Bettina Woll

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible () de la Agenda 2030 plantean una visión común para alcanzar un futuro con bienestar, prosperidad y sostenibilidad para todas las personas y para el planeta. Pero, a solo siete años de la fecha límite para alcanzarlos, el mundo se enfrenta a una serie de desafíos que amenazan su cumplimiento. La crisis climática, la incertidumbre política, los retrocesos ocasionados por la pandemia del COVID-19 y el impacto de la guerra en Ucrania han causado la ralentización del camino al logro de los ODS. Asimismo, por primera vez en 32 años, el Informe de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las para el Desarrollo (PNUD) identificó un retroceso global en bienestar durante dos años consecutivos, una tendencia que señala que estamos cada vez más lejos de alcanzarlos.

En el caso del Perú, el país enfrenta un contexto complejo, con alta incertidumbre. La amenaza de la crisis climática (que se incrementa con el fenómeno de El Niño que se avecina), la polarización política, la desconfianza que esto genera y los impactos de la alta inflación en el país son algunas de las circunstancias que causan esta incertidumbre. Se estima, además, que las expectativas de crecimiento del Perú en el corto plazo se encuentran entre un 1% y un 1,5%, lo que hace del 2023 el año con el peor crecimiento de las últimas dos décadas.

Este contexto nos enfrenta al reto de alcanzar el desarrollo sostenible en medio de bajo crecimiento, alta desconfianza e incertidumbre, buscando soluciones a algunas de las vulnerabilidades más urgentes actualmente.

El Perú ha experimentado un retroceso de casi diez años en el avance hacia la erradicación de la pobreza. Actualmente, la pobreza monetaria afecta al 27,5% de la población, y aproximadamente siete de cada diez personas en el país son pobres o vulnerables a caer en ella. Sumado a esto, el 78% de la población (el 70% en zonas urbanas) se desempeña en trabajos informales, lo que condiciona su acceso a seguridad social, remuneración mínima y a un seguro de salud.

Si bien ha habido crecimiento en la cobertura del Seguro Integral de Salud (SIS) y el gasto público en salud ha aumentado, hay todavía un importante déficit en la infraestructura y calidad del servicio público de salud. Esto influye, por ejemplo, en que, a pesar de la mejora en los indicadores de cobertura del sistema educativo en las últimas décadas, aún tenemos una importante brecha de aprendizaje y calidad educativa. El porcentaje de estudiantes de primaria con grado satisfactorio en sus resultados de pruebas de lectura y matemática es muy bajo.

Por otro lado, el último informe del Latinobarómetro señala que, en el Perú, solo el 8% de las personas están satisfechas con la democracia. Los altos niveles de desconfianza hacen a las personas más propensas a las opiniones políticas extremas y la polarización, lo que pone en riesgo la institucionalidad. Observamos un alto nivel de desconfianza en las instituciones en los tres poderes del Estado, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Los ODS nos ofrecen una visión sistémica, donde todos los indicadores están interrelacionados y el avance en uno de ellos repercutirá necesariamente en los demás. Para alcanzarlos tenemos que promover un crecimiento inclusivo que busque eliminar las barreras estructurales que limitan el desarrollo sostenible y equitativo, priorizando los sectores con alto potencial de desarrollo.

Es necesario promover la inversión pública y privada. Por ejemplo, en aquellos sectores que permiten mejorar la accesibilidad a distintos mercados de bienes y servicios, como los sectores de infraestructura física de transportes y comunicaciones. También, debemos impulsar la inversión pública en salud y educación, para aumentar el número de establecimientos y mejorar la calidad de los servicios públicos, lo que permitirá aumentar la productividad, reducir la pobreza y la desigualdad.

Es clave que incluyamos a los ODS en la planificación de políticas públicas orientadas al desarrollo del país; aprovechando el marco de metas e indicadores que ofrecen. Para lograrlo, se debe fortalecer la articulación entre sectores y entre niveles de gobierno, acompañado de un compromiso de transparencia que recupere la confianza de las personas y reencauce la relación entre ciudadanía e instituciones.

Con tan solo siete años por delante para cumplir los objetivos, tenemos la responsabilidad de examinar cómo hemos avanzado y qué acciones vamos a implementar para alcanzarlos. La próxima semana, países de todo el mundo se reunirán en Nueva York para la cumbre sobre los ODS, en la que se espera que asuman compromisos efectivos que involucren transformaciones estructurales, para acelerar el cumplimiento de los objetivos. Nunca en la historia hemos tenido a disposición tanto conocimiento, tecnología y recursos para enfrentar las desigualdades y poner en marcha un plan para salvar al planeta. Nunca antes había sido tan urgente que lo logremos como hoy.

Bettina Woll es representante residente del PNUD Perú

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