El magnate Donald Trump se impuso en las primarias republicanas en Florida y logró vencer a Marco Rubio, senador de ese estado, ubicándose así muy cerca de la nominación presidencial del Partido Republicano de Estados Unidos.
El resultado deja contra las cuerdas a Rubio, senador por Florida y quien precisaba de una victoria en su estado para aspirar a continuar con vida en la carrera por la Casa Blanca.
Donald Trump, el magnate inmobiliario de retórica beligerante contra los inmigrantes latinos clandestinos, debería ganar con contundencia en Florida, según las primeras proyecciones, y de esa forma se quedaría con los 99 delegados del partido en ese estado del sureste estadounidense con una fuerte población de origen latinoamericano.
Rubio, el senador de origen cubano por ese estado, inmediatamente anunció su retiro de la carrera, sin que su discurso optimista pudiera conquistar los votos de un electorado iracundo con la clase política.
"Quiero felicitar a Donald Trump por su victoria, una gran victoria en Florida", dijo Rubio ante un entristecido grupo de seguidores en Miami, anunciado que su "campaña está suspendida".
"No está en el plan de Dios que yo sea presidente en el 2016, acaso nunca", dijo Rubio a una multitud de sus partidarios en Miami.
Sin nombrar al ganador Trump, Rubio se pronunció contra su manera divisionista de hacer política: "Pido al pueblo estadounidense que no ceda al miedo, que no ceda a la frustración", afirmó.
El senador de 44 años ganó tan solo tres de los estados en juego en las primarias presidenciales hasta el momento, pero la derrota en las primarias de Florida, en las que el ganador se queda con todos los delegados, resultó el golpe mortal.
Apenas seis años antes había sido el favorito del movimiento ultraconservador Tea Party que venció de manera aplastante al candidato de la "corriente principal" republicana por una banca en el Senado en Washington.
"Gracias Florida", reaccionó Donald Trump en Twitter.
El hombre de negocios de Nueva York, por el que nadie apostaba un centavo hace nueve meses, se lleva los 99 delegados de ese estado y se acerca un poco más a su objetivo: portar los colores del partido Republicano en las presidenciales del 8 de noviembre.
Trump sin embargo sufrió una derrota en Ohio en manos de John Kasich, el gobernador de ese estado industrial del norte estadounidense, que dio así un necesitado impulso que lo mantiene con vida en la campaña.
Al fin de la jornada, los republicanos y los demócratas, los dos grandes partidos de Estados Unidos, habrán escogido a más de la mitad de todos sus delegados a las convenciones nacionales de julio, por lo que la votación es considerada un divisor de aguas en esta campaña.
Fuente: Agencias