El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia y su embajador en los EE.UU. han señalado que la debacle de su país en Ucrania podría conducir a un ataque nuclear. Al afirmar que Rusia está preparando sus armas, al advertir de un riesgo “grave” de escalada nuclear y al declarar que “quedan pocas reglas”, deliberadamente dan a entender que piensan patear el tablero.
El propio Vladimir Putin ha señalado que tiene armas que sus oponentes no tienen y que las “usará, si es necesario”. Incluso el director de la CIA, William Burns, ha advertido sobre la posibilidad de que Putin pueda usar un arma nuclear táctica, incluso si no hay “evidencia práctica” en este momento que sugiera que es inminente. Sin embargo, debemos estar preparados.
El presidente Joe Biden tiene razón al no haber elevado nuestro nivel nuclear de defensas. Tampoco la retórica de la administración se ha inclinado ante el cebo de Putin. En el 2012, dije que Rusia era el mayor adversario geopolítico de los EE.UU., y claramente sigue siendo una fuente de gran preocupación tanto para los republicanos como para los demócratas. Dada la magnitud de las consecuencias de un ataque nuclear, nuestras potenciales opciones merecen ser pensadas.
Al invadir Ucrania, Putin ya ha demostrado que es capaz de tomar decisiones ilógicas y contraproducentes. Si pierde en Ucrania, no solo no habrá logrado la ambición de su vida de revertir lo que ve como la “mayor catástrofe geopolítica” del siglo XX, el colapso de la URSS, sino que también habrá disminuido permanentemente a Rusia como una gran potencia y revitalizado a sus adversarios.
Algunos concluirán que para evitar provocar a Rusia –y así evitar la perspectiva de un posible ataque nuclear ruso– debemos impedir preventivamente que Ucrania derrote al ejército ruso. Podríamos limitar las armas que enviamos, retener la inteligencia y presionar al presidente Volodímir Zelenski para que dimita. No estoy de acuerdo; las naciones libres deben continuar apoyando la valiente y necesaria defensa de los ucranianos de su país. No seguir apoyando a Ucrania sería como pagarle al caníbal para que nos coma la última vez. Si Putin, o cualquier otra potencia nuclear, puede invadir y subyugar con casi impunidad, entonces Ucrania sería solo la primera de tales conquistas.
La respuesta correcta es continuar dando a Ucrania todo el apoyo que necesita para defenderse y ganar. Sus éxitos militares pueden obligar a Putin a salir de Ucrania o a aceptar un alto el fuego aceptable para el pueblo ucraniano. Estos son los resultados que sería inteligente tomar. Pero si un acorralado y delirante Putin usara en su lugar un arma nuclear, ya sea a través de un ataque táctico o armando una de las plantas de energía nuclear de Ucrania, tendríamos varias opciones.
Hay algunos que abogarían por una respuesta nuclear. Pero hay una amplia gama de opciones, y no tienen por qué ser mutuamente excluyentes. Por ejemplo, la OTAN podría involucrarse en Ucrania, potencialmente destruyendo el ejército en dificultades de Rusia. Además, podríamos confrontar a China y a todas las demás naciones con una opción: o estás con nosotros o estás con Rusia, no puedes estar con ambos.
El uso de un arma nuclear por parte de Rusia sería indiscutiblemente un evento geopolítico redefinidor y reorientador. Cualquier nación que optara por mantener los lazos con Rusia después de tal indignación también se convertiría en un paria global. Parte o la totalidad de su economía se separaría de la de los EE.UU. y nuestros aliados. Separar a cualquier nación de nuestras economías combinadas podría devastarla. El impacto en las economías occidentales podría ser significativo, pero el impacto en las economías de Rusia y sus compañeros de viaje sería mucho peor. En última instancia, podría ser el Armagedón económico, pero eso es mucho más preferible al Armagedón nuclear.
Junto con nuestros aliados clave de la OTAN, debemos desarrollar y evaluar una amplia gama de opciones. Supongo que el presidente y la administración ya están involucrados en tal proceso. Las posibles respuestas a un acto tan atroz y geopolíticamente desorientador como un ataque nuclear deben diseñarse de manera óptima y contar con el apoyo de nuestros aliados de la OTAN. Putin y sus facilitadores no deberían tener dudas de que nuestra respuesta a tal depravación sería devastadora.
–Glosado, editado y traducido–
© The New York Times