Elecciones argentinas, por Juan Velit Granda
Elecciones argentinas, por Juan Velit Granda
Juan Velit Granda

“Por una cabeza de un noble potrillo que justo en la raya afloja al llegar...”, dice la letra de un tango de Gardel y Lepera, la cual tenía algo de premonitorio para el kirchnerismo en las recientes elecciones argentinas. Lo cierto es que la contienda electoral del 25 de octubre ha provocado una arritmia en el escenario político gaucho y tendrá que hacer un esfuerzo sobrehumano el oficialismo para evitar el infarto que se les puede avecinar.

Desde el 9 de agosto el opositor candidato de Cambiemos, , empezó a forzar la máquina y a incrementar su caudal electoral hasta convertirlo en una avalancha. El final casi milimétrico (ya que Macri terminó a solo un punto y decimales del oficialista , quien, con todo el apoyo gobiernista y su parafernalia electoral, no pudo tener un mejor desempeño) ha dejado la sensación de que el kirchnerismo ha empezado a esfumarse.

La estrategia de Cambiemos estuvo bien pensada y mejor aplicada. Se apoyó en los bastiones provinciales y el capitalino, donde sus candidatos tenían mayor raigambre política como en o en Mendoza, por ejemplo, donde se impuso por más de 41% de los votos, sacándole a su contendor más de 10 puntos.

El real perdedor de la justa electoral, que por otro lado ha sido un ejemplo de comportamiento democrático de la población, es Scioli, quien, pese a su triunfo con el 36,76% de los votos, ha obtenido un respaldo inferior del que se esperaba. A la consigna oficialista de “A ganar en la primera”, aludiendo a una victoria en primera vuelta, la realidad le plantó un categórico desmentido y los remitió cariacontecidos a una segunda vuelta.

Son múltiples las razones de su pérdida de capital electoral, desde el agotamiento de la población del kirchnerismo, que tiene cuatro períodos seguidos, hasta la forma como se impuso a la militancia peronista al candidato Scioli y a su vicepresidente; la forma flagrante como estuvo atado Scioli en el proceso político, sin siquiera poder elegir a los candidatos a las diputaciones y senadurías. 

Estos resultados, obviamente, deslegitiman al gobierno y obligan a Scioli a una mayor autonomía, a replantear su discurso, modificar sus propuestas y realizar algunos cambios en el equipo de campaña.

Por otro lado, el frente Unidos por una Nueva Alternativa (UNA), liderado por Sergio Massa, quien tal vez sea el mayor responsable de dividir al kirchnerismo, se ubica como la tercera fuerza política del país y tiene la posibilidad de arbitrar la próxima justa electoral. Cuenta con un capital de más de 5 millones de votos y sus últimas declaraciones evidencian una clara inclinación hacia Macri.

Apenas terminada la primera vuelta, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recogió el guante del desafío e impulsó la campaña para la segunda justa electoral. Aunque lo hizo sin la presencia de Scioli y convocando la unidad, evidenció su injerencia en todo el proceso interno de selección de candidatos. 

El oficialismo ha montado una campaña para aterrorizar al público si gana Macri. Posiblemente Cristina Fernández de Kirchner empiece a entonar la segunda estrofa del tango citado: “Basta de carreras, se acabó la timba, un final reñido yo no vuelvo a ver. Yo me juego entero, ¿qué le voy hacer?”.