(Foto: Reuters)
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Virginia Rosas

Donald Trump parece no conocer otro lenguaje que el belicoso, aquel que le dio tantos réditos durante la campaña electoral y con el que debutó en la Asamblea General de la Naciones Unidas. No solo amenazó con destruir completamente Corea del Norte, sino que volvió a llamar ‘hombre cohete’ a Kim Jong un, de quien dijo estaba enfrascado en una misión suicida para él y para su pueblo.

El ‘líder supremo’ de Pyonyang debe haber saltado de alegría al escuchar el discurso del presidente estadounidense, porque eso lo refuerza a continuar en su afiebrada escalada nuclear y mantiene al régimen bien consolidado en el poder. ¿Quién osaría criticar al tirano -sin ser acusado de traición a la patria- si el enemigo acérrimo está amenazando con aniquilar el país entero? Más vale mostrar los dientes y prometer que morirás matando.

Tan preocupante, o más, resulta la creciente hostilidad de Trump contra Irán, país con el que los 5+1(los cinco miembros del Consejo de Seguridad más Alemania) firmaron, el 14 de julio del 2015, el llamado Acuerdo de Viena, que prevé diez años de control del programa atómico de ese país a cambio de un levantamiento progresivo de las sanciones económicas.

Pese a que Teherán se ha plegado sin chistar a la norma- que indica que cada tres meses Washington debe certificar que se está cumpliendo con los acuerdos- emitida gracias a una ley del propio congreso de Estados Unidos, Trump se refirió a Irán como un “régimen de asesinos” que continúa con actividades de desestabilización construyendo peligrosos misiles.

La víspera, el multimillonario presidente había sostenido una reunión con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien lo presiona para que renuncie a lo que él llama “un espantoso acuerdo” firmado durante el gobierno de Obama, y que según Israel ofrece facilidades para la construcción de un programa nuclear.

El problema es que si el acuerdo no se cumple, pese a la buena voluntad demostrada por Teherán -refrendada por el Organismo Internacional de la Energía Atómica- se corre el riesgo de instaurar una situación similar a la de Corea del Norte en el ya convulsionado Oriente Medio.

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