La diáspora peruana, por Américo Mendoza-Mori
La diáspora peruana, por Américo Mendoza-Mori
Américo Mendoza-Mori

Imagine un gran museo neoyorquino lleno de niños y jóvenes bailando huaino, aprendiendo a bordar tejidos andinos y cantando en quechua. No se trata de la instalación para un video de marca Perú, sino de la propuesta de líderes comunitarios peruanos anhelando transmitir un rocío de cultura e identidad a las generaciones nacidas en Estados Unidos. Una de las responsables de que esto ocurra es Elva Ambía, apurimeña de nacimiento y residente del barrio de Brooklyn. Hace ya unos años ha emprendido el reto de difundir su idioma materno mediante la Iniciativa Quechua de Nueva York . 

No muy lejos de ahí, en Nueva Jersey, un conjunto de peruanos protesta en la municipalidad de Paterson para que no se restrinja el derecho de llevar las procesiones tradicionales y desfiles a las calles de la ciudad. Ellos representan a la organización Peruvian Parade y desde ahí promueven variadas actividades.

Al otro lado del país, en Los Ángeles, nuestros compatriotas se organizaron para pedir el reconocimiento oficial de un barrio de la ciudad como Perú Village, y parece que pronto lo lograrán.

Todas estas situaciones son fruto de un trabajo comunitario que suele pasar desapercibido cuando se narran historias individuales de éxito sobre los peruanos en el extranjero. Que no se nos pase ello al referirnos a la reciente y relevante designación de , peruana residente en Washington D.C., como directora de acercamiento para los latinos en la campaña presidencial de . El notable compromiso de Lorella con las causas de inmigración genera esperanza en un país que desde la década de 1980 no tiene una reforma migratoria. Su vinculación con los grupos latinos y peruanos juega un papel clave en la biografía de Praeli.

La peruanidad en la diáspora, como refleja el trabajo de Lorella y otros líderes, es mucho más que reportajes que hablan de una nueva cebichería en Miami, un cantante peruano de gira por Boston o un comercial motivador de tres minutos. Según el , para el 2012 éramos 609 mil peruanos en Estados Unidos, el décimo mayor grupo de latinos del país. Los migrantes suelen encontrar un ambiente competitivo y hostil en donde necesitan ganar espacios poco a poco. En Estados Unidos todavía muchas personas consideran que los inmigrantes deberían olvidarse de sus identidades para finalmente ‘(norte)americanizarse’. Es una realidad de nuestra emigración que preferimos callar. Sin embargo, valiosas plataformas comunitarias hacen contrapeso a los prejuicios al promover una sociedad más diversa. 

Los peruanos que migran son diferentes entre sí: algunos privilegiados contaron con ventajas educativas o económicas al llegar, muchos necesitaron empezar de cero en busca de oportunidades mejores, otros viajaron huyendo del terrorismo o la pobreza extrema. Estos compatriotas trabajan sin muchos reflectores que los acompañen, pero eso no aminora su influencia. La noticia de Lorella, quien ya llevaba años trabajando sigilosamente a favor de distintas causas sociales, viene también a recordarnos que podemos construir algo diferente: un ayllu que se expande más allá de fronteras y nacionalidades. De pronto pareciera que ha llegado el día en que las voces de Lorella y la de otros líderes comunitarios podrán aprovechar oportunidades y generar importantes cambios.