"Macbeth", nuestra crítica del montaje
"Macbeth", nuestra crítica del montaje

En un año tan significativo para los amantes de , resulta estimulante en muchos aspectos ver en vivo una versión de “Macbeth”. Me refiero a la presentación del Ballet Contemporáneo de Burgos como parte de la octava edición del Festival Fusiones Contemporáneas del Teatro Británico. Dirigida por Alberto Estébanez, la obra cobra vida a través de la danza y otras disciplinas escénicas. El resultado es una irresistible aproximación a la historia que se narra pero subrayando determinados aspectos para dar cuenta de una obra enorme en términos teatrales y emocionales. 

Macbeth” es una de las piezas teatrales más conocidas de su autor. Probablemente la obra que mejor representa el poder del mal como elemento corrosivo del alma humana. Primero puesto a disposición de las ambiciones políticas. Allí alcanza niveles inesperados de violencia física con un derramamiento de sangre de inesperadas proporciones. Macbeth es un hombre ambicioso, como lo es cualquier rey de la historia o un político de la actualidad. Nada lo detiene en su búsqueda del poder. Animado por las profecías de tres brujas y en complicidad con su mujer, comete los crímenes que cree necesarios para coronarse como rey. 

Estébanez nos ofrece desde el comienzo una particular lectura de estos hechos. Por supuesto, las brujas ofrecen una oportunidad única de ensamblar un elenco de tres bailarinas que se permitan interpretar una coreografía llena de licencias. Allí las tenemos, irreverentes, díscolas, enajenadas en algún momento, pero con una función muy clara: perturbar el entorno y producir la confusión emocional necesaria para sacudir la mente de quienes se encuentran hechizados bajo su poder. Las brujas de Macbeth siempre han sido un recurso muy oportuno para la creatividad de quienes han llevado la obra a la escena: Verdi creó un coro completo de brujas para su versión operística de 1847, y en la más reciente versión en Broadway (2013-14), el director Jack O’Brien encomendó el papel a tres actores mayores para que las interpretaran sin travestismo aunque con apariencias perturbadoras. Como vemos, las hechiceras han sido siempre aliadas de los realizadores en términos expresivos y de espectáculo. Y en la versión del Ballet de Burgos, sin duda son un apoyo constante en el desarrollo de la obra. 

Por supuesto, es la relación entre el protagonista y su esposa, de quien no sabemos el nombre y que ha pasado a la historia como Lady Macbeth, uno de los aspectos más elaborados del ballet. Tal como podemos leer en la obra original, los Macbeth son una de las parejas mejor compenetradas de toda la obra shakespeariana. Su amor es cierto, vibrante, los empuja el uno hacia el otro. Y en términos de danza esto se escenifica con gran cuidado y rigurosidad. Aquí sí tenemos a una intérprete que danza con especial armonía. A ella le corresponde subrayar los sentimientos y actos de su marido. A su gran ejecución en el baile sumamos escenas especialmente logradas, como la lectura de la carta. Pero lo interesante en esta versión es que pese a tratarse de un ballet, el desgaste emocional y moral de la pareja es mucho más palpable. Porque el mal que los Macbeth asumen como arma para alcanzar el poder termina corrompiendo su amor y los lleva a la destrucción. No hay final feliz para ellos. Los remordimientos, la culpa y la sangre acaban finalmente con ellos. 

Macbeth”, escrita probablemente en 1606 e impresa por primera vez en 1623, es también una obra compacta en su estructura. No hay tramas secundarias ni excesivos personajes. Hay quienes piensan que es una obra inacabada o con escenas perdidas, debido a la pronta salida de Lady Macbeth de escena. En la obra no la vemos morir, solo sabemos que ha sucedido. Y eso deja un gran vacío en las representaciones teatrales. En esta oportunidad, dadas las licencias que una adaptación se puede dar, la vemos hasta el final. Un oportuno narrador se ha hecho cargo del resto de los personajes y cubre los vacíos argumentales que el ballet pueda propiciar. Es un recurso aparentemente fácil y conveniente, pero no lo es tanto debido al aplomo de sus intérpretes y a la participación de esta sombra en cada escena de la trama.
 

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