El español José María Gil Garré, codirector del Observatorio Internacional de Seguridad, teme que el mortífero ataque a dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, desate tempestades mayores provocadas por terroristas yihadistas y supremacistas blancos.
Gil Garré, experto en seguridad y terrorismo, no tiene dudas en calificar de bazofia o basura ideológica al yihadismo y al supremacismo blanco, dos posturas que -en apariencia- son diametralmente opuestas, pero que se tocan y coinciden en el odio y el rechazo al que es diferente. Y alerta sobre el peligro de la divulgación de los actos terroristas en las redes sociales, como sucedió en la masacre en Christchurch.
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—Usted ha tuiteado que este ataque abre una caja de Pandora. Suena apocalíptico…
Pues sí, cuando se abre una caja de Pandora se pueden desatar todo tipo de vientos en cualquier dirección, y ninguno será bueno.
—¿Cuál es el viento, o la reacción que más teme?
Este acto terrorista se ha retransmitido en directo y ha circulado por todo el mundo, su autor ha buscado un efecto planetario. Puede estimular conductas similares de grupos o personas con la misma ideología racista y xenófoba. El objetivo es conectar con personas o movimientos de esta naturaleza en Estados Unidos, Europa o cualquier parte.
—¿Un efecto contagio?
Así es. Si nos fijamos en los nombres escritos en las armas del agresor, son de asesinos y supremacistas de todo el mundo, es decir, ha querido envolver a todos los que comparten esta ideología y generar así una imitación, un ‘copy paste’ criminológico.
—¿Y la reacción yihadista ante esta matanza?
Ese es otro de los vientos, la reacción de los propios yihadistas que se excusarán en este ataque para cometer los suyos. Pero tanto los supremacistas blancos como los yihadistas a quienes más matan es a los musulmanes. Más del 90% de las víctimas de los 10 mil asesinatos que el terrorismo yihadista cometió el año pasado eran musulmanes. Los yihadistas odian a los musulmanes que no piensan como ellos y por eso matan indiscriminadamente.
—¿Cómo calificar la ideología de este individuo?
Tanto en los ataques yihadistas como en los supremacistas, estamos ante bazofias o basuras ideológicas. Estigmatizan de manera universal a los musulmanes, que son 1.700 millones de personas en el mundo. Son dos tipos de terrorismo de ideologías diametralmente opuestas solo en apariencia. Son ideologías criminales coincidentes en el odio y el rechazo al diferente.
—Que el ataque se haya producido en Nueva Zelanda...
Es curioso que haya pasado en un país con 200 etnias diferentes y más de 100 lenguas. Que alguien intente buscar una supremacía blanca en una región del mundo con esta diversidad es un reverendo disparate.
—¿Qué responsabilidad tienen los discursos de los líderes de ultraderecha?
No podemos imputar responsabilidad directa a un discurso como el de Trump o el de algún líder de la ultraderecha europea, pero desde luego que son discursos que tampoco ayudan a desdibujar las amenazas. Alientan, más bien, un caldo de cultivo peligroso y refuerzan esa mirada estigmatizadora y criminalizadora del diferente. Podemos recordar al tipo que fue detenido hace unos meses en EE.UU. por enviar paquetes-bomba, tenía llena su camioneta con calcomanías sobre Trump.
—Un panorama sombrío...
Con la transmisión en vivo este atentado ha sido un acto de comunicación en sí mismo. Y encima los seres humanos, hasta los más inocentes, comparten el video en las redes. La gente se convierte, entonces, en pura y mera transmisora de la acción violenta. Es un círculo vicioso, un mal que engendra otro mal, una violencia que genera otra violencia.