En la historia moderna de enfermedades infecciosas en Brasil, los niños han sido los que más han sufrido en términos de muertes y discapacidad. Cuando surgieron las epidemias de dengue en Brasil en el 2007 y el 2008, los niños representaron más de la mitad de las muertes. Cuando las mujeres embarazadas se infectaron con el virus del zika durante una epidemia que comenzó en el 2015, más de 1.600 recién nacidos brasileños nacieron con devastadores defectos congénitos de microcefalia.
Ahora, el COVID-19 está causando enfermedades graves en los niños brasileños a niveles no vistos en otras partes del mundo. La investigación realizada por la Dra. Fatima Marinho de Vital Strategies, una organización no gubernamental, ha encontrado que más de 2.200 niños menores de 10 años han muerto a causa de COVID-19. Si bien esta cifra representa menos del 0,5% de las 467.000 muertes por esta enfermedad en Brasil, más de 900 de las muertes ocurrieron en niños menores de 5 años. Estados Unidos ha registrado casi 600.000 muertes por COVID-19, pero solo 113 de ellas han sido de niños menores de 5 años.
Cuando comenzó la pandemia el año pasado, el coronavirus pareció afectar a los niños con mucha menos frecuencia y con menos gravedad que a los adultos. Entonces, ¿por qué tantos niños en Brasil están siendo hospitalizados y muriendo a causa del COVID-19?
Una posible explicación radica en las variantes emergentes de Brasil. La cepa predominante del coronavirus que circula en Brasil es la variante P.1, ahora llamada Gamma, según un anuncio de la Organización Mundial de la Salud. Al igual que Beta (el nuevo nombre de la variante B. 1.351, que se identificó por primera vez en Sudáfrica), la variante Gamma es más transmisible en comparación con los linajes de virus anteriores y puede escapar parcialmente de los anticuerpos producidos por una infección de COVID-19 o vacuna. Es posible que las mismas mutaciones que hacen que Gamma sea más transmisible también contribuyan a tasas más altas de infecciones, hospitalizaciones y muertes entre los niños.
Por supuesto, es igualmente probable que el aumento de casos de COVID-19 entre los niños sea parte de una propagación incontrolada de Gamma en todos los grupos de edad.
Dada la presencia de la variante Gamma en EE.UU., es posible que los casos de COVID-19 en niños y recién nacidos pronto se vuelvan más prevalentes. Esto es motivo de gran preocupación.
Si la variante Gamma continúa propagándose y supera los esfuerzos de vacunación en EE.UU., es posible que los funcionarios deban restablecer las medidas de mitigación del virus o identificar nuevas. Asimismo, debe continuar sus esfuerzos para vacunar a los adolescentes y aprobar las vacunas para los niños y los bebes. Los funcionarios de salud pública también deben continuar educando a los padres sobre la amenaza real que representa el COVID-19 para sus hijos y la importancia de la vacunación. De lo contrario, el COVID-19 infantil y pediátrico puede convertirse en una nueva realidad trágica.
La crisis de COVID-19 en Brasil es el resultado de que el Gobierno no haya tomado las medidas adecuadas de salud pública para limitar la transmisión del coronavirus, así como el suministro inadecuado de vacunas. La experiencia de Brasil ilustra cómo sufrirán los niños a menos que los gobiernos y la comunidad mundial tomen medidas audaces.
–Glosado y editado–
© The New York Times
Contenido sugerido
Contenido GEC