Soda Stereo: conversamos con Charly Alberti y Zeta Bosio

Más de un músico va de un lado a otro en el Swissotel de San Isidro. Eddie Palmieri, el sumo pontífice del piano y de los ritmos afrocubanos, asoma en la recepción e instantáneamente un grupo de fans hiperventilados lo rodea y acecha. En el segundo piso, Rubén Blades camina hacia el ascensor junto a dos guardias de seguridad de posturas atemorizantes e intransigentes. Entonces dos colegas lo reconocen. Zeta Bosio y Charly Alberti lo saludan gustosos: apretones de manos, abrazos y la foto de rigor para viralizarla en las redes sociales.

El bajista y el baterista de estuvieron hace unos días en Lima para hacer una primera presentación del show de Cirque du Soleil inspirado en la carrera de la banda. Cuando falleció el 2014 su líder Gustavo Cerati –un notable de la búsqueda sonora que permaneció en coma por cuatro años tras sufrir un accidente cerebrovascular–, parecía que los proyectos de envergadura se habían terminado para Soda Stereo, hasta que su camino se cruzó con el de la mágica compañía canadiense. El primer acercamiento se dio en el 2013 y, tras años de ajustes rigurosos, el espectáculo “Séptimo día” se estrenará en Buenos Aires en marzo del 2017 y aterrizará en Lima en junio.

Un mensaje movilizador del espectáculo es que “la música es más fuerte que la muerte”. Con este show, ¿el duelo por la partida de Cerati se cierra? ¿Es un proceso que ya se venía cerrando?

Charly Alberti: Creo que cada uno tiene un proceso personal. A mí me costó y me sigue costando. Soy una persona que esquiva hablar públicamente de Gustavo muchas veces, porque me emociono, y no es por otra cosa. Son sentimientos profundos que prefiero guardarlos y no exteriorizarlos con toda la gente. En lo personal, este proceso me sirvió. Me sirvió estar con Zeta, reescucharnos, reencontrarnos con lo que fuimos. La carrera que tuvimos fue meteórica, agobiante, de un alto grado de adrenalina. Quizás no he tenido el tiempo para mirar hacia atrás, porque siempre he hecho cosas y mirado hacia adelante. Esta es la primera vez que con tiempo y ganas pude mirar hacia atrás, con algo fundamental que es contar con el soporte emocional de Zeta. Después de estos meses de estar trabajando juntos y de haber tenido momentos de emociones compartidas con el propio Gustavo, me siento más fuerte para disfrutar las cosas, habiendo hecho un duelo necesario.

Zeta Bosio: Hace un año que estamos yendo al estudio todas las semanas para sumergirnos en la música de Soda y tratar de encontrar lo que nos pide Michel Laprise [el director de esta puesta en escena de Cirque du Soleil] para que el acto funcione. La verdad es que, además de un acto creativo, es también una forma de despedirse de nuestro trabajo y de ponerle un broche a todo eso. Con la partida de Gustavo pensé que nunca más íbamos a tener la oportunidad de hacer algo nuevo que involucrase a Soda, pero esto me sorprendió y tiene esa característica, es algo totalmente nuevo que tiene los ingredientes de cualquier espectáculo de Soda. Es una forma de decir: “Chau, hasta luego” a esa etapa.

Pasa el tiempo y pareciera que no asoma otra banda con el impacto que generó Soda Stereo. ¿Ahora con este espectáculo han cambiado sus valoraciones sobre la obra del grupo?

ZB: No. Creo que lo que hicimos fue magnífico. Teníamos una energía y logramos contagiar a la gente que trabajaba con nosotros con nuestro entusiasmo, como si la banda fuera de cada uno de ellos. Armamos un colectivo artístico que era una familia. Cada cosa en su momento fue genial. Lo haría de vuelta de la misma manera. Rompimos con estructuras que nosotros mismos nos imponíamos y sorprendimos a la gente con cosas nuevas. Fueron desafíos y riesgos que asumimos y que nos hicieron llegar un poco más lejos que otras bandas.

Charly y Zeta están felices con Cirque du Soleil. Aseguran que el show –que llegará a Lima en junio del 2017– será innovador e interactivo, con toques de realidad aumentada.  (Foto: Eduardo Cavero/ El Comercio)

En el libro “Yo conozco ese lugar” [de Zeta Bosio] se narran varios pasajes emocionantes, pero también se aborda explícitamente las fricciones que tuvieron con Cerati. ¿Esos roces se curaron con la vuelta de Soda Stereo en el 2007? ¿O este espectáculo de Cirque du Soleil ha significado un nuevo proceso de sanación o restauración?

CA: Los dos tenemos perspectivas diferentes. Seguramente si yo escribiera un libro contaría las mismas cosas de otra forma. En lo personal, la gira del 2007 fue sanadora. Hubo situaciones muy claras de sanamiento a través de una llamada telefónica. Fue un diálogo largo y emocionante con Gustavo. Fue como apretar un botón de ‘reset’ hacia la época en la que empezamos con el primer disco. Eso me permitió disfrutar la gira de otra forma, porque muchas fricciones que teníamos eran fantasmas generados por el paso del tiempo, por haber sido muy chicos, por no haber entendido un montón de cosas. Así y todo, con las edades que teníamos y la cantidad de tiempo que pasábamos juntos, fuimos afortunados y sabios, porque había que tener cierta capacidad para llevar adelante a la banda durante el tiempo que duró y con un nivel de conflicto menor, o por lo menos para tener la entereza de decir: “Tenemos este conflicto” y seguir, porque para nosotros lo más importante era la música. Este show de Cirque du Soleil tiene que ver con otro tipo de sanación, relacionado con un dolor provocado por la muerte. Los dos lo sentimos mucho porque Gustavo era nuestro hermano.

ZB: Al escribir el libro también hice un proceso de revisión que me llevó 4 años. Desde la distancia y la perspectiva que te da el tiempo, encaré situaciones en las que veía a unos chicos discutiendo por un juguete. Pudimos haber solucionado las cosas de una manera más fácil. Cuando en las vidas de unas personas normales como nosotros aparece una cosa como Soda Stereo, eso genera sus consecuencias. Los egos, que ninguno quiso dar un paso atrás, etc., pudieron profundizar algunos asuntos y llevarlos a lugares molestos. Pero con la vuelta del 2007, los temas entre nosotros prácticamente ya estaban en otra situación. La experiencia es un peine que te regalan cuando te quedaste calvo, y eso yo lo sé bien [risas].

Más información

Preventa de “Séptimo día” en Lima:
25 de noviembre (solo para clientes del Scotiabank).
Venta general: 1 de diciembre.
Canal de venta: Teleticket.

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