Bandera China (AFP)
Bandera China (AFP)
/ NICOLAS ASFOURI
Irma Montes Patiño

En los últimos años, ha intensificado sus relaciones diplomáticas y económicas con los países de América Latina y el Caribe. En este contexto, Perú se ha posicionado como un socio estratégico de gran importancia geopolítica y geoeconómica para los intereses chinos en la región.

El Perú es uno de los principales productores de cobre, oro, plata y zinc, y Chin es el mayor consumidor de estos metales fundamentales para su crecimiento económico y demanda interna. Ese país ha realizado grandes inversiones mineras en Perú y desde 2010, año en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio entre ambos países, el intercambio comercial se triplicó superando los $26.000 MM en 2021. China es hoy nuestro principal socio comercial.

Lo mencionado sumado a la construcción del megapuerto de Chancay; el proyecto de una vía férrea bioceánica para unir el Pácifico peruano con el Atlántico brasileño; y otras obras en la región, causan preocupación en Washington que ve cómo Beijing amplía su influencia en lo que Estados Unidos considera su “patio trasero”, pero que ha sido desatendido desde hace varias décadas.

Desde la perspectiva de China, el fortalecimiento de las relaciones con Perú le permite profundizar su proyección de poder en el hemisferio occidental y contrarrestar el tradicional liderazgo estadounidense en la región. Para Beijing, un Perú alejado diplomática y económicamente de la órbita de Washington representa un punto de apoyo geopolítico crucial. Ello convierte a nuestro país en una pieza clave en el rompecabezas geopolítico de China.

Entre las ventajas de tener a China como socio comercial están el acceso a al inmenso mercado chino con más de 1.400 millones de consumidores y una creciente clase media con poder adquisitivo. Otra ventaja es que China significaría una fuente de inversión directa, especialmente en sectores clave como minería, energía, infraestructura y comercio, con proyectos de infraestructura como carreteras, puertos, líneas de transmisión eléctrica, etc. a través de créditos y préstamos de instituciones chinas.

Geopolíticamente, las relaciones estrechas con China nos brindan un mayor margen de maniobra generando un contrapeso frente a la influencia de potencias tradicionales como EE.UU. Sin embargo, no debemos soslayar temas no menos importantes en esta relación bilateral pues también hay desafíos como la posible reprimarización de las exportaciones peruanas hacia China, la competencia de importaciones chinas baratas, problemas ambientales de algunas inversiones chinas y preocupaciones sobre su presencia en sectores estratégicos. Dicho esto, las ventajas económicas y comerciales de la relación con China son mayores que las desventajas para Perú. Todo ello generará empleos impulsando el crecimiento económico y divisas para nuestro país en sectores -aparte de los ya mencionados- como el turismo, donde el aumento de la clase media china ha impulsado un mayor flujo de turistas chinos a destinos como Perú.

Nos quejamos de la mala situación económica del país y de las malas gestiones de los últimos gobiernos, pero no ponemos un hombro de apoyo como responsabilidad que toca a todo peruano, no solo al gobierno de turno. En conclusión, debemos apoyar el viaje de la presidenta Dina Boluarte, no solo por muestra de correcta diplomacia, sino porque seremos los anfitriones de APEC en noviembre, donde con seguridad asistirá el presidente Xi Jinping, amigo ideológico de muchos que ahora critican a Boluarte, pero quien para sorpresa de muchos, tendrá como bandera económica un discurso promercado.

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