Redacción EC

Como si se tratara de un capítulo de Black Mirror, ahora los Estados han dado un paso para garantizar que las personas tengan derecho y control sobre su propia mente. Algo que, en el papel, parece obvio pero que ya no lo es tanto con el desarrollo de la inteligencia artificial y de tecnologías que buscan leer y hasta manipular lo que pensamos.

es el país pionero en esta materia, pues esta semana se convirtió en la primera nación del mundo en incluir los derechos del cerebro, o neuroderechos, en su Constitución, con todas las protecciones que da la ley.

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Esta iniciativa aprobada en la Cámara de Diputados modifica la Carta Magna con el objetivo de definir por primera vez en la historia la identidad mental como un derecho no manipulable y protegerlo ante los inminentes avances de la neurociencia y la inteligencia artificial.

“El objetivo es proteger la última frontera del ser humano: su mente”, ha dicho el impulsor del proyecto, Guido Girardi, senador del centroizquierdista Partido por la Democracia.

“Se trata de la primera ley del mundo sobre neuroderechos y es el primer paso de un ecosistema legislativo que permitirá regular la inteligencia artificial y las neurotecnologías”, celebró tras la aprobación de la norma.

El senador chileno Guido Girardi, del Partido por la Democracia (centroizquierda) ha sido el impulsor de esta iniciativa. FOTO GEC
El senador chileno Guido Girardi, del Partido por la Democracia (centroizquierda) ha sido el impulsor de esta iniciativa. FOTO GEC
/ Jairo Vega

Según señala la iniciativa, el desarrollo científico y tecnológico en Chile deberá estar al servicio de las personas y se llevará a cabo con respeto a la vida y la integridad física y psíquica, resguardado la actividad cerebral y su información de los avances de la inteligencia artificial.

“Lo que está establecido es el derecho a la indemnidad de tu mente, a la protección de tu mente, de tu cerebro, a que no pueda ser intervenido sin tu consentimiento”, explicó Girardi en mayo pasado al portal , cuando presentó formalmente el proyecto para su consideración.

El control mental

Como señala la agencia EFE, los rápidos avances de grandes empresas tecnológicas como Facebook, IBM o Neuralink (de Elon Musk) en materia de neurotecnología e inteligencia artificial significan oportunidades científicas, pero algunos expertos advierten también posibles riesgos ante la posibilidad de alterar cognitivamente la mente humana.

Uno de estos científicos es el neurobiólogo español Rafael Yuste, profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia y principal impulsor del proyecto Brain que surgió en el 2013, y cuyo objetivo es trazar un mapa de la actividad de cada neurona en el cerebro humano.

Rafael Yuste, neurobiólogo español,  profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia y principal impulsor del proyecto Brain . FOTO GEC
Rafael Yuste, neurobiólogo español, profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia y principal impulsor del proyecto Brain . FOTO GEC
/ DIFUSION

En el año 2017, Yuste y otros académicos de la Universidad de Columbia plantearon sus preocupaciones sobre darle una prioridad ética al desarrollo de la tecnología y a la forma en la que se relaciona con el cerebro de los seres humanos, lo que dio paso al concepto de neuroderechos.

“Los neuroderechos definen por primera vez en la historia la identidad mental como un derecho que no puede ser manipulado y que cualquier intervención, por motivos de salud, debe estar regulado legalmente”, hace unos meses.

“Todo suena a ciencia ficción, pero hoy hay estudios en neurociencia que muestran que uno puede hacer modelos con inteligencia artificial, y tener una idea aproximada del tipo de pensamiento que las personas tienen. Se piensa que en una década, o más, la sofisticación de los lectores de actividad cerebral pueden tener mejores modelos y tener una mejor predicción de lo que piensan las personas”, explica a la el director del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Pedro Maldonado.

Maldonado asegura que las preocupaciones éticas tienen que ver con que los algoritmos de inteligencia artificial no contengan sesgos ni tampoco capturen información sin el consentimiento de la gente. “El que haya una interacción directa entre el cerebro y computadoras a través de tecnología conlleva riesgos, que es lo que busca proteger la legislación de los neuroderechos. Ahí están especificados el derecho de la persona de mantener su integridad psíquica para evitar que haya pérdida en la privacidad y en las habilidades de las personas de poder tomar sus decisiones libremente”, expresó a Anadolu.

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