Si bien, en términos generales, se ha recibido con buen ánimo ciudadano al nuevo equipo ministerial del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, también se ha señalado que debió hacerse un mayor esfuerzo para convocar a personas que representaran un abanico más amplio del espectro nacional.
Sin embargo, se reconoce que el Gabinete está integrado mayoritariamente por técnicos reconocidos en sus diversas especialidades. Aunque preocupa un tanto la falta de experiencia política de algunos de sus integrantes, pues les exigirá un mayor esfuerzo en el manejo de la relación con los congresistas de la oposición que tienen mayoría en el Parlamento. Muchos de ellos tampoco son duchos o conocedores del oficio congresal, a lo que se agrega el que numéricamente sean más los nuevos que los experimentados.
A pesar de ello, la imagen renovada de ambos poderes del Estado genera expectativas favorables. Esto deberá ser aprovechado por el nuevo gobierno desde sus inicios con medidas efectivas en los temas tantas veces señalados en la reciente campaña electoral para que esta suerte de dosis de optimismo que recoge las esperanzas de la población sea aprovechada para tomar las medidas anunciadas por el presidente de la República en su reciente mensaje del 28 de julio al asumir formalmente su cargo.
Esa sensación de que las cosas van a mejorar es importante que se mantenga los próximos meses sin alterarse para que la moral nacional no pierda el saludable impulso que ella encierra. Puede servir, además, para respaldar las medidas iniciales del gobierno en su primer año, ya que de mantenerse, se convertirá en una fuerza positiva más allá del estado de gracia del que goza todo nuevo gobierno en los primeros meses.
De lograrse que esa fuerza inicial se mantenga el primer año, se conseguiría revertir esta actitud un tanto pusilánime que se ha podido observar en la población este último año, a pesar de que las cifras de crecimiento del PBI alcanzaron como promedio alrededor del 4,5% durante el gobierno del presidente Ollanta Humala. El ex mandatario no llegó a ganarse la confianza del empresariado ni de los principales actores políticos, y permaneció en la consideración de ambos sectores bajo una condición indefinida de la cual no le fue posible salirse.
Empero, este impulso del nuevo gobierno será insuficiente si no es seguido por acciones concretas del Poder Ejecutivo como la de lograr llegar a ser miembros de la OCDE en nuestro bicentenario el 2021 u obtener la formalización del 60% de la fuerza laboral del país.
Tal como se lo ha propuesto el presidente, su tarea inmediata es priorizar los temas que el primer ministro presentará en el Congreso para exponer y debatir la política general del gobierno y así obtener el voto de confianza (denominado de investidura) en los primeros treinta días después de haber asumido sus funciones. Un plazo que voluntariamente piensan reducir a quince días.
Luego de ello, el presidente ya estará en condiciones de dictar las medidas extraordinarias que lo autoriza la Constitución, a través de los decretos de urgencia, en materia económica y financiera, los que tienen fuerza de ley, con cargo a dar cuenta al Congreso, que los podrá modificar o derogar. Mejor aún, el Ejecutivo podrá solicitar facultades delegadas al Congreso para legislar mediante decretos legislativos sobre materias específicas por plazo determinado. Por ello, resulta obviamente aconsejable buscar negociar antes con las fuerzas políticas representadas en el Congreso para que este no los derogue o enmiende luego en ejercicio de sus propias atribuciones, tal como lo permite la Constitución.
Esto nos muestra muy a las claras lo importante que resulta que los representantes de ambos poderes del Estado logren acuerdos en los temas que requieren medidas que resultan prioritarias.