"Los economistas de la comisión se darán cuenta de que esta regla, lejos de fomentar la formalización, va a inflar la informalidad".  (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Los economistas de la comisión se darán cuenta de que esta regla, lejos de fomentar la formalización, va a inflar la informalidad". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Piero Ghezzi Solís

En los últimos 25 años crecimos por encima de nuestro promedio histórico y mejor que el mundo: tanto cuando a este le iba bien como cuando le iba mal.

Esta vez es distinto. Este año creceremos menos que el promedio mundial (entre 2,0% y 2,5% vs. 3,5%), aunque los precios de los metales básicos aumentaron 30% desde setiembre. Nuestro crecimiento en abril (0,17%) fue el más bajo de los últimos años. La inversión privada y pública siguen cayendo (-5,6% y -16% en el primer trimestre). Como dijo Gianfranco Castagnola, hay “un estancamiento con sensación de recesión”.

Contribuyeron a esto factores coyunturales, principalmente el ajuste fiscal iniciado el último trimestre del 2016, así como los efectos de Lava Jato y los desastres naturales, pero es evidente que nuestro crecimiento potencial es bastante menor que el de hace algunos años. Nuestras debilidades fundamentales nos están pasando factura. Tenemos brechas sustanciales en los pilares del desarrollo (capacidad de innovar, capital humano, infraestructura y, fundamentalmente, institucionalidad). Nos costará volver a crecer a tasas altas.

El ministro Fernando Zavala tiene como reto principal reactivar la economía en el corto plazo, pero también ponerla en una senda de crecimiento sostenido. Lo importante es reactivar la inversión privada (80% del total). Pocos invertirán si el crecimiento es percibido como temporal, y menos aun en el entorno político actual.

¿Qué hacer? En este primer año, el Gobierno puso énfasis en el destrabe de grandes proyectos de inversión, la simplificación administrativa y la modernización del Estado. Hubo avances, pero se descuidó la gestión pública. Una norma no implementada adecuadamente no ayuda mucho.

No conviene condicionar la reactivación al destrabe de algunos grandes proyectos. No todos se concretarán y los que lo hagan demorarán algo y su impacto será progresivo. Tiene más sentido enfocarse en los cientos de pequeños y medianos proyectos de inversión pública paralizados. Los ministros deben trabajar más con sus ministerios y con los GORE, y no limitarse a transferirles recursos. Desde el MEF, con mejor infraestructura institucional que en la PCM, el ministro Zavala podrá monitorearlos.

Esto puede llevar el crecimiento a 3% o 3,5% en el 2018. Pero reactivar la economía sostenidamente requerirá sofisticar nuestras políticas públicas. No romperemos la “trampa de los ingresos medios” haciendo más de lo mismo. Como dice el Nobel Michael Spence, el mayor error que cometen los países es encontrar una receta que funciona y seguir utilizándola sin ajustes demasiado tiempo.

Posiblemente, la mejor manera de reactivar y a la vez sentar las bases para un crecimiento sostenido sea dinamizando la inversión privada con un enfoque sectorial. Ello ayudará empujando la demanda en el corto plazo y la oferta en el mediano y largo.

Para lograrlo es necesario ir más allá de políticas transversales e identificar y remover las barreras que limitan la productividad de todos los sectores. En algunos casos esas barreras son mala normativa o trabas burocráticas; en otros, pobre implementación. También, capital humano específico o infraestructura inadecuados para el sector, o falta de herramientas de innovación.

Casi siempre las barreras son específicas al sector. Los acuerdos fitosanitarios para la agroexportación, los problemas de madera ilegal, la inadecuada normativa para los restaurantes, etc., no se solucionarán con medidas transversales. Necesitan medidas específicas al sector. La colaboración público-privada para entender y resolver los problemas de manera transparente será fundamental.

De esto (y otras cosas) se trata la diversificación productiva, que el Gobierno inexplicablemente abandonó. La diversificación, además, cuesta poco. Ello importa ahora que nuestra situación fiscal se ha deteriorado. Recaudamos 4 puntos del PBI menos que en el 2012. Los déficits proyectados para el 2017 y el 2018, 3% y 3,5%, son insostenibles. Tarde o temprano, habrá un ajuste.

Nos faltan motores generadores de empleo y crecimiento. El ministro Zavala ha dicho que implementará medidas “fuera de la caja”. Es la actitud correcta. Ello debería implicar abandonar monstruos ideológicos y concentrarnos pragmáticamente en nuestras oportunidades.