Foto y video: AFP.
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Redacción EC

Las puertas de las celdas del piso 6 de la ex Cárcel Central, -hoy Centro de Ingreso- estaban abiertas en la noche del pasado domingo 23. Afuera había una densa niebla que invadía el centro de . El capo de la mafia calabresa, , y otros dos sujetos salieron de la prisión a través de un boquete y huyeron por las azoteas. Un cuarto sujeto escapó por una puerta de Jefatura.

“Es desconcertante y grave que el criminal Rocco Morabito, jefe de la ’Ndrangheta, logró escapar de la cárcel en Uruguay mientras esperaba ser extraditado a Italia”, planteó ayer el vicepremier italiano, Matteo Salvini, a través de Twitter. El gobierno italiano anunció que pedirá “explicaciones inmediatas”, a Uruguay.



Según fuentes del caso, los fugados tardaron varios días en realizar el agujero que les permitió salir al exterior, de ahí a un apartamento lindero y luego a la calle.

Los fugados ingresaron al departamento de Elida Ituarte. (REUTERS / Mariana Greif).
Los fugados ingresaron al departamento de Elida Ituarte. (REUTERS / Mariana Greif).

Otro individuo se escabulló por los vacíos pasillos que unen la cárcel con el edificio de la jefatura y partió por la puerta lateral de San José y Carlos Quijano (ex Yi).

Los cuatro fugados, señalados en la jerga policial como “presos administrativos” porque están en un “limbo jurídico” internacional, sabían que serían trasladados a la brevedad hacia otros centros de reclusión.

Las condiciones de vida y seguridad para los reclusos en Cárcel Central son muy superiores a las de otras prisiones del país, incluso a las que se encuentran en el interior. Por allí han pasado presos extranjeros o uruguayos con gran poder económico, como narcotraficantes, políticos, grandes estafadores o lavadores de dinero.

La Cárcel Central de Montevideo donde estaban recluidos los prófugos. (EFE).
La Cárcel Central de Montevideo donde estaban recluidos los prófugos. (EFE).

Junto a Morabito se fugó Leonardo Abel Sinópoli Azcoaga, detenido por un delito de falsificación de documento y hurto, a solicitud de la justicia de Brasil. Se trata de un recluso que presentó un recurso de habeas corpus ante la Justicia uruguaya el pasado viernes y le fue denegado. Tiene antecedentes por estafa en varios países de Europa.

También se dieron a la fuga Matías Sebastián Acosta González, a la espera de su extradición a Brasil y Bruno Ezequiel Díaz, detenido por un delito de homicidio a pedido de la justicia de Argentina, según informó ayer el Ministerio del Interior.

AFP.
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Previsible

El modus operandi de la fuga fue adelantado en un informe policial fechado el 6 de junio del 2018; en esas páginas se advertía a las autoridades del Instituto Nacional de Rehabilitación sobre los planes del mafioso italiano Morabito y sus secuaces.

El documento fue elaborado por oficiales del entonces Departamento de Análisis e Investigaciones Penitenciarias en base a informaciones de inteligencia recogidas en el Centro de Ingreso.

El informe sostiene que, en el Piso 6, Morabito ofrecía US$80.000 a los policías que lo ayudaran a escapar. La oferta se realizó a través de varios reclusos, más cercanos a la guardia, agrega el material reservado.

“Morabito podía ofrecer hasta US$ 80.000 por cada policía. Ofrecía lo mínimo para ir subiendo la oferta”, dijo una fuente del caso a El País.

El documento consta de dos páginas y al final tiene una reflexión de las autoridades del Departamento de Análisis e Investigaciones Penitenciarias. Fue dirigido a un jerarca del INR. Pero no se tomó en cuenta, según indicó a El País una fuente del Ministerio del Interior.

La cartera se enteró ayer de la existencia de ese material reservado, lo cual incrementó el malestar generado por la fuga tanto en la cúpula policial como en la ministerial ya que la fuga ocurrió a siete días de una jornada electoral y dejó a Uruguay muy mal parado en el plano internacional.

Con la fuga, los jueces antimafias italianos pierden un eslabón importante en la investigación contra la mafia ’Ndrangheta. Esperaban que Morabito les diera datos claves para desarticular ese grupo criminal.

Poca seguridad

En el momento de la fuga había cuatro policías de guardia y un efectivo de la Republicana encargados de vigilar a Morabito. Se sabe que dos policías se encontraban en el primer piso de la ex Cárcel Central. No trascendió la ubicación de los otros tres efectivos.

Los investigadores sí constataron que no había ningún policía en el Piso 6 del Centro de Ingreso cuando se produjo de la fuga. Es decir, las celdas estaban abiertas y no había guardias en la zona en donde están alojados los presos más peligros del penal que aguardan una extradición a otro país.

En este momento, la Policía Nacional está en alerta roja. La investigación es encabezada por Interpol, secundada por otras unidades especializadas.

Por el momento, la lupa está centrada en ocho funcionarios de Cárcel Central, entre ellos su directora. La investigación apunta a dos objetivos: conocer el nivel de seguridad implementado en el momento de la fuga y saber si los guardias recibieron alguna compensación o amenazas para facilitar el escape.

La Fiscalía de Corte resolvió que dos fiscales se hagan cargo de la investigación del complejo incidente. Por un lado, Gerardo Lackner asumió competencia en toda la situación interna del establecimiento. Deberá indagar sobre el comportamiento de los efectivos policiales y las autoridades del presidio en el momento de la fuga.

El fiscal Rodrigo Morosoli se ocupará de analizar e investigar la fuga desde el momento en que los reclusos hacen el boquete, ingresan a la finca de la vecina y le roban dinero.

AFP.
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Delincuentes expertos en fugas

Uno de los fugados de la Cárcel Central de Montevideo, Leonardo Abel Sinópoli Azcoaga, ya se había escapado antes de una prisión. Ocurrió en Brasil en el 2001, cuando el Supremo Tribunal Federal del vecino país analizaba si concedería la extradición de Sinópoli solicitada por los jueces argentinos, que lo imputaban como responsable de estafa, fraude y falsificación de documento público. En la Cárcel Central tampoco es la primera vez que se registran fugas. En octubre de 2018, un preso considerado peligroso se fugó tras romper una reja, arrojarse desde una altura de doce metros, caer a un pozo de aire, escalar por unos caños y finalmente vestirse de policía tras acceder a un depósito de uniformes en desuso. Víctor Iparraguirre Suárez cumplía prisión preventiva como presunto autor de una rapiña especialmente agravada y había pruebas que lo implicaban por un doble homicidio cometido en Solymar. Por el caso se había dispuesto requisitoria nacional y cierre de fronteras. En esta década, el preso más famoso por sus fugas es Pablo Agarrayua (39) el Papillón uruguayo, que burló la vigilancia del Penal de Libertad y el Comcar. Su caso llegó al Parlamento.

Fuente: "El País" de Uruguay, GDA


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