Ayer nuestro país recibió una excelente noticia: se promulgó la Ley 30423, que fortalece la autoridad de salud para la prevención y control de riesgos de enfermedades. Esto ocurre luego de que el Congreso de la República aprobó por unanimidad el proyecto de ley propuesto por el Ejecutivo.
Esta norma permitirá al Ministerio de Salud (Minsa) intervenir ante situaciones de riesgo para la vida y la salud antes de que se produzcan las epidemias y emergencias.
El cuidado de la salud de millones de peruanos suele verse amenazado por problemas de incumplimiento de funciones de los gobiernos regionales y locales, como las bajas coberturas de vacunación, la deficiente disposición de residuos o la falta de abastecimiento de agua segura. Además, por factores exógenos, como la reciente amenaza por el virus del zika, el fenómeno de El Niño o la contaminación ambiental.
A diferencia de lo que puede ocurrir en otros sectores con problemas de desempeño, el incumplimiento subnacional de funciones sanitarias genera un riesgo a la salud y vida de los peruanos. Muchos de estos riesgos no configuran en su momento una emergencia o no son tipificados como riesgos elevados preemergencia.
Sus efectos no son visibles en lo inmediato, pero van incubando una situación que expondrá a la salud pública y hará más cara la respuesta cuando se desembalse en una emergencia que podría cobrar vidas.
Con la nueva norma, el Minsa podrá actuar de modo directo en situaciones de riesgo para implementar medidas de respuesta efectiva e inmediata. Es decir, podrá anticipar, mitigar y responder rápidamente a situaciones que pongan en riesgo la salud de la población.
Socorrerá a los gobiernos subnacionales desbordados en su capacidad, en situaciones que no son emergencias, pero que terminan por causar daños a la salud, como muerte materna o infantil, además de incapacidad temporal o permanente.
En nuestro país, por ejemplo, no tenemos aún una epidemia del zika. Sin embargo, el riesgo existe y requiere una intervención rápida de los gobiernos regionales y locales.
No obstante, estas administraciones subnacionales carecen de recursos para acciones preventivas más allá de lo rutinario. En algunos casos, ni siquiera realizan las actividades cotidianas de control del zancudo transmisor. A veces estos recursos son utilizados para otros fines.
El país necesitaba de esta norma para que las recomendaciones del Minsa sean mandatorias. Ahora podremos intervenir en las regiones cuando la salud se vea amenazada por falta de ejecución –como las bajas coberturas de vacunación en ciertas regiones– o por factores exógenos. Esta respuesta rápida estará a cargo del nuevo Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC).
Antes de la norma, el Minsa ejercía una limitada autoridad sanitaria, incluso en las emergencias o epidemias, básicamente mediante una articulación funcional. Así, firmaba convenios de gestión y construía relaciones con los gobiernos regionales para persuadirlos a realizar acciones para enfrentar riesgos.
Es decir, solo recurríamos al compromiso y buena voluntad de autoridades, sin intervenir directamente y sin obligarlos a cumplir acciones que reduzcan los riesgos. Hoy con los gobernadores tenemos un gran compromiso con la salud y trabajamos articuladamente. Muestra de ello es la aceleración de la ejecución de las inversiones sanitarias, un mayor gasto en programas relacionados con este tema y la mejora en los indicadores en la mayoría de las regiones.
Tenemos un espacio técnico y político en la Comisión Intergubernamental en Salud, en que resolvemos los problemas y asumimos compromisos. Precisamente, en este espacio esta norma ha sido respaldada por la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales.
Con esta medida, el Perú mantiene su posición de líder en la Agenda para la Seguridad Global en Salud, una iniciativa que reúne a 60 países para enfrentar amenazas globales. Así, nuestro país apoya a otras naciones para evaluar la capacidad de respuesta y asistir para enfrentar epidemias.
Como ministro de Salud, saludo esta norma. Reafirmamos nuestro compromiso para salvar vidas porque actuaremos antes que una amenaza se convierta en una epidemia o una emergencia.