(Foto:AFP)
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Redacción EC

El mundo político francés reaccionó con consternación a la pérdida de una figura que marcó buena parte de la política del siglo XX en Francia y Europa y que continuó siendo un referente en el XXI. "Que su ejemplo inspire a nuestros compatriotas, que encontrarán en ella lo mejor de Francia", dijo el presidente Emmanuel Macron, tras conocer el deceso de la que, como ministra de Salud, impulsó la despenalización del aborto, la "Loi Veil", cuya defensa ante una Asamblea Nacional casi exclusivamente masculina se ha convertido en una de las imágenes icónicas de la política francesa.

Pero esa no fue ni la primera ni la última batalla de una mujer que desde muy joven se vio arrastrada, no arrollada, por la historia.

Simone Jacob, su nombre de soltera, nació el 13 de julio de 1927 en Niza, en el seno de una familia judía laica. Todos sus miembros -sus padres, su hermano y sus otras dos hermanas- fueron deportados en 1944. Ella, junto a su madre y su hermana Milou, terminó en Auschwitz. Reconoció que sobrevivir al Holocausto le hizo "querer vivir" y contar lo vivido para que no fuera nunca olvidado, hecho por el cual decidió no borrarse jamás el número de prisionera, el 78651, que los nazis le tatuaron en el brazo. Veil cumplió ampliamente esa promesa como presidenta de la Fundación para la Memoria del Holocausto y con su labor al frente del Fondo para las Víctimas del Tribunal Penal Internacional (TPI).

También vivió intensamente marcada siempre por un fuerte y diverso compromiso político. Magistrada, su vida da un giro definitivo en 1974, cuando el entonces premier, Jacques Chirac, le propone ser ministra de Salud y, poco después, se enfrenta a parte incluso de sus amigos y aliados políticos con su propuesta de ley para despenalizar el aborto.

"No podemos seguir cerrando los ojos ante los 300.000 abortos que, cada año, mutilan a las mujeres, que pisotean nuestras leyes y que humillan o traumatizan a aquellas que tienen que recurrir a ellos", dijo en defensa de una normativa que le valió incluso comparaciones con Hitler.

En 1979, apoyada por Valéry Giscard d'Estaing, que tras conocer la muerte de esta "mujer excepcional" dijo que "su vida ejemplar seguirá siendo una referencia para los jóvenes", Veil se convirtió en la primera presidenta del Parlamento Europeo, puesto que conservó hasta 1982. "El hecho de haber construido Europa me reconcilió con el siglo XX", afirmó la europeísta convencida, que, en 2005 salió de su cada vez mayor retiro de la vida pública -aunque siguió políticamente activa- para pedir el sí en el referéndum de la Constitución Europea. Un europeísmo que, ese mismo año, le valió el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en reconocimiento a "los ideales y realizaciones de una Europa unida y la proyección de los valores europeos al resto del mundo" de Veil, así como por "su coherencia, fuerza y constancia en la defensa de valores y objetivos en un momento histórico, en el que están apareciendo ciertas dudas y vacilaciones".

El presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, consideró la vida de Veil "un ejemplo a seguir" y lamentó que, tras la muerte del ex canciller alemán Helmut Kohl, "perdemos a otra gran europea".

Infatigable, Veil regresó a comienzos de los años 90 al gobierno como ministra encargada de Asuntos Sociales y Sanidad del gobierno de Édouard Balladur. En 1997 pasó a presidir el Alto Consejo de Integración y, un año más tarde, ingresó en el Consejo Constitucional de Francia. Desde 2008 era miembro de la Academia francesa.

Con su muerte, "Francia pierde una de sus grandes conciencias", dijo el ex presidente François Hollande.

Fuente: GDA/La Nación

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