Pakistán ahorcó este martes a Shafqat Husain, condenado a muerte en la "adolescencia" y convertido en un símbolo contra la pena capital, haciendo caso omiso de las protestas de los defensores de los derechos humanos y de la ONU.
Un día después del ataque de los talibanes contra una escuela de Peshawar (noroeste), que había causado 154 muertos en diciembre, Pakistán retomó las ejecuciones de los presos condenados a muerte, incluidos los que no tienen vínculo con los movimientos considerados "terroristas".
La ONU, la Unión Europea (UE) y las organizaciones de defensa de los derechos humanos se apresuraron a condenar esta nueva política, lo que no ha impedido la muerte en la horca de unos 180 presos en Pakistán.
"El gobierno mostró una indiferencia despiadada no sólo por la vida humana, sino también por el derecho internacional", denunció Amnistía Internacional.
Shafqat Husain venía de una familia pobre y su caso no tenía relación alguna con la matanza de los talibanes en Peshawar.
Con el tiempo se había convertido en un emblema de los límites de la política de ejecución del gobierno en un país donde las "confesiones" se obtienen a veces mediante la fuerza y los sospechosos suelen carecer de documentos de identidad que demuestren su edad.
Husain fue condenado a muerte hace una década por el asesinato de un niño de siete años en Karachi (sur). Siempre clamó su inocencia y dijo que había "hecho confesiones" después de días de tortura policial.
"Quiero que el mundo sepa que nunca toqué a ese niño, esas han sido sus últimas palabras", declaró a la AFP su hermano Gul Zaman, que se reunió con él poco antes de su ejecución.
En apelación, sus nuevos abogados defendieron que era menor en el momento de los hechos de los que se le acusaba y por lo tanto no podía ser ahorcado. Los tratados internacionales ratificados por Pakistán prohíben la ejecución de personas declaradas culpables de crímenes antes de los 18 años.
Hasta la matanza de los talibanes las autoridades paquistaníes se oponían a una reapertura de la investigación pero respetaban la moratoria que impedía su ahorcamiento. Pero después del ataque de Peshawar todo cambió.
- Acusaciones de tortura -
Las organizaciones de defensa de los derechos humanos emprendieron una campaña para salvarlo y los diplomáticos europeos se hicieron eco del caso.
El año pasado, la UE otorgó a Pakistán el estatus GSP+, que le permite vender productos textiles a Europa sin aranceles a cambio de compromisos en materia de los derechos humanos, una medida que le ha permitido aumentar sus exportaciones en 1.000 millones de dólares.
Hace unos meses, ante las protestas, las autoridades paquistaníes aceptaron finalmente investigar la edad real de Shafqat Husain en el momento de los hechos, pero sin abordar las acusaciones de tortura.
El caso quedó a cargo de la Oficina federal de investigaciones (FIA). Tras las averiguaciones las autoridades insistieron en que era mayor de edad en el momento de los hechos pese al certificado de nacimiento presentado por sus abogados, que atestaba que era menor.
Un grupo de expertos de la ONU concluyó que su juicio no respetaba "las normas internacionales".
En un último esfuerzo, varios responsables paquistaníes intentaron el lunes convencer al presidente Mamnoon Husain de que sobreseyera la ejecución.
Fue en vano. Shafqat Husain fue ejecutado el martes de madrugada, unos "diez minutos antes de la oración", según una fuente carcelaria, tras haber pasado una década en "el corredor de la muerte". Sus restos mortales fueron entregados a sus hermanos.
"¿Por qué ahorcaron a mi hermano? ¿sólo porque somos pobres?", lloraba en Cachemira su hermana Sumaira Bibi. "Mi hijo era inocente... no podemos hacer nada más, pero los que lo han matado tendrán que enfrentarse a Dios el día del juicio final", abundó su madre, Majni Begum.