Desde hace veinte años, el chavismo se ha apoderado de Venezuela tras ganar casi todas las elecciones celebradas en el país desde 1998. Sin embargo, con el paso del tiempo ha sufrido un proceso de erosión que se ha agudizado con la muerte de Hugo Chávez y, sobre todo, con el desempeño de su sucesor, Nicolás Maduro.
La estrecha victoria de Maduro en las presidenciales del 2013 y la estrepitosa derrota en las parlamentarias del 2015, aunadas a la ruptura de históricos líderes del oficialismo, son los síntomas del desgaste que sufre la corriente que ha regido los destinos del país caribeño en casi dos décadas. En los últimos días, los venezolanos han visto con asombro las críticas que el ex ministro de Educación Elías Jaua ha lanzado contra el gobierno, del que formó parte hasta setiembre, por reprimir las protestas de los trabajadores que demandan mejores salarios. Aunque Jaua, quien llegó a ser vicepresidente con Chávez, no ha roto con el oficialismo, sus palabras parecen anunciar que la lista de disidentes seguirá creciendo.
El Comercio conversó con cuatro ex dirigentes y ex altos cargos para conocer qué los llevó a seguir al autoritario uniformado y también por qué se separaron de su proyecto.
Luisa Ortega Díaz
Ex fiscal general
La fiscal general en el exilio rompió oficialmente con el chavismo en marzo del 2017, cuando cuestionó los fallos del Tribunal Supremo de Justicia que prácticamente liquidaron a la Asamblea Nacional (Parlamento), controlada por la oposición; y aunque admitió que abrazó el proyecto político de Hugo Chávez, comenzó a desencantarse al ver que se decía una cosa, pero se hacía otra.
“La propuesta de Chávez era humanista y la gran mayoría del país la abrazó, incluyéndome. Prueba de ello fueron las altas votaciones que obtuvo en las distintas elecciones. Él hablaba de un país donde su gente estuviera educada y preparada, y que produjera lo que necesitaba para subsistir, pero eso se desdibujó. Nicolás Maduro representa todo lo contrario a eso, porque si algo ha atacado Maduro ha sido a la academia. Ha puesto en práctica una política de exterminio para reducir el número de empresas y así controlar los alimentos y por último a la gente”, contó a este Diario desde Bogotá.
Aunque para Ortega Díaz el actual mandatario venezolano es el responsable del drama que viven sus compatriotas y de su distanciamiento con el chavismo, reconoció que la semilla de los problemas las plantó el propio Chávez. “Con Hugo Chávez el proyecto ya se había desdibujado. Las expropiaciones de tierras y empresas fueron un primer síntoma”, afirmó, al tiempo que aseguró que ella realizó objeciones para buscar correctivos. “Nada más iniciar mi gestión como fiscal general denuncié el aumento de casos de crímenes cometidos por policías y por eso se crearon planes muy buenos en el papel, pero que nunca se aplicaron”.
Para responder a aquellos que la critican por su accionar en el pasado, apela a la frase atribuida a Franklin Delano Roosevelt: “Solo los idiotas no cambian de opinión”. “Todos tenemos derecho a cambiar de opinión y rectificar cuando nos damos cuenta de que nos hemos equivocado”, zanjó.
Fernando Vegas Torrealba
Ex vicepresidente del TSJ
Fue primer vicepresidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) entre el 2012 y el 2014, y en los últimos meses se ha convertido en otro crítico del gobierno que antes apoyó. “Yo apoyé el proyecto de Chávez porque era nacionalista, de izquierda e inclusivo, y como siempre fui de izquierda lo apoyé desde la campaña de 1998. Pero estando aún en el TSJ me convertí en un disidente”, narró a El Comercio. “Como vicepresidente del TSJ, asistí a varias reuniones del Consejo de Estado y allí propuse eliminar el control de cambio y otras medidas para enderezar la economía, pero no aceptaron las recomendaciones porque el control era y es un negocio muy lucrativo para unos cuantos, y además me volví incómodo. Este es un gobierno militar y, como tal, no acepta la crítica y así no se puede manejar una república”.
El magistrado jubilado admitió que los problemas que confronta el país los causó el propio Chávez. “Él convocó a la gente para aprobar la Constitución, eso no lo había hecho nadie antes. El problema está en que, luego del golpe del 2002, él cayó en manos de los cubanos que le agrandaron el ego que ya tenía, y le hicieron creer que podía ser el líder de América Latina, el sucesor de Fidel Castro, y entonces comenzó a cambiar eficiencia por lealtad, lo cual fue el comienzo de la corrupción galopante que ahora tenemos”.
Aunque se sigue considerando de izquierda, Vegas Torrealba cree que el “socialismo bolivariano” se ha convertido en una “dictadura barata”. Además, se arrepiente de haber contribuido a su instauración al apoyar reformas legales como las que permitieron al fallecido Hugo Chávez optar por un tercer sexenio consecutivo.
“Me arrepiento de haber apoyado la reelección indefinida, porque aunque considero que la tesis del premio al buen gobierno es valedera, lo cierto es que al permitir la reelección indefinida se les niega a otras generaciones la posibilidad de acceder al poder”.
Gabriela Ramírez
Ex defensora del Pueblo
Llegó a ser diputada por el chavismo y la segunda mujer en ocupar la Defensoría del Pueblo. Sin embargo, la decisión de Nicolás Maduro de convocar a la cuestionada Asamblea Nacional Constituyente fue el punto de inflexión que le hizo marcar distancia del proyecto político que apoyó por más de una década.
“Yo apoyé a Hugo Chávez por la Constitución. Yo no voté por él en 1998 porque me parecía que era un líder muy mesiánico y que apelaba más a lo sentimental que a lo racional, pero cuando vi cómo fue el proceso de la Constituyente de 1999 y la Carta Magna que allí salió, pues me entusiasmé, porque ese texto es de avanzada”, relató.
Ramírez también cree que fue el propio líder bolivariano quien, con intención o no, plantó la semilla para la deriva autoritaria de su sucesor y de la corrupción. “Chávez gestionaba el Estado de manera informal. Creó estructuras paralelas que destruyeron a las ya deterioradas instituciones, lo cual abrió las puertas para que muchos se enriquecieran”, dijo. Y en tono de mea culpa señaló: “No hemos debido permitir que Chávez dirigiera al Estado como algo personal”.
“Con Maduro se produjo el gran desfalco. Por ejemplo, entre el 2015 y el 2016, unos 15 millones de barriles de petróleo se desviaron y no se sabe a dónde fueron a parar y quién cobró el dinero por ellos”.
Pero la ex defensora no solo se arrepiente por haber guardado silencio respecto a la manera como Chávez conducía los asuntos del Estado, sino también de determinadas acciones durante su gestión. “En el 2013 y el 2014 he debido ser más contundente a la hora de condenar los excesos de los policías y militares en la represión contra las protestas opositoras que se registraron ese año, en particular a la hora de referirme a las denuncias de tortura. He debido hacerlo con más contundencia, aunque eso me hubiera costado el puesto”, dijo.
Nicmer Evans
Politólogo
Aunque nunca ocupó un alto cargo, el politólogo Nicmer Evans fue primero una voz del chavismo, y luego pasó al llamado ‘chavismo disidente’, es decir, seguidores de Hugo Chávez que apoyaban sus ideas pero no necesariamente sus métodos para llevarlas a cabo. Durante mucho tiempo, permaneció en esa zona gris entre el oficialismo y la oposición venezolana. Sin embargo, este mes renegó totalmente del proyecto del militar golpista.
“En la última etapa de vida de Hugo Chávez, un grupo de personas adoptamos una categoría para definir una postura divergente con la forma de hacer política de la que creíamos era aún una revolución rescatable. Así, decidimos denominarnos ‘chavismo crítico’, como una actitud irreverente ante la persecución y el acoso del que éramos objeto todos lo que asumíamos una postura crítica”, afirmó. “Sin embargo, el ‘chavismo crítico’ como concepto solo podía tener vigencia si de fondo se conservaba la esperanza de lograr revertir el proceso de deterioro engendrado desde las entrañas del monstruo”.
En un documento, Evans explicó que el último intento por seguir en la esfera chavista fue tratar de marcar distancia del gobierno de Maduro. “El último esfuerzo fue lograr diferenciar al madurismo del chavismo, como una versión actualizada de lo más intolerante y autoritario del chavismo pero sin Chávez, y aunque esto sigue teniendo vigencia, la realidad es que ya difícilmente uno consigue a gente que pueda sostener ser chavista pero no madurista”.
Consultado sobre lo ocurrido con el proyecto de Chávez, el politólogo respondió a este Diario: “El ex chavismo es toda la expresión de una gran mayoría de venezolanos que creímos y apostamos por pensar que en la ‘encarnación’ de Hugo Chávez podíamos lograr los cambios necesarios. Y nos dimos cuenta, algunos más temprano que otros, de que esto era una farsa y vivimos la frustración de una revolución inviable, por culpa de un personalismo político que aspiramos no se repita nunca más”.