Hitler usó una droga llamada eucodal, que era un estimulante que lo ayudaba a aumentar su autoconfianza cuando se reunía con sus generales. La usó especialmente en 1944, cuando todo estaba perdido. (AFP)
Hitler usó una droga llamada eucodal, que era un estimulante que lo ayudaba a aumentar su autoconfianza cuando se reunía con sus generales. La usó especialmente en 1944, cuando todo estaba perdido. (AFP)
Renzo Giner Vásquez

El 22 de junio de 1940 Hitler celebraba ante cámaras, en Compiègne, la conquista de Francia. Mientras tanto, el mundo veía horrorizado cómo este país caía al igual que Polonia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.

La Alemania nazi y su Blitzkrieg (‘guerra relámpago’, en alemán) parecían imparables. “Y las drogas influyeron mucho. No quiero decir que solo fue por eso, pues tuvieron mucha estrategia, armamento y entrenamiento, pero las metanfetaminas cumplieron un papel importante”, explica Norman Ohler, autor del libro “Blitzed. Drogas en el Tercer Reich”.

— ¿Cómo decidió investigar la guerra desde ese ángulo?
Por un amigo que de casualidad encontró antiguas píldoras de Pervitin [metanfetaminas] junto a otras cosas de los años 40. Me contó que incluso la probó porque era un DJ y le interesaban las drogas en general. Él me comentó que el Pervitin era legal en la Alemania nazi pese a ser bastante fuerte, ahí comencé a interesarme. Me puse a investigar, creía que sería bueno escribir un artículo al respecto, pero encontré tantos registros que lo convertí en una investigación académica y terminé escribiendo el libro.

— ¿Cómo se inicia una investigación así, dónde se encuentra ese tipo de información?
Primero fui a la antigua fábrica donde elaboraban el Pervitin. Encontré el edificio en ruinas, logré entrar y luego hurgué en los archivos de la ciudad de Berlín para ver cuántas píldoras producía esa fábrica y cuán exitoso fue el Pervitin. Hallé avisos sobre el producto y esquemas de producción, pero quizás el paso más importante fue que investigué en Internet que el mismo Hitler tomaba drogas y su extraño doctor Theodor Morell estaba involucrado en eso. Entonces fui a los archivos federales de Alemania para ver los documentos que dejó el doctor y pude leer mucho de los tratamientos que le brindaba a Hitler.

— En una entrevista señaló que Hitler consumía más de 80 fármacos.
Sí y los nombres de todos están detallados en mi libro pero no puedo precisar si las tomaba cada día o cada mes, cambiaba mucho. Sin embargo, era una cantidad increíble de medicinas y parecía no importarle cómo interactuaban unas con otras.

— Una de ellas, según contó en otra entrevista, era el eucodal. ¿Eso explicaría la euforia de sus discursos?
No realmente. Él comenzó a utilizar este opioide en julio de 1943 y lo usó especialmente en 1944, cuando ya no daba más discursos públicos. Él usaba este estimulante estratégicamente para aumentar su autoconfianza cuando se reunía con sus generales. En ese momento había una gran posibilidad de que Alemania perdiera la guerra y sus generales buscaban convencerlo de cambiar sus tácticas. El eucodal le sirvió para mantenerse firme en su decisión de seguir con ese plan.

— ¿Cuán extendido estaba el uso del Pervitin en la Alemania nazi?
En ese entonces no había otro producto en el mercado con el que se le pudiera comparar. Especialmente cuando la guerra empezó era muy complicado conseguir una taza de café, mientras que el Pervitin estaba bastante disponible y se volvió muy popular. Era mucho más fácil conseguir Pervitin que una taza de café porque este último estaba regulado en la cartilla de abastecimiento que daba el Gobierno. El Pervitin lo podías comprar en cualquier farmacia, sin necesidad de receta, hasta era más barato que el café. Era un éxito. Solo los militares consumieron millones de píldoras de Pervitin durante la guerra. Pero no hay un número exacto de cuánto llegó a consumir la población alemana en general.

— La Alemania nazi tenía un discurso antidrogas pero a la vez todos las consumían en el país. ¿Por qué ese doble discurso?
Es una interesante contradicción entre su ideología y la realidad de lo que necesitaba una sociedad moderna: estimulantes. Los nazis pretendían tener un sistema limpio, sin ningún veneno, basados en su ideología para lidiar con trabajos estresantes. Pero esa ideología demostró ser débil.

— ¿En qué momento consumían las drogas los soldados nazis?
Poco antes de que Alemania invadiera Francia se repartió un documento entre el ejército nazi llamado “Decreto estimulante” en el que se indicaba que cada médico debía darle Pervitin a los soldados. Está detallado que se debían tomar dos píldoras al iniciar el ataque y tras dos horas se debía consumir una píldoras más. Eran regulaciones claras de cuántas píldoras tomar por día para estar despiertos y alertas. Todo con el fin de estar en la mejor condición para la pelea. Para el Blitzkrieg contra Francia distribuyeron 35 millones de dosis de metanfetamina. Así consiguieron vencer.

— ¿Qué hay de las consecuencias, del daño causado por esas drogas?
Había un profesor responsable del programa de drogas en el ejército llamado [Otto F.] Ranke, que fue hasta el frente alemán desplegado en Francia para evaluar los efectos secundarios. Encontró casos en los que oficiales habían muerto por infartos causados por las metanfetaminas. Reportó esto al cuartel general en Berlín y los casos fueron usados por el ministro de Salud, Leonardo Conti, para iniciar una campaña contra las metanfetaminas. Conti se enfrentó al ejército diciendo que debían dejar de consumir la droga porque unidades completas se volvían adictas. El ejército respondió que los efectos positivos en la mayoría eran más importantes que unos cuantos adictos o muertos por los efectos secundarios. Se convirtió en una lucha de poderes entre ambos. Finalmente, la duración de la guerra hizo que muchos soldados se volvieran adictos y cayeran en depresión.

Esta imagen, captada en junio de 1940 en el cementerio de Langemark, se puede ver a Adolf Hitler rindiendo homenaje a los soldados alemanes caídos durante la Primera Guerra Mundial. (AFP)
Esta imagen, captada en junio de 1940 en el cementerio de Langemark, se puede ver a Adolf Hitler rindiendo homenaje a los soldados alemanes caídos durante la Primera Guerra Mundial. (AFP)

— ¿Cuánto cree que ha ayudado su obra a conocer el verdadero rostro de Hitler y de los nazis en general?
Ahora tenemos una mejor idea de Hitler y la condición en la que tomó muchas decisiones en su vida. Pero sobre todo nos explica por qué el ejército alemán fue tan exitoso al inicio.

— ¿Ya ha pensado en su siguiente investigación?
Sí, estoy escribiendo sobre unas personas en Berlín que formaron un grupo de resistencia muy interesante pero poco conocido. Investigo esa historia, pues quiero contar cómo sobrevivieron.

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