“Esto será como un juego de fútbol”, augura el profesor Alan Schroeder ante la expectativa que ha generado la presentación de Hillary Clinton y Donald Trump en el primer debate presidencial. Es autor del libro “Debates presidenciales: Negocios riesgosos en la campaña electoral”.
— Esta elección presenta a dos candidatos con un antivoto muy alto. ¿Cree que este primer debate podrá convencer a los indecisos?
Puede ser. El grupo de los indecisos no es muy grande, y algunos han dicho que van a votar por los candidatos de los partidos independientes. Aunque siempre hay gente que dice eso, y en el último momento se deciden a votar por uno de los partidos principales. Pero para Hillary y Trump también es importante fortalecer sus relaciones con sus seguidores, motivarlos para asegurar que voten el 8 de noviembre. Entonces hay dos metas: persuadir a los indecisos y reforzar el apoyo de sus seguidores.
— ¿Quién llega con ventaja al debate? ¿Clinton o Trump?
Ninguno de los dos tiene una ventaja obvia ante el debate. Lo que tiene Trump es su espontaneidad y el elemento sorpresa, que pueden ser una ventaja en un formato como este, pues es un programa en vivo. Además, él tiene mucha familiaridad con la televisión pues es un personaje muy mediático. De otro lado, Hillary tiene la ventaja de la experiencia. Ha participado en muchos debates y tiene más información, sabe muy bien sobre el manejo del gobierno y la política internacional. Es abogada y tiene un estilo muy profesional frente a su oponente. Los dos tienen ventajas, pero con talentos distintos.
— ¿Y cuáles son sus principales debilidades?
En el caso de Trump, su boca es su enemigo. Dice cualquier cosa que piensa, no tiene el talento de editarse y eso puede ser muy peligroso en un programa en vivo. A eso se suma su historial de insultos, las cosas negativas que ha dicho sobre las mujeres, y él no puede insultar a Hillary de la misma manera en que hizo con sus oponentes en las primarias. En el caso de Hillary, su debilidad es que es una persona rígida, y este es un ambiente donde no se puede predecir lo que va a pasar; y con un oponente tan impredecible será para ella un gran reto manejar la situación. El público también la percibe como una persona poco confiable.
— ¿Los debates son determinantes para ganar?
Normalmente, no tienen un efecto determinante en la votación. Hay ejemplos históricos, como en 1980 cuando hubo un solo debate entre Ronald Reagan y Jimmy Carter. El debate tuvo lugar a solo una semana de la elección, por eso tuvo mucha influencia. Reagan fue muy exitoso y Carter no. Yo creo que es difícil saber qué influencia tienen los debates, porque solo es un elemento entre muchísimos factores que influyen en el público cuando votan.
— ¿Cuál ha sido el debate que ha pasado a la historia?
Creo que todos, empezando con el debate entre Kennedy y Nixon en 1960, que ha dejado lecciones que hasta hoy son tomados en cuenta, como la buena preparación de Kennedy y los serios problemas de imagen que tuvo Nixon. Cada elección deja nueva información para los siguientes candidatos, porque tenemos más de 50 años de debates presidenciales. Este año, Hillary debe acordarse del ejemplo del presidente Obama en su primer debate con Mitt Romney, en el 2012. Ese primer debate lo perdió Obama porque casi no mostró entusiasmo.
— El primer debate fue hace más de 50 años y el acercamiento que tenemos ahora ante la TV es diferente. ¿Los debates siguen manteniendo ese interés, o este se ha reforzado con las redes sociales?
Lo que pasa es que los debates se han convertido en una experiencia de dos pantallas: la TV y el celular, o la computadora. Un debate tiene cada vez más importancia durante el mismo, por la reacción de lo que está pasando en vivo. Eso tiene mucha influencia, porque las redes sociales tienen el efecto de reforzar la reacción del público. Por eso creo que los candidatos tienen ahora más presión en una situación de por sí muy tensa, pues cualquier cosa que digan, o cualquier gesto, se magnifica y amplifica por las redes sociales.
— ¿Qué candidato cree que podría ganar el debate?
Yo creo que es imposible predecir un resultado, porque de un lado tenemos un candidato que no sabemos lo que va a hacer. Esta es una situación donde solo hay dos personas que discuten durante 90 minutos, que es muchísimo tiempo. En el debate no hay un momento de descanso, no habrá anuncios publicitarios, y eso también es un reto físico muy difícil pues estos candidatos no son jóvenes. Con el historial de Trump como un candidato impredecible, creo que es imposible ofrecer una predicción. Por eso todo el mundo va a mirar el debate porque nadie sabe lo que va a pasar. Será como un juego de fútbol. Será algo muy interesante.
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