Las lágrimas que brotan de los ojos de Edilma Merizalde, de 66 años, no son un estímulo a las cámaras. Ni su relato; ni su mirada extraviada; ni sus súplicas; ni sus agradecimientos al cielo.
El dolor que emana de su tostado rostro, de su voz entrecortada, nace de un suceso que solo se entiende cuando se padece. Quedarse en la calle, ver cómo los edificios se desploman encima de uno. Vivir –como lo vivió ella y su familia– el terremoto de 7.8 grados que azotó Pedernales, en Ecuador, su tierra.
“En 66 años nunca había sufrido esta pena, esta tristeza. No hemos tenido grandezas; pero ahora no tenemos nada, nos hemos quedado en la calle. Me da tanta pena, tanto dolor moverme de mi pueblo, pero Dios lo ha querido así. Gracias al Señor que hemos recibido ayuda de la gente de El Oro”, cuenta Merizalde, una de las 30 personas que ayer volvieron a Machala, luego de padecer el terremoto en Pedernales.
(Foto: Ralph Zapata)
Viajaron 15 horas desde Pedernales, una de las zonas más devastadas por el terremoto del último sábado. Gracias al apoyo de la Federación Deportiva de El Oro, Merizalde y otras 30 personas pudieron ser rescatadas y traídas a Machala. Recibieron atención médica, víveres y ahora se alojan en casa de un familiar, en el sector Cuatro Esquinas, en el barrio 10 de Septiembre, en Machala.
Vivir en la calle
Pero la ayuda se acaba, y eso ha pasado con las 30 personas que volvieron a Machala. Hasta allí viajó El Comercio y comprobó que Merizalde y otras 10 familias viven apiñadas en casa de uno de sus familiares. Duermen en cartones y colchones viejos en la sala; se aburren porque se han quedado sin trabajo; y los alimentos ya se les acabaron.
(Foto: Ralph Zapata)
“Somos un ejército, somos muchos familiares. Uno tiene un trauma, no sabe qué hacer, especialmente con los chicos que necesitan un pañal, una leche, una muda de ropa. No sabemos cómo vamos a vivir de ahora en adelante, hasta que todos puedan trabajar. No tenemos para comprar una olla, una cocina”, se lamenta Merizalde.
(Foto: Ralph Zapata)
(Foto: Ralph Zapata)
"Rescaté a mi hijo de los escombros"
Paola Mejía es otra de las sobrevivientes del terremoto en Pedernales. El día que ocurrió, ella estaba fuera de su casa. “Cuando comenzó el temblor corrí a rescatar a mi hijo porque la casa se comenzó a caer. Mi hijo (de 2 meses) estaba en el cuarto; lo rescaté de las últimas, de los escombros; me caí de rodillas, lo saqué y corrí. Corrí con mi familia”, relata mientras mece a su bebé en un cuarto bastante deprimente.
(Foto: Ralph Zapata)
(Foto: Ralph Zapata)
“Nosotros nos quedamos atrapados en casa de mi hija. Estaba con mi nieto. Pensé que hasta allí viviríamos, porque se vino un edificio muy alto encima de nosotros. No sé cómo mi yerno entró a la casa y nos sacó. Es como un sueño: me duermo, vuelvo a dormirme y siento que la pared se me viene encima. Eso me está reventando la cabeza”, cuenta la mujer mientras se agarra la cara con ambas manos.
(Foto: Ralph Zapata)
Las secuelas que a todos ellos les ha dejado el terremoto son evidentes. “Hemos perdido primos, parientes que vivían en Manta, en Pedernales. Tengo una niña que no resigna a vivir donde está viviendo, no quiere comer. Pero yo le digo: ¿Qué hago en Pedernales, si Pedernales está en escombros?”, relata.
Por eso mejor eligió venirse a Machala antes que quedarse a padecer allá. “Pedernales se recuperará de aquí a 20 años por lo menos. Ahora nosotros necesitamos que nos ayuden las autoridades, que nos ubiquen, porque no tenemos dónde ir”, dice.
(Foto: Ralph Zapata)
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