Los poderes psicodélicos de la ayahuasca, una planta medicinal milenaria tradicional de los pueblos amazónicos, cada vez atraen a más turistas. Dicen que aporta iluminación espiritual y que puede ayudar a combatir la adicción, la depresión o el trauma. Pero varias acusaciones sugieren que este entorno tiene un lado oscuro.
Rebekah probó por primera vez la ayahuasca “por puro capricho”, viajando por Perú en el 2015.
Advertencia: este artículo contiene detalles sobre abusos sexuales
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“Me pareció que sonaba interesante y pensé en probarla”, dice Rebekah, una veinteañera de Nueva Zelanda que pidió a la BBC ocultar su nombre real para este reportaje.
“Encontré un retiro que me pareció que era bueno. Fui allá y fue increíble”.
La ayahuasca puede inducir visiones de cosas como serpientes, palacios y alienígenas, y hacer reaparecer recuerdos olvidados con el paso del tiempo. Como muchos que han probado el brebaje, Rebekah cuenta la experiencia con la mirada distante y los ojos muy abiertos.
“Fue como ser guiada con mucha suavidad y amabilidad a través de experiencias muy terribles de mi pasado”, dice. “Y al volver a casa después de eso, sentí que mis relaciones eran mucho más fuertes. Sentí que era mucho más fácil compartir y recibir amor”.
“Dicen que la ayahuasca es como hacer 20 años de psicoterapia. Y creo totalmente en eso”.
La ayahuasca suele tomarse en ceremonias durante la noche, que son lideradas por un curandero, a veces llamado chamán. Él (o ella) bebe el líquido marrón viscoso, una pócima que resulta de la mezcla de dos plantas amazónicas, y después reparte raciones entre los participantes.
Las tribus de la Amazonía llevan haciéndolo por siglos, pero ahora hay un boom en el llamado “turismo de ayahuasca”, con nuevos retiros cada vez más especializados.
Los turistas a menudo viajan en busca de ayuda para tratar problemas mentales, pues cada vez más estudios científicos sugieren que la ayahuasca podría ser un tratamiento efectivo.
Aproximadamente a la media hora de la ceremonia, la medicina comienza a hacer efecto y el chamán empieza a entonar cánticos sagrados, conocidos como ícaros, que guían a los participantes a través de sus visiones.
Por lo general, los bebedores de ayahuasca sufren una “purga” durante la ceremonia, con vómitos y, a veces, diarrea.
Cuando Rebekah fue a su primer retiro de ayahuasca, era la única mujer soltera y se percató de que el chamán le prestaba especial atención.
"Me trataba de manera muy diferente, lo cual no encontré sospechoso en ese momento. Pero ahora sí me lo parece".
Un año más tarde, Rebekah volvió al mimo retiro en Perú. El mismo chamán seguía liderando las ceremonias.
De nuevo, dice ella, la trató de manera distinta al resto. Le hacía muchos halagos y un día empezó a hacerle confidencias.
“Me decía constantemente que él había tenido muchos problemas”, cuenta ella, “y que estaba teniendo problemas con su mujer, que ya no se sentía sexualmente satisfecho y que yo era la única que podía curarle”.
Rebekah tenía entonces 20 años; el curandero, más de 50.
“También me prometió mucho progreso y poder espiritual si teníamos una relación mientras su esposa no estaba”.
Rebekah dice que el chamán abusó sexualmente de ella, obligándola a realizar actos sexuales.
“Es repugnante”, dice ella. “Como él era un chamán, pensé que tenía superioridad moral. Confiaba en él”.
Tras sufrir los abusos, Rebekah se fue del retiro y del país: “Compré un billete de avión y me largué de allá”.
Se quedó con un laberinto de emociones dolorosas: “Aversión, repulsión, traición... y también confusión, y la pregunta de por qué un guía espiritual haría tal cosa, por qué se aprovecharía de su poder de aquella forma”.
El presunto abusador de Rebekah sigue siendo el chamán que lidera este retiro, que tiene calificaciones de cinco estrellas en sitios de reseñas en línea.
“Todavía sigue allí”, dice Rebekah, claramente enojada por la situación. Sus manos se agitan temblorosas. “Hay otros centros que sé que siguen operativos. Ha habido muchas mujeres que han sufrido abusos sexuales en esos centros”.
Las experiencias de abuso sexual parecen haberse extendido en este mundo de la ayahuasca. Hemos escuchado numerosas acusaciones contra curanderos y leído muchos testimonios sobre abuso sexual en foros de internet.
Un nombre que se repite constantemente es el de Guillermo Arévalo, un conocido curandero que fue homenajeado por el Congreso de Perú por su trabajo sobre el desarrollo sostenible.
“Vino muchas veces a Canadá”, dice sobre él una mujer de unos 40 años a quien llamaremos Anna.
“Las grandes ceremonias eran muy lucrativas. Se llenaban rápido. La gente pagaba US$230 para venir y sentarse con Guillermo. Era una especie de estatus, un honor, sentarse en una ceremonia con él”.
Anna, quien estuvo por mucho tiempo interesada en la medicina alternativa, esperaba que la ayahuasca pudiera ayudarle a lidiar con su adicción a la heroína.
Al principio, se sintió impresionada por Arévalo.
“Como mucha gente, me quedé asombrada con la presencia de ese hombre y su poder y habilidad para liderar la ceremonia, los cánticos... Es muy profundo”, dice ella. “Es un buen curandero”.
Pero una ceremonia hace siete años hizo que Anna cambiara drásticamente de opinión.
“Estaba completamente a oscuras, la habitación no tenía ventanas y había mucha gente”.
“Yo estaba bajo los efectos de la medicina. Cuando estás bajo esos efectos, percibes muchos sonidos diferentes. La gente llora, verbaliza cosas que no tienen sentido, están purgándose o gimiendo”.
“Incluso si me hubiera sentido capaz de decir algo, nadie habría respondido”.
Anna lo estaba pasando mal. Recuerda que se acostó, quejándose y gimiendo. “Guillermo vino y se sentó conmigo, y al principio sentí alivio porque pensé que iba a ayudarme”, dice ella.
“Comenzó a cantarme y puso sus manos sobre mi estómago, sobre mi ropa, lo cual es normal. Y después bajó sus manos por mis piernas. Y entonces vino esa sensación helada. Me tumbé ahí, asustada, y entonces puso sus manos en mi camisa y me palpó los pechos”.
Recuerda que pensó: “¡¿Qué demonios fue eso?!' Una sensación de incredulidad y confusión”.
Anna necesitó seis años para poder hablar sobre lo sucedido.
“Las mujeres estamos condicionadas a aceptar este comportamiento. En mi caso, con mi historial de adicción —y de haber tenido y tolerado relaciones abusivas con hombres— y de abusos sexuales en mi infancia, hayuna sensación de familiaridad, de normalidad”.
“Y también esa extraña relación de codependencia: la medicina me estaba ayudando, así que no quería hablar porque temía ser excluida de la comunidad y dejar de recibir la medicina [ayahuasca]”.
¿Cuáles son los riesgos y beneficios de la ayahuasca?
Pese a que estudios científicos preliminares sugieren que la ayahuasca podría tener beneficios terapéuticos, contiene DMT, una sustancia ilegal en países como Reino Unido que tiene riesgos potenciales.
Un estudio del 2015 reveló que seis voluntarios con depresión mostraron un descenso en los síntomas tras tomarla. Otro estudio dos años más tarde indicó que podría ser un tratamiento prometedor para trastornos alimenticios. Los psicólogos también especularon que podría ayudar a quienes tienen trastorno de estrés postraumático (TEPT).
La Oficina de Asuntos Exteriores y la Commonwealth advierte que algunas personas han sufrido “graves enfermedades y, en algunos casos, la muerte” tras participar en ceremonias de ayahuasca. Señala que los retiros suelen estar alejados de áreas pobladas, y que algunos tienen instalaciones médicas básicas, pero otros no.
Casi al mismo tiempo, un grupo que se hace llamar Ayahuasca Community Awareness Canada (que podría traducirse como conciencia comunitaria del ayahuasca en Canadá) —y que incluye a algunos experimentados académicos— firmaron una carta sobre el comportamiento de Arévalo que circuló en el entorno de la ayahuasca.
Los autores de la carta dijeron que actuaron por el número de quejas sobre el sanador, citando reportes de comportamiento sexual inapropiado o no consensuado.
Cuando más firmantes pusieron su nombre en la carta en el 2015 y se hizo pública, Arévalo dejó de visitar Canadá para liderar ceremonias de ayahuasca.
Al investigarlo vimos que estuvo activo en todo el mundo en los años transcurridos desde entonces y que ahora está basado en un retiro en el centro de Perú. Lo visitamos.
El lugar solía llamarse Anaconda, pero cuando vamos allí recibe a su primer grupo de extranjeros bajo un nuevo nombre, Bena Shinan.
Los participantes deambulan en un comedor detrás de nosotros, cuando le mencionamos a Arévalo, un hombre de 71 años con cabello de plata y dientes de oro, las acusaciones de abuso sexual.
“No acepto las acusaciones porque no son ciertas”, dice con firmeza. “Porque a veces la gente simplemente se imagina esas cosas”.
Él dice que oyó hablar sobre la carta firmada por miembros de la comunidad canadiense de ayahuasca, pero que nunca la leyó.
“No me interesa porque las acusaciones no son ciertas”, dice él. “No me molesta porque no creo que una acusación vaya a matarme”.
Las denuncias contra él, dice, son “las imaginaciones de personas que no están bien”.
“Cuando tocas a alguien que ha sufrido abusos o violaciones, piensan que eres igual. Eso es lo que pasa. Así es como yo lo interpreto”.
Cuando le mostramos la acusación específica que le hace Anna, él responde que no recuerda haber tocado jamás a una paciente durante una ceremonia en Canadá, y dice que ella se lo debe haber imaginado también.
“¿Qué más va a hacer él que mentir y negarlo?”, responde Anna. “De lo contrario, tendría que dar un paso hacia adelante y asumir la responsabilidad de la forma en que actuó”.
¿Y qué hay de su afirmación de que ella se imaginó el abuso?
“A mí me suena a gaslighting [manipulación psicológica], la verdad”, dice ella.
Aunque Arévalo niega haber abusado sexualmente de nadie, sí que admite que algunos curanderos que trabajan para él tuvieron sexo con “personas enfermas”.
Él dice que ya no trabaja con esos curanderos, pero que en algunos casos fueron los pacientes quienes iniciaron las relaciones.
“Las mujeres occidentales también vienen en busca de curanderos”, afirma.
La experiencia de Anna con la ayahuasca y el abuso no acaba con Guillermo Arévalo. A pesar de sus experiencias con él, no quiso renunciar a los beneficios que recibió del brebaje, y siguió tomándolo bajo las directrices de otros curanderos.
Ella cuenta que en 2014 fue violadae n ceremonias de ayahuasca en Perú por un chamán que es miembro del círculo familiar de Arévalo.
Dice que, de nuevo, “se congeló” y “dejé que me hiciera lo que quisiera”.
“Creo que me violó probablemente unas cuatro o cinco veces, y me di cuenta de que se lo estaba haciendo a otra gente”.
Después, Anna dice que se quedó en shock. No recuerda mucho sobre ese periodo de su vida.
“Comencé a desarrollar síntomas de psicosis y terminé en una recaída, volviéndome adicta al fentalino y con una sobredosis que casi me mata”.
“Creo que me culpé a mí misma durante mucho tiempo: por qué no pude decir que no, por qué no me pude mover, por qué le dejé que me hiciera esas cosas”.
Hemos hablado con otra participante que estuvo en el mismo retiro que Anna y que dice que el chamán fue destituido del centro por las acusaciones de otros pacientes. No lo nombramos porque, a pesar de nuestros esfuerzos, no pudimos comunicarnos con él para darle la oportunidad de responder a las alegaciones.
Emily Sinclair, una estudiante británica de doctorado que investiga la ayahuasca, forma parte de un grupo que trata de concientizar sobre el problema de los abusos sexuales en ese mundo.
Trabaja con Chacruna Institute, una organización que comparte investigaciones sobre plantas medicinales y psicodélicas.
Sinclair escribió una Guía de la Comunidad de Ayahuasca para la Concientización sobre el Abuso Sexual.
Esa guía señala escenarios típicos en los que ocurren los abusos. También anima a la gente a que consuma la ayahuasca con personas de confianza y a que investigue los retiros y compruebe las reseñas en internet antes de visitarlos.
Sinclair ha estado distribuyendo pequeños folletos en cafés, oficinas de turismo y retiros de ayahuasca en Iquitos, Perú, conocido por ser el eje del turismo de ayahuasca.
“Gran parte de los abusos ocurren en el contexto de curas individuales, en donde a una mujer se le pide que se quite la ropa innecesariamente”, dice ella. “En este contexto extraño, ella ya no sabe qué es normal y qué no”.
Sinclair dice que no se trata solo de curanderos indígenas que abusan de occidentales. “El abuso ocurre entre distintas culturas y dentro de ellas”, asegura.
“Pero uno de los grandes problemas es que mucha gente que viene aquí [a Perú] romantiza a los chamanes. Los colocamos en un pedestal. Y es muy fácil aprovecharse de esa imagen”.
“También hay presunciones que algunas personas aquí tienen sobre las mujeres occidentales y sobre su cultura”.
Sinclair ve algunas señales de alarma en la experiencia de Rebekah.
“Si él [el chamán] te toca demasiado, te cuenta que a su esposa no le importa que se acueste con otras, te anima a hacer un pacto de silencio, te dice que quiere enseñarte ‘la magia del amor’ y que si ustedes dos tienen sexo aumentará su poder y energía... todas esas son cosas que les cuentan a las mujeres en este contexto”.
Aquellos afectados por abuso sexual tienen dificultades para hablar sobre ello abiertamente.
Además, existe una fuerte sensación dentro del mundo de la ayahuasca de que cualquier tipo de publicidad negativa podría resultar en la intervención del gobierno, lo cual crea una presión adicional para permanecer en silencio.
Pero Rebrekah y Anna están alzando la voz porque esperan evitar que otras mujeres sean abusadas.
“Creo que lo único que podemos hacer es contarlo y hablar sobre ello”, dice Rebekah, “asegurarnos de que la gente sabe lo que está pasando”.
Rebekah dice que tras ser abusada tuvo “mucha tristeza y mucha terapia”.
Le ha costado confiar de nuevo en un curandero, pero ahora está de vuelta en Perú. Volvió a tomar ayahuasca y está trabajando en una tesis para su máster sobre medicina indígena.
“A pesar de todo lo que pasó, obviamente la ayahuasca es genial, por eso sigo volviendo a ella”.