El reverendo Samuel Rodríguez tiene una explicación simple para uno de los datos más llamativos que muestran las encuestas políticas en Estados Unidos: el sólido apoyo evangélico al presidente Donald Trump.
"Trump ha hecho más por el movimiento evangélico que cualquier otro presidente desde la época de Ronald Reagan", afirma en entrevista con BBC Mundo Rodríguez, miembro de un pequeño grupo de evangélicos que asesoran informalmente a Trump.
Pese a tantas polémicas en torno al presidente —incluidas acusaciones de infidelidades matrimoniales y conductas sexuales inapropiadas, que él niega— cerca de tres de cada cuatro evangélicos blancos en EE.UU. aprueban su gestión, según un sondeo del Centro de Investigación Pew divulgado este mes.
"Están separando la política de la personalidad", afirma Rodríguez, quien también preside la Conferencia Nacional de Líderes Cristianos Hispanos (NHCLC, por sus siglas en inglés), la mayor organización hispano-evangélica en este país.
Desde la Casa Blanca, Trump ha tomado medidas que desvanecen la frontera entre religión y política en EE.UU.
El año pasado firmó una orden ejecutiva para facilitar la participación de grupos religiosos en campañas políticas sin perder sus beneficios impositivos yhace unos días emitió otra para aumentar la influencia de estos grupos dentro del gobierno.
Hijo de inmigrantes puertorriqueños, casado y con tres hijos, Rodríguez tiene su iglesia en Sacramento, California, y fue el primer latino evangélico en participar de una investidura presidencial en EE.UU., cuando asumió Trump el año pasado.
A continuación te presentamos la entrevista que mantuvimos con Rodríguez, quien en el pasado también asesoró al expresidente Barack Obama y niega pertenecer a filas republicanas o demócratas:
- ¿A qué se debe el nivel de apoyo tan elevado que el presidente Donald Trump tiene entre los evangélicos de Estados Unidos?
Para muchos evangélicos Obama representaba una restricción al avance evangélico en Estados Unidos.
Muchos evangélicos lo apoyaron en 2008. Pero como él se fue más a la izquierda, lo abandonaron y un 81% apoyó al presidente Trump.
- ¿Qué esperan exactamente los evangélicos de Trump?
Uno de los principios fundamentales del movimiento evangélico mundial es el compromiso con la vida. Es la idea de que cada ser humano dentro del vientre, y fuera de él también, lleva la imagen de Dios. Y el presidente Obama hizo más para avanzar el aborto que cualquier otro presidente anteriormente.
El compromiso es: Donald Trump, por favor ayúdanos a proteger la vida. Ayúdanos a ponerle un fin a la persecución mundial contra los cristianos y proteger la libre expresión religiosa.
Pero no se limita a eso. El evangélico es uno de los movimientos más pro reforma migratoria. Tenemos que buscar una forma para legalizar a aquellos que están aquí que no están involucrados en actividades negativas.
- Y por sus políticas de gobierno, ¿Está Trump siendo un presidente ideal para los evangélicos, un "presidente soñado" como algunos dijeron en su momento?
Respecto a la política, sí.
Trump ha hecho más por el movimiento evangélico que cualquier otro presidente desde la época de Ronald Reagan. Se puede medir. Hay 20 puntos que uno puede decir claramente: aquí firmó una orden ejecutiva, aquí firmó una ley, aquí avanzó…
- Al mismo tiempo hablamos de alguien como Trump, que ha hecho comentarios obscenos sobre mujeres, se jactó de tener relaciones sexuales con una mujer casada, ha sido acusado de abusos sexuales, una actriz porno y una modelo de Playboy dicen haber tenido relaciones extramaritales con él… En base a esto, algunos pueden preguntarse si se trata de un presidente de "sueño" o de "pesadilla" para los evangélicos…
Es una pregunta que se debe analizar. Yo he dicho que los evangélicos no deben endorsar a a ningún presidente. Deben apoyar lo que es la política, la iniciativa, lo que están avanzando.
Bill Clinton, quien fue acusado de violación, algo mucho peor de lo que acusaron a Trump, recibió también un gran apoyo del movimiento evangélico. Los evangélicos estaban apoyando los esfuerzos de Bill Clinton a favor de la fe y a la vez condenando sus actos personales que no se alineaban con los valores bíblicos.
Los evangélicos son igual de maduros en esta generación. No están abrazando lo que el hombre (Trump) ha hecho en su matrimonio o lo que se alega que hizo. Todavía no se sabe lo que es cierto y lo que no lo es.
Si es cierto, obvio que no se alinea con los valores bíblicos de la fidelidad en el matrimonio y los evangélicos condenan este tipo de actos.
Al mismo tiempo, están separando la política de la personalidad. Los presidentes en Estados Unidos no han sido los hombres más moralmente bíblicos en sus matrimonios. Algunos sí, pero no todos.
Por lo tanto, se separa la política, no con el propósito de ignorar el resto sino de tratar el resto de una forma que no perjudique el avance de una política positiva.
- La cuestión es que no se escuchan tantas críticas evangélicas al presidente Trump por estas conductas y acusaciones que recibe, como sí se escuchan aplausos a sus políticas públicas. Entonces, ¿hay una transación y se le toleran algunas cosas a cambio de obtener otras?
Jamás. Conozco a la gente que asesora al presidente, son amigazos. Y le puedo decir que jamás hay una transacción.
Nunca decimos: "Bueno, vamos a ignorar sus pecados, su adulterio, etcétera y a cambio usted me entrega a mí esta política". Jamás. Hay un compromiso de integridad.
Cuando uno se confiesa con el sacerdote, se hace en privado, frente a la presencia de Dios y el clérigo, el pastor. Por lo tanto, puedo estar 100% seguro que si hay un momento de interacción entre pastores y el presidente Trump, se hace en privado.
Y no hay una transacción. Hay momentos de intervención, de oración y una reflexión muy íntegra. Pero eso no se hace en público, porque así no se trata el ministerio. Es algo privado, muy confidencial, pero muy cierto y muy claro.
- Usted ha estado en la Casa Blanca. ¿Ha tenido oportunidad de hablar sobre estas cosas como líder religioso con Trump?
Bueno, si lo he hecho no puedo decírselo porque viola la confidencialidad que el presidente me ha otorgado, si me la ha otorgado. Si no lo ha hecho, tampoco se lo puedo decir.
Sí le puedo decir que he estado con el presidente y he tenido conversaciones con él sobre varias cosas. Eso es parte de la esfera pública. Nuevamente, no veo ninguna transacción. Han habido acusaciones que no han sido comprobadas.
Cuando yo escuché el audio de la conversación que salió antes de las elecciones (en el que Trump se expresaba de forma obscena sobre mujeres) salí y lo condené en público, porque era algo muy asqueroso.
Pero cuando no hay algo comprobado, tenemos que tener cuidado.
Eso no es decir que no se haya hablado con el presidente. Hay cosas que se hablan. Pero somos muy cuidadosos. Podemos condenar actos, expresiones, hechos que no se alinean con la moral y a la misma vez apoyarle y aplaudirle cuando avanza una agenda positiva que está salvando seres humanos.
- Usted ha reclamado una reforma migratoria y la inclusión de los inmigrantes en EE.UU. Pero algunas políticas de Trump van en el sentido contrario: les ha quitado amparo contra la deportación a miles de inmigrantes latinos y quiere restringir la reunificación familiar. ¿Cuánto afecta esto el apoyo de los evangélicos latinos a Trump, comparado por ejemplo con el de los evangélicos blancos no hispanos que parece muy sólido?
El día de las elecciones, el 30% de los latinos votaron por Trump. Fue una sorpresa para todo el mundo. De esa cantidad, la mayoría se identificaron como hispanos evangélicos.
Fueron el grupo número uno latino que apoyó a Donald Trump, por ser pro vida y proteger la libre expresión del cristianismo en este país, aun cuando no les gustó su retórica respecto a la inmigración.
Estoy tratando arduamente de ayudar a la Casa Blanca a formar un marco pro reforma inmigratoria. He luchado toda mi vida para legalizar a la gente buena que está en este país. Estoy ahí como una voz clamando en el desierto. Algunas veces me empujan para atrás, algunas abrazan mi idea.
El movimiento latino evangélico no está casado con Donald Trump. Tampoco estaba casado con Obama. Estamos casados con una agenda que va mucho más allá de la personalidad.