"Mucho bailecito, pocos resultados", por Virginia Rosas (Foto: Reuters)
"Mucho bailecito, pocos resultados", por Virginia Rosas (Foto: Reuters)
Virginia Rosas

, la primera ministra británica, puede ensayar en público los pasitos de baile que quiera para mostrarse optimista, pero sus negociaciones con la siguen estancadas y la cumbre de esta semana terminó en un fiasco. Fue una reunión que duró tres horas y en la que May solo habló 15 minutos, pues el escollo principal
–el estatus de Irlanda del Norte– sigue sin variar un ápice.

El problema de May es que debe complacer a todo el mundo: a los 27 países de la UE, a los recalcitrantes de su propio Partido Conservador que quieren un ‘’ sin acuerdos previos, a sus compatriotas que –aterrados ante la idea de abandonar la UE han empezado a almacenar alimentos como si se alistaran para una guerra– y a los irlandeses que temen que el cierre de la frontera entre Irlanda del Norte, que saldría de la UE, e Irlanda, que seguiría siendo comunitaria, reavive un conflicto que duró 30 años.

Pero May debe luchar también por salvar su pellejo. Sus enemigos más recalcitrantes le recuerdan que, en el 2016, prometió que tras el ‘brexit’ su país abandonaría la unión aduanera, así como el mercado interno, y que si no cumple con sus promesas debería dejar el cargo.

Pero impedir que los ciudadanos y las mercancías de Irlanda del Norte y la república de Irlanda circulen libremente, tal como se previó en los acuerdos de paz de 1998, lanzará nuevamente el debate sobre un referéndum en torno a la reunificación de la isla. Un tema sumamente álgido para Londres.

Para comprender las dificultades en alcanzar un acuerdo hay que entender la poca capacidad de maniobra que tiene Michel Barnier,
jefe de los negociadores de la UE para el ‘brexit’, quien debe llegar a un consenso entre los 27, un grupo que no se caracteriza justamente por la unanimidad de criterios políticos, antes de alcanzar el documento a Dominic Raab, ministro británico del ‘brexit’, quien a su vez debe someterlo al escrutinio de May.

Algunos miembros de la UE reclaman que los planes de contingencia
sean publicados para paliar las consecuencias antes del desastre. Por ejemplo, el acuerdo de paz de 1998 permite a toda persona nacida en Irlanda del Norte poseer tanto un pasaporte británico como un
pasaporte irlandés, o ambos. Este sería el momento propicio para que los norirlandeses se precipiten a reclamar la nacionalidad irlandesa
que les permitiría permanecer en la UE. Otros prefieren que las alternativas permanezcan en secreto para evitar que cunda el pánico.

Pero ese no es el último de los problemas que enfrenta el Reino Unido por el ‘brexit’. En el 2014, los escoceses organizaron un referéndum
para determinar si Escocia debería ser un país independiente.
Se impuso el No con 55%. La principal razón de los resultados se debió, justamente, a que los escoceses no querían perder los beneficios que les daba seguir siendo miembros de la UE. Duro golpe para ellos, que mayoritariamente votaron contra el ‘brexit’ y que, dadas las circunstancias, podrían reclamar un nuevo referéndum de autodeterminación.

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