sonría.

—Vivimos una adolescencia permanente.
Ese es un rasgo clarísimo en esta sociedad. ¡Los chicos y chicas de 30 años de la obra son unos adolescentes! Los dramas que viven pueden ser los mismos que en “Tus amigos nunca te harían daño”, pero en la obra de Roncagliolo ellos tienen 20 años. Nos sigue pasando lo mismo. Es una triste constatación.

MÁS INFORMACIÓN
​Estreno: 14 de setiembre. Lugar: CCPUCP (Av. Camino Real 1075, San Isidro). Horario: 8 p.m., de jueves a lunes. Entradas: Teleticket y boletería.

Contenido sugerido

Contenido GEC