Las autoridades españolas no saben cómo puede haber pasado: una enfermera contrajo ébola, el primer contagio fuera de África.
Fue en el Hospital Carlos III de Madrid, donde fueron atendidos y murieron en agosto y setiembre los dos misioneros españoles repatriados de África ya gravemente enfermos.
La contagiada, una auxiliar de enfermería de 44 años, formó parte de los equipos que trataron a ambos.
Aseguran que se tomaron todas las medidas de seguridad según los más altos estándares marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del centro de control de referencia europeo.
Y aún así, enfermó.
Una vez confirmado el caso, no se hicieron esperar las denuncias de trabajadores de salud negando que se hubieran cumplido tales estándares y hablando de falta de preparación.
"INVESTIGANDO"
No obstante, el director general de Atención Primaria, Antonio Alemany, aseguró que en el Hospital Carlos III los funcionarios dispusieron de todos los recursos necesarios para aplicar los protocolos de seguridad.
Alemany señaló que la mujer contagiada estuvo en contacto con Manuel García Viejo, fallecido el pasado 25 de setiembre, en dos ocasiones.
Una para tratarlo y la otra, una vez el misionero repatriado de África ya había muerto, para limpiar.
"Entró en la habitación con el equipo de protección individual y no se tiene constancia de exposición accidental de riesgo", agregó.
"En este momento se está investigando cuál ha podido ser el mecanismo de infección de esta profesional".
El funcionario explicó que los 30 sanitarios que atendieron a los enfermos luego fueron sometidos a un seguimiento por el que les tomaban la temperatura dos veces al día.
Aunque la paciente avisó que tenía fiebre, nunca había superado los 38,6 grados, lo que se supone es la barrera que hace sospechar la posibilidad de contagio de ébola.
"Inició una sintomatología vaga la madrugada del 30 de setiembre y contactó con el servicio de prevención de riesgos laborales. Desde ese momento fue seguida hasta que se decidió su ingreso", señaló Alemany.
La llegada del cura Manuel García Viejo a Madrid. (Reuters).
EQUIPAMIENTO DE PROTECCIÓN
Para contraer ébola, que según la OMS se ha cobrado más de 3.000 vidas en África, hay que estar en contacto directo con la sangre o fluidos corporales de alguien enfermo.
La OMS ha hecho públicas una serie de medidas para el tratamiento de los enfermos, entre las que destaca el aislamiento y que estén separados los que ya han sido diagnosticados de los sospechosos.
Además, la OMS requiere que se asigne el personal, tanto sanitario como no, que va a tratar a los pacientes de ébola.
Todo el que entre en contacto con los enfermos debe llevar el protegido adecuadamente: básicamente, los aparatosos equipos con los que hemos visto trabajar a los médicos en África, es decir, guantes, traje impermeable, protección para los ojos y máscara.
En los peores casos, cuando haya fluidos como sangre o vómitos, recomienda dobles guantes y además una cobertura extra desechable para los pies.
En gran medida, los de la OMS coinciden con los protocolos del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, en inglés) y sus recomendaciones para manejar al diagnosticado con ébola.
Para determinados procedimientos, cuando se manejan aerosoles, se requiere incluso más protección de las vías respiratorias con máscaras con certificación N95 por el Instituto de Salud y Seguridad Laboral (NIOSH, en inglés).
Pero lo más importante es no solo tener el equipamiento de protección adecuado sino usarlo según las instrucciones.
PELIGRO AL DESVESTIRSE
La doctora Nasia Safdar, experta en enfermedades infecciosas de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.), le explica a BBC Mundo que "suele ser muy difícil quitarse el equipo sin recontaminarse uno mismo".
"Ponérselo no es difícil, pero sí quitárselo", agrega.
Según Safdar, el error más común es contaminarse mientras se quita el equipamiento sin seguir las secuencias y los cuidadosos pasos necesarios.
Por ejemplo, Safdar cita que hay una forma muy específica de sacarse los guantes, que hay que tener mucho cuidado con el traje impermeable y jamás dejarlo caer.
Añade que para sacarse la máscara hay que tomarla desde detrás de la cabeza y no desde delante, donde pueden haber llegado el virus.
"Todo esto no es fácil de aprender, no en el sentido de que sea duro, sino de que hay que hacerlo despacio y con mucho cuidado", afirma.
"El personal debe ser entrenado practicando, no sólo leyendo los protocolos. Además, tienen que tener una segunda persona observándolos".
Las autoridades españolas aseguran que el personal estaba perfectamente entrenado y capacitado para lidiar con la crisis.
De momento, desconocen cómo, siguiendo todos los protocolos, podemos estar ante el primer caso de contagio fuera de África.