Retos para la economía peruana al 2025

Juan José Marthans

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Un nuevo ciclo de riesgos y oportunidades

Mercedes Araoz

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Mercedes Araoz

Primero, en el 2025 debemos pasar del rebote del 2024 al . El entorno político no ayudará y lo más probable es que tienda a complicar más nuestro frente fiscal y la confianza para la inversión.

Segundo, el frente internacional podría comprometer una impredecible volatilidad acompañada por complicaciones geopolíticas que afectarían la cadena de suministro, afectando nuestra inflación y crecimiento. Tercero, en el 2024 el Perú denotó un crecimiento modesto, pero fue líder en la región con excepción de Argentina. Nadie menciona que el año previo experimentamos el segundo decrecimiento más alto.

Cuarto, el déficit de infraestructura es aún enorme. Los anuncios asociados a Chancay y otros megaproyectos son muy positivos, pero requerirán superar restricciones logísticas y de planeamiento. Quinto, la inversión no crece con anuncios de adjudicaciones. Permanentemente existen postergaciones debido a deficiencias en la elaboración de contratos, adendas, limitaciones en expedientes técnicos, y conflictos sociales y medioambientales.

Sexto, el impacto de la inversión pública se sobreestima. No somos capaces de ejecutarla en su totalidad, carece de calidad de gestión, y está comprometida con el clientelismo político y la corrupción. Su efectividad es limitada y parcial. Séptimo, sin los precios internacionales de minerales a favor el Perú no hubiera mostrado parte importante del 3% de crecimiento del 2024, así como saldos externos récords. Los bajos precios de ‘commodities’ agrícolas también ayudaron. Octavo, las fortalezas económicas (bajo nivel de endeudamiento público, altas reservas internacionales y estabilidad bancaria) son una herencia que debemos evitar perder. Se venden, equívocamente, como una novedad y logro de la actual gestión. Noveno, de validarse un escenario de calma política y sin sobresaltos internacionales, en el 2025 podríamos crecer alrededor de 3%; de no disponer de ellos, el crecimiento podría ser cero.

Décimo, una nueva clase política y una nueva visión empresarial deben surgir al amparo de reformas estructurales bien diseñadas. Sin gobernanza e institucionalidad todo podría ser efímero. El proceso electoral será determinante.

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