El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, se ha hecho conocido a nivel mundial por sus insultos contra líderes mundiales como el papa y el presidente estadounidense Barack Obama, a quienes ha llamado "hijos de p...".
Duterte, que también arremetió contra el jefe de las Naciones Unidas y la iglesia Católica, logró una insuperable ventaja de 5.840.000 votos sobre su rival más cercano, con poco más del 88% de las papeletas escrutadas.
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Tras el anuncio de los resultados, Duterte declaró a la AFP que aceptaba "el mandato del pueblo". "Es con humildad, con mucha humildad, que acepto esto, el mandato del pueblo", dijo Duterte desde la sureña ciudad de Davao, de la que fue alcalde durante más de 20 años.
Duterte, de 70 años de edad, obtuvo casi el 40% de los votos, mientras que Mar Roxas, el candidato del presidente saliente, Benigno Aquino, lo seguía con cerca del 23%.
Gracias a su popularidad ha implantado una dura política antidrogas que, según reportes oficiales, ha dejado más de 2400 muertos en lo que va de su gobierno. Su orden de disparar contra todo aquel que se resista a una detención ha sido criticada por organismos de derechos humanos de todo el mundo.
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El mandatario ha gobernado Davao, la tercera ciudad más grande del país, durante casi dos décadas.
--- ¿Una nueva era autoritaria? ---
Tres décadas después de la revolución que expulsó del poder al dictador Ferdinand Marcos, los detractores de Rodrigo Duterte advirtieron del riesgo de que su mandato acarree una nueva época convulsa para Filipinas.
"Necesito su ayuda para detener el regreso del terror en nuestro país. No puedo hacerlo solo", dijo en Manila en referencia Benigno Aquino, cuya madre, Corazón Aquino, encabezó el movimiento democrático que derrocó a Marcos y presidió la nación durante seis años.
Pero los filipinos, que no han visto reflejado el crecimiento económico del país en una mejora de su nivel de vida, parecieron ignorar esas advertencias y prestar oídos a la prédica de Duterte contra les élites.
Según Duterte, para acabar con la pobreza hay que erradicar el crimen. Pero para ello hace falta saltarse a una justicia ineficaz y corrupta y ordenar a las fuerzas de seguridad la eliminación de los criminales.
"¡Olviden las leyes sobre los derechos humanos!", gritó en su último mitin.
"Si soy elegido presidente, haré exactamente lo que hice como alcalde. Ustedes, traficantes, atracadores y canallas, sería mejor que se vayan, porque los voy a matar", advirtió.
El abogado y alcalde amenazó, además, con establecer un gobierno unipersonal, si los legisladores le desobedecen.
En un país donde el 80% de sus habitantes son fervientes católicos, Duterte se permitió incluso insultar al papa Francisco. En un discurso para lanzar su campaña el año pasado, lo calificó de "hijo de p...", por haber provocado atascos durante una visita al archipiélago.
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Entre los méritos que se le atribuyen como alcalde destacan la notable reducción del crimen y el reconocimiento de los derechos de la minoría indígena lumad y la comunidad musulmana, un modelo de representación que luego copiaron otras poblaciones de Filipinas.
Apasionado de las motos y mujeriego confeso, uno de los momentos más comentados de su carrera política fue el que protagonizó este año cuando, durante la campaña electoral, bromeó sobre la violación y asesinato de una misionera australiana en 1989.
"El alcalde (en referencia a sí mismo) debía haber sido el primero en violarla. !Era tan guapa!", bromeó Duterte en un mitin.
Pero las maroía de las críticas recaen sobre su defensa a ultranza de las ejecuciones extrajudiciales de narcotraficantes, criminales e incluso consumidores de drogas.
Desde hace 30 años, el archipiélago ha sido dirigido, tanto a nivel local como nacional, por clanes familiares apoyados por importantes empresarios, un sistema que ha ahondado aún más las diferencias entre ricos y pobres.
Fuente: Agencias