
Es una experiencia común que puede ser causada por diversos factores, pero que nunca debe ser ignorada o pasada por alto. La falta de aire mientras se realiza ejercicios suele considerarse como algo habitual o un respuesta del cuerpo al aumento de la demanda de oxígeno, pero también puede indicar otros problemas de salud, en especial cardíacos. Hoy te explico, de la mano de un experto, las poderosas razones para buscar ayuda médica en caso sientas que no puedes respirar tras realizar tu rutina o mientras estás corriendo.
Si eres de los que está retomando la actividad física tras un periodo de sedentarismo y sin evaluación previa, es muy frecuente que aparezcan falta de aire, latidos rápidos o palpitaciones, pero el problema se agrava si la molestia persiste en reposo o se acompaña de presión en el pecho: signos que ameritan una evaluación inmediata.
Y es que muchos puedes enfrentar la disnea o falta de aire con solo un ejercicio leve como subir las escaleras, pero en otros casos la opresión en el pecho, falta de aliento, tos o estrechamiento de la garganta son síntomas que ameritan una visita al cardiólogo.

¿Cuándo preocuparse por la falta de aire?
Ese “ahogo” puede esconder alteraciones cardíacas silenciosas, sobre todo si se arrastra hipertensión, diabetes, colesterol elevado o antecedentes de tabaquismo. “Los factores de riesgo pesan igual en hombres y mujeres, pero los varones suelen sufrir antes las consecuencias: infarto agudo de miocardio o muerte súbita”, advierte el Dr. Miguel Reyes Rocha, cardiólogo de la Clínica Anglo Americana.
Algunas patologías (miocardiopatías, anomalías valvulares o cardiopatías congénitas leves) evolucionan durante años sin síntomas claros y pueden manifestarse de golpe bajo un esfuerzo intenso. Es por eso que resulta imprescindible un chequeo cardiovascular que incluya consulta con el cardiólogo, electrocardiograma y, más allá de lo habitual, un ecocardiograma.

Por eso, tanto quienes recién empiezan en el ejercicio como quienes llevan tiempo entrenando deben realizar un control al menos una vez al año, y repetirlo después de cualquier episodio de dolor torácico, desmayo, taquicardia o disnea inusual.
“Muchas veces el examen lo revisa un médico general y el paciente se queda tranquilo, pero la mirada experta de un cardiólogo detecta detalles que marcan la diferencia entre entrenar con seguridad o exponerse a un evento grave (… Escucha a tu cuerpo. El ahogo que no cede, las palpitaciones sin esfuerzo y la presión en el pecho son banderas rojas. Más vale perder un día de entrenamiento que arriesgar la salud del corazón”, afirma el especialista quien agrega que si el estudio confirma una anomalía seria, el ejercicio de alta competencia queda descartado y se prescribe sólo actividad ligera, bajo vigilancia médica.
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