Spogmai, una niña afgana de 10 años, se entregó voluntariamente a las fuerzas de seguridad del puesto contra el que iba a perpetrar un atentado suicida en el distrito de Khanishin, provincia de Helmand, según un comunicado del Ministerio de Interior.
De acuerdo con la agencia AFP, la niña es hermana de un jefe local de los insurgentes talibanes. “Quería atacar un puesto de control fronterizo de la policía, haciendo estallar una bomba que iba disimulada en su chaqueta”, indicó el ministerio.
Tras su detención, Spogmai dio una rueda de prensa en la ciudad de Lashkargah en la que explicó que su hermano le colocó un chaleco cargado de explosivos.
“Me dijo que tome una chaqueta [con explosivos] negra, que vaya al puesto de control de la policía y que aplaste el botón. Me dijo que no me pasaría nada. Me acompañó hasta la estación de policía”, declaró la niña.
Pero la menor recuerda que empezó a gritar y a llorar, por lo que su hermano le sacó el chaleco y escapó.
“Como me daba miedo la reacción de mi padre -simpatizante de los talibanes-, acudí a la policía en vez de ir a casa“, dijo la niña, según recoge la agencia local AIP.
La menor aseguró que todos en su familia son seguidores de los talibanes y que su hermano llegó incluso a retener y asesinar a un soldado afgano en casa, según la agencia EFE.
Los talibanes siempre han negado el uso de menores en atentados suicidas.
Sin embargo, el pasado mes de marzo, también en Helmand, dos niños murieron y otros seis resultaron heridos por la detonación de un chaleco cargado de explosivos durante unas lecciones en una madraza sobre su manejo y fabricación.