George Yudice es director del Observatorio de Miami en Comunicación e Industrias Creativas, además de catedrático en Literatura y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Miami. (Archivo personal)
George Yudice es director del Observatorio de Miami en Comunicación e Industrias Creativas, además de catedrático en Literatura y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Miami. (Archivo personal)
Renzo Giner Vásquez

Como director del Observatorio de Miami en Comunicación e Industrias Creativas, además de catedrático en Literatura y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Miami, George Yudice es una voz autorizada en el desarrollo de políticas culturales en la región.

Este jueves y viernes, el experto neoyorquino participará en el "Foro Internacional de Cultura", un evento del Ministerio de Cultura en el que se discutirá de cultura y desarrollo. Si desea seguir el encuentro puede ingresar a la señal de streaming del evento dando .

Antes de su llegada al país conversamos por teléfono con Yudice.
“Las políticas públicas de cultura tienen dos tendencias. Una de ellas surgió en los años 90 para justificar el financiamiento de la cultura viendo en ella una fuente de ingresos y, mediante indicadores, permite contabilizar los ingresos para pedir financiamiento estatal. Eso sigue siendo algo que se practica”, adelanta.

- Su interés por el tema nació cuando trabajaba para la fundación Rockefeller...
Sí, claro. Me interesé por la manera en que había ciertos lineamientos que se usaban al dar financiamientos.

- Esto varía dependiendo del país en el que se desarrollan. ¿Qué diferencia hay entre un país latino y Estados Unidos?
Los países latinos, con toda su debilidad de instituciones, mantienen cierta noción de la responsabilidad del Estado. Eso viene desapareciendo en EE.UU. desde los 80 a raíz del neoliberalismo. Mientras que en Latinoamérica aún está la idea de que el Estado debe financiar sectores como la salud, educación o cultura.

- ¿Cómo podría balancearse más el sistema?
El Perú es signatario de convenios internacionales e intergubernamentales. Entonces, existe una serie de recomendaciones de cultura y desarrollo que no deberían sorprender. Para mí, el problema se ubica mucho en la gestión que de los principios. En el campo de la gestión, que involucra tanto a la estructura de las instituciones como las políticas que ya tienen no siguen necesariamente las reglas de juego al pie de la letra. No todas las recomendaciones se han incorporado, incluyendo las que buscan que no operen solo en el ámbito cultural sino establezcan alianzas con otras instituciones como Educación, Urbanismo o Desarrollo Económico. Sin embargo, la gestión y seguimiento de eso depende de los recursos, debe haber recursos para hacerlo.

- ¿Vemos a la cultura como un gasto y no como una inversión?
¡Exacto! Se debe pensar más en la cultura como una inversión al bien social que como una inversión para la rentabilidad.

- ¿Cuál es la diferencia?
En EE.UU. la salud es una inversión para la rentabilidad pero si piensas en la responsabilidad del Estado con la ciudadanía, la salud debe buscar el bienestar de la gente y no ganar mucho dinero. Cuando se piensa en cultura hay una tendencia que va por la rentabilidad, por verla como una fuente de riqueza y en América Latina solo una pequeñísima minoría sacaría una rentabilidad sustancial.

- Es un ejemplo de modelo que funcionó afuera pero no necesariamente aquí…
Claro. Es el problema de las industrias culturales y creativas que arrancan del mundo anglosajón y que resultaron siendo un sector de gran intervención en el comercio mundial. No es un secreto que Hollywood domina el 75% u 80% de pantallas en el mundo. Esa estrategia es muy apropiada para un sector totalmente privado pero es una realidad muy distinta en Latinoamérica.

- En el Perú, ¿cuál es nuestro punto fuerte?

El sector que mejor transversalidad tiene con la cultura es el turismo. Y eso también tiene que ver con gestión, cómo manejan esa relación, que implica al patrimonio. Aunque eso también engloba muchos peligros.

- ¿Como cuáles?
Como convertir a un patrimonio en parques temáticos. Eso es una perversión de la cultura. Eso tiene que ver con gestores que sepan muy bien cómo manejarlo. Tener la participación de la gente involucrada en ese sector es importante. Ellos deben tener participar en las decisiones que se toman para no convertir al patrimonio en una suerte de parque temático, que no sea hecho para el turista internacional y con ello pierda el sentido para la comunidad. El turismo puede ser un sector que apoye las expresiones culturales, la música otro.

- Hace un tiempo le dijo a “La Nación”, de Argentina, que “la música hoy vale un 40% menos de lo que valía antes” por la tecnología…
Sí, ahora quizás vale un poco más porque se ha logrado vender por streaming pero aun así es mucho menor a lo que se vendía en el 2000.

- ¿Cuánto más ha modificado la tecnología a la industria cultural?
Bastante. Ahora cuando escucha música lo hace por YouTube o Spotify, eso minimiza terriblemente el ingreso del músico. Pero la verdad es que en América Latina pocos músicos ganaban mucho dinero con sus discos. En el Perú hay mucha piratería; entonces, tampoco es que los músicos se hicieran ricos con los discos. Entonces, el músico tiene una salida por la música en vivo. En América Latina la música en vivo es la salida.

- ¿Cómo enfrentar la piratería?

Eso ahora ya casi ni importa. Quizás en el Perú sigan vendiendo CD’s pero ahora la gente usa computadoras y móviles. Con YouTube ya ni hace falta piratería.

- Entonces la tecnología resultó siendo la medicina contra la piratería…
Pero también contra la industria. Si bien hace que quienes iban a comprar CD’s en Polvos Azules ahora estén en Internet, para escuchar a un músico internacional tampoco pagará porque está en YouTube. Sufre la industria y la piratería.

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La producción nacional

- En el evento se hablará sobre el mapeo de industrias culturales, ¿por qué es tan importante?
Yo no hablaré específicamente de eso pero hay distintos factores respecto a ello que permiten a los gestores trabajar mejor y que los Estados legislen incentivos para esos sectores. Aún hay países donde cobran impuestos para comprar un libro, eso no favorece a la cultura nacional.

- ¿Qué debemos hacer primero para que la industria cultural crezca?
Generar incentivos, toda industria los tiene y los necesita. Cuando una empresa automotriz llega a un país se eliminan ciertos impuestos para favorecerlos, habría que hacer lo mismo con la cultura. Todo eso sirve para la producción y, sobre todo, creo que lo más importante, en la distribución, que es uno de los puntos más débiles en América Latina.

- Por eso las producciones nacionales no tienen mucha exposición.
Y pasa en todos los países latinoamericanos. Con dificultad ves una película nacional en el cine o la TV y si están duran una o dos semanas en cartelera, eso es absurdo. Claro, siendo el dueño de un cine te preguntas por qué tener una película que no gane tanto como la súper producción de Hollywood. Ahí entran los incentivos.

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Una sociedad que produzca cultura

- Debe ser difícil sorprenderlo con algo nuevo en cultura…
No, bienvenidas las sorpresas [risas]. La última gran sorpresa que he tenido está vinculada con la cultura ciudadana. Es la Casa Gallina, en Ciudad de México, donde un gran curador de museos decidió salirse del mundo de las artes visuales, establecerse en un barrio de bajos ingresos y pasar el tiempo conociendo el barrio, dejando que la gente llegara expresara sus intereses e ir desarrollando iniciativas con ello. Con eso haces que los programas vengan de los usuarios, no de los gestores.

- ¿Qué sucede cuando las autoridades no apoyan eso? Por ejemplo, el alcalde de Lima se dedicó a borrar los murales de la ciudad…

No sé por qué los habrá borrado pero eso debería generar la reacción de la ciudadanía. Además, siempre queda la opción de cambiar de alcalde en la otra elección. Pero otro problema es que la cultura no suele ser el sector principal de preocupación en las elecciones latinas. La cultura se convierte en algo más importante si es algo que disfruta la ciudadanía. La ciudadanía defiende algo por lo que se ve beneficiada.

- El actor francés Greg Germain me dijo que el problema con la cultura es que, a diferencia de un puente o una carretera, la gente no puede ver mientras se construye.
Claro, pero se aprecia si la gente es beneficiaría. En una cultura de participación, en lugar de ir al teatro se desarrollará en su vecindario y será algo que defenderán.

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