El 27 de diciembre apareció una pequeña noticia en los medios de Estados Unidos según la cual un “contratista” del gobierno había muerto en un ataque con cohetes de Irán en una base estadounidense en Irak.
Otros ciudadanos estadounidenses, se reportó, fueron heridos en un suceso del que no se supieron muchos más detalles.
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Dos días después, Estados Unidos atacó cinco lugares en Irak y Siria controlados por un grupo paramilitar respaldado por Irán, según el Pentágono. 25 personas murieron.
Como respuesta, miles de personas cercaron la embajada de Estados Unidos en Bagdad durante dos días. Incluso el día 31 irrumpieron en el perímetro de seguridad en medio de gritos “muerte a EE.UU.”.
Luego, en la madrugada, el presidente Donald Trump publicó un tuit que decía: “Irán mató a un contratista estadounidense, hiriendo a muchos. Respondimos fuertemente y siempre lo haremos. Ahora Irán está orquestando un ataque en la embajada de EE.UU. en Irak. Serán considerados totalmente responsables”.
El 2 de enero, Estados Unidos lanzó el ataque con dron en el aeropuerto de Bagdad que mató al poderoso general iraní Qasem Soleimani y cinco otros funcionarios más de su país.
Y lo que empezó como una pequeña noticia se convirtió en una amenaza a la paz mundial.
Traductor y musulmán
Solo hasta el 7 de enero se supo el nombre del contratista a cuya muerte se puede reconducir esta escalada de tensión: Nawres Hamid.
Lo dio a conocer el Sacramento Bee, un periódico de la capital de California, que reportó que el contratista había sido velado el sábado 4 en esa ciudad.
De 33 años de edad, Hamid era lingüista y trabajaba como traductor en Irak para el ejército de Estados Unidos. Tenía dos hijos, de 2 y 8 años.
Musulmán de origen iraquí, se convirtió en ciudadano estadounidense en 2017.
Una foto publicada en internet por el Distrito de Colegios Comunitarios de Los Ríos, una asociación educativa, muestra a Hamid en el 2015 como un estudiante del American River College, donde estuvo cinco años estudiando ciencias de la computación.
Su esposa, Noor Alkhalil, le dijo al Sacramento Bee que sintió que algo andaba mal cuando Hamid dejó de responder a sus mensajes telefónicos.
“Poco después, recibió un golpe en la puerta. El empleador de Hamid, Valiant Integrated Services (una agencia de servicios de defensa), dio la noticia de su muerte”, escribió la periodista Sawsan Morrar.
“Todavía no se siente real. Ha sido difícil aceptar que ya no está aquí”, le dijo la viuda al diario.
Y aseguró que su esposo había sido enterrado en el cementerio musulmán de Sacramento con la financiación de la empresa.
Alkhalili, que es médica, y Hamid llegaron a Estados Unidos en el 2011.
“¿A qué volvería a Irak?”, se preguntó ella. “Ahora mi enfoque está en mis dos hijos; ellos son mi mundo”.