Ha pasado una semana desde que la imagen del fotógrafo sirio Abd Alkader Habak dio la vuelta al mundo por su heroico acto luego de que en la quincena de abril se perpetrara un ataque suicida cuando miles de ciudadanos escapaban de los pueblos sitiados de Fua y Kefraya en Alepo, Siria. El mortal atentado le quitó la vida a 126 personas, entre ellos 68 niños. En este panorama, se puede decir que gracias a Abd la cifra de muertos no creció.
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El día del ataque, Abd comisionaba junto a otros periodistas. Tras el estallido, las imágenes que observó fueron terribles, niños ensangrentados que aún respiraban y ningún servicio médico que pueda ayudarlos.
“No lo dudé, hice lo que mi conciencia me dijo y empecé a ayudar… cogí en mis brazos a uno y corrí hasta encontrar una ambulancia, se lo llevaron y nunca más supe de él”.
El reportero gráfico de 23 años creció y estudió en medio de la guerra. Nació en la provincia de Idlib, una zona controlada por rebeldes y yihadistas que es bombardeada regularmente por aviones del ejército sirio, ruso y estadounidense, este último para neutralizar a los terroristas del Estado Islámico.
La tierra natal de Abd fue protagonista de varias portadas de periódicos en el mundo las primeras semanas de abril. Ese lugar fue escenario del ataque químico que habría lanzado la armada siria. El hecho motivó al presidente estadounidense Donald Trump a lanzar más de 50 misiles contra una base aérea del régimen de Bashar al Assad.
Abd vive desde 2014 en Alepo, ahí trabaja con agencias locales y algunos canales de televisión como reportero gráfico, un oficio que eligió motivado por la “injusta” guerra que desató el régimen sirio en Daraa en 2011, cuando unos niños fueron acusados y torturados por hacer un graffiti contra el Gobierno y cuando en una protesta, soldados dispararon contra manifestantes desarmados.
El presidente Bashar al Assad es el “hombre que arrastró a Siria a la guerra y dio pase a milicias iraquíes, afganas, al Hezbollah y a las fuerzas rusas”, sostiene Abd Alkader Habak a El Comercio
"El horror que vivimos de nuestras propias ramas de seguridad me motivó a participar de esta causa, ayudar a través de mi cámara y de mis acciones”, cuenta Abd, quien resalta que estas experiencias le ayudaron a entender que tiene derecho a “vivir una vida decente como el resto del mundo”.
["No lo pensé, hice lo que mi conciencia me dijo"]
Siria, un país considerado por la organización Reporteros Sin Fronteras como uno de los lugares más peligroso del mundo para hacer periodismo, sufre una crisis de corresponsales. Una carencia que Abd trata de compensar a pesar de ser “amenazado por todas las ramas de seguridad sirias, además de un predicador que secuestró y mató a varios periodistas”, según cuenta.
“Me convertí en fotógrafo cuando los periodistas de otros países se ausentaron en Siria, nadie podía enterarse de lo que sucede en la parte profunda del país”, dice.
“Este escudo contra la información es lo que nos llevó a los jóvenes a tomar las cámaras, aprender los principios de la fotografía y transmitir las imágenes de lo que está sucediendo en nuestro país… Incluso ahora podemos transmitir en vivo lo que ocurre en un lugar sin fraude”, agrega Abd.
El fotógrafo sirio señala además que no siente impotencia de vivir y trabajar en un lugar donde parece que no existe el futuro.
“No siento impotencia. Creo en el mensaje que transmiten mis fotos y en lo que hago. A pesar de todo lo que he sufrido me siento bien al ayudar cuando necesitan de mí. Mi vida siempre peligrará, pero eso es lo que me hace sentir vivo”, agrega.
Abd, finalmente, exige a la comunidad internacional “que detengan el vuelo de los aviones rusos y sirios, porque estos matan a niños y a civiles”.
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