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El discurso del rey
Enrique Planas

Cuando en el 2012, en Londres, le propusieron la idea de montar en el Perú, su autor, el escritor británico David Seidler aceptó, pero con una condición: estar en la noche de estreno. "Siempre me ha fascinado el Perú –nos dice–. Me interesa mucho su historia, su cultura única, los territorios del gran imperio inca. ¡Es un país único!". Traducida a ocho idiomas, la obra tuvo una versión en el cine –con Geoffrey Rush y Colin Firth como protagonistas– que le significó obtener un Óscar en el 2011. Su autor intenta asistir a la mayor cantidad de estrenos teatrales posibles. Para él, cada país le aporta un sabor distinto al montaje: "En Finlandia, fue una producción muy ambiciosa en el Gran Teatro Nacional. En Viena, el actor que caracterizó al terapista en lenguaje Lionel Logue lo convirtió en Sigmund Freud. En Roma, el momento en que el rey Jorge VI pronuncia su discurso, más parecía el'‘Duce'", recuerda. Ahora, en nuestro país, Seidler aguarla con ilusión el estreno limeño hoy en el Teatro Británico, esperando ver cómo la cultura peruana ha enriquecido su obra.

— Hay un lugar común repetido por los directores que opinan que "el mejor dramaturgo es el dramaturgo muerto". Es decir, el que no da opiniones ni interviene en el montaje teatral. ¿Cuál es su relación con los directores?
¡Bueno, siempre puedo fingir estar muerto! [ríe], y muchas veces lo he hecho. Mi gran amor es el teatro, pero como es muy difícil vivir de él, la mayor parte de mi trabajo tiene que ver con el cine y la televisión. En Hollywood, al escritor no necesariamente se le invita a una producción. Pienso que es un error, pues la presencia de un escritor puede ahorrarle a veces mucho dinero a un estudio. Por ejemplo, si un escritor estuviera presente cuando un director va a filmar una escena de noche y decide eliminarla porque el productor le dice que es muy cara, puede intervenir para alertarle que 40 páginas más adelante, en el guion resultaba fundamental haberla filmado. Así podría haber hecho un pequeño cambio en la escena para no exceder el presupuesto. Pero sé que al final del día, el barco debe tener un solo capitán, y ese es el director.

— Volví a ver en YouTube su discurso al recibir el Óscar, donde recuerda que escribir una historia como "El discurso del rey" le tomó 30 años para hacerla realidad. ¿Cómo mantuvo la pasión por esa historia durante tanto tiempo?
Hay dos razones. No es que estuviera escribiéndola a lo largo de 30 años. Lo que pasó fue que la Reina Madre me pidió que, mientras estuviera viva, no escribiera esa historia, porque era muy dolorosa para ella. Su esposo, el rey Jorge VI, murió muy joven y ella estaba convencida de que la causa de su muerte fue la presión de haber tenido que aceptar ser rey durante la II Guerra Mundial. No estuve 30 años escribiendo, lo que pasa es que ella murió a los 101 años y esperé todo ese tiempo. La segunda razón es que, como escritor, nunca me ha gustado escribir sobre mí mismo. Pero quería contar mi historia. La historia de Jorge VI era paralela a la mía, pues ambos éramos tartamudos. Si la hubiera escrito más joven, no hubiera tenido la misma capacidad para escribir a los personajes de la manera en que lo hice. Fueron varias tragedias en mi vida las que me prepararon para hacerlo, que me permitieron regresar a esa época de mi juventud y sacar esos sentimientos. Cuando vimos el texto con Geoffrey Rush y Colin Firth, dos grandes y muy inteligentes actores, empezaron a preguntarme mucho sobre la historia. Y lo que les dije fue: "Yo tengo mi voz y quiero que me escuchen", que es un poco el mensaje de la obra.

— Sé que antes de que Colin Firth consiguiera el papel del rey Jorge VI, usted escribió la obra pensando en el actor Paul Bettany...
Sí. Cuando estaba escribiendo el guion, tenía la imagen muy clara de Paul Bettany como el rey. Se le parece mucho, tienen el mismo color de cabello y los mismos manierismos. ¡Y es un estupendo actor! Pero las cosas no funcionaron. Lo que sí estuvo también pensado desde el principio fue contar con Geoffrey Rush.

David Seidler recibiendo el Óscar en 2011 (Foto: AP)
David Seidler recibiendo el Óscar en 2011 (Foto: AP)

— ¿Qué le pareció la interpretación de Colin Firth? Es un actor tan diferente a Bettany…
Cuando escuché por primera vez que su agente proponía su nombre para el rol, me negué rotundamente. Es muy encantador, divertido, buen protagonista de comedias románticas, pero para el papel del rey lo creía una elección absolutamente equivocada. Entonces, lo vi en "A Single Man", una película de Tom Ford, y descubrí que era realmente un actor serio. Y le di un chance. Luego de ver los ensayos, fui a pedirle disculpas. Le dije que, absolutamente, no había nadie mejor que él para capturar la esencia del papel.

— ¿Por qué la tartamudez de Jorge VI se convirtió en un tabú dentro de la familia real británica?
Porque en mi país, desde la Edad Media, se consideraba a los tartamudos como menos que personas. No poder comunicar tu pensamiento al hablar te convertía en un tonto. En el caso específico de la realeza, fue algo que se quiso esconder. La nobleza inglesa no quería que se supiera que el futuro rey era tartamudo. Y por eso su terapeuta, Lionel Logue, fue casi un secreto de Estado.

— ¿Qué habría pasado con Inglaterra si Eduardo, el hermano mayor de Jorge VI, hubiera sido coronado rey de Inglaterra?
¡Eso podría ser una gran serie de televisión! Si Eduardo hubiera sido rey, Hitler probablemente hubiera ganado la guerra. En ese momento, estaba muy cerca de ganarla. Habríamos tenido en Inglaterra un rey que hubiera hecho todo lo posible para no hacerle la guerra a Hitler y no unirse a los aliados. La mujer de Eduardo, Wallis Simpson, apoyaba a Hitler, y él hacía lo que ella quería. Hubiera sido un desastre. Inglaterra se hubiera convertido en una subsidiaria de Alemania.

— ¿Cree que con "El discurso del rey" y la popularidad que adquirió un personaje como Lionel Logue, cambió la manera en que se abordó la tartamudez en el país?
Cuando la película salió, hubo un gran avance. ¡Me convertí en un 'poster boy'!, una especie de héroe de esta causa. El filme hizo que mucha gente llevara a sus niños a terapias de lenguaje. Hoy el avance del tratamiento de la tartamudez es notable, la actitud ha cambiado mucho con respecto al pasado. Ahora a los pacientes se les dice que tartamudear es como tener un dolor en el brazo. Que son personas normales, que pueden hablar. Eso hace que la tensión se vaya y la tartamudez disminuya.

— ¿Para usted, ese cambio social es más importante que obtener un Óscar?
Absolutamente. El poder haber ayudado a mucha gente, el haber motivado un cambio, que se dieran cuenta de que había esperanzas de superar este trastorno del habla, me ha dado una gran alegría.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Teatro Británico.
Dirección: Jr. Bellavista 527, Miraflores.
Estreno: hoy.
Funciones de miércoles a lunes, 8 p.m.
Entradas: Teleticket.

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