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Más allá de la extinción de la acción penal contra , y dado su rol central en la política peruana de los últimos 30 años, es muy importante que el país sepa la verdad en torno a su suicidio; cualquiera que ella fuese.

Solo 15 días después son ya abrumadores los indicios de que Alan García –contra lo que sostuvo en su carta póstuma y en todas sus declaraciones– tomó esa decisión no para evitar ser vejado en el marco de una “persecución política”, sino por saberse en una situación penalmente muy complicada, al descubrirse los pagos a Nava y .

La precisión de las informaciones del delator premiado, Jorge Barata, ha sido decisiva para acercarnos a conocer la verdad sobre esta trágica historia. Ahora, Atala se ha acogido a la confesión sincera, señalando que el dinero depositado en Andorra era para Alan García y que se lo fue entregando por armadas, en efectivo, a lo largo de los años. Lo que dice corrobora lo de Barata y, además, va en el sentido de la lógica: las coimas allí escondidas no podían ser para él. ¿Qué beneficios podría traer a Odebrecht sobornar al vicepresidente de Petro-Perú, entidad totalmente ajena a la toma de decisiones en ese ámbito?

Lo de Atala no lo hace ningún héroe, ya que su única motivación es pasar sus últimos años en la cárcel. No es otra cosa que otro confeso delincuente ayudando a que se conozca la verdad completa para beneficiarse.

Peor en el caso del hijo de Nava. ¿Puede haber algo más ruin que delatar a su padre luego de haber sido su cómplice, para ver si salva su pellejo? ¿Cómo queda judicialmente Nava padre, cuando su hijo desmiente su versión?

Puede ser verdad cuando se dice que una de las motivaciones de los fiscales para detener preliminarmente es la de conseguir que una parte de los comprometidos en los delitos se acobarde, ante su probable destino y aspire a ser colaborador eficaz. Más allá de algunas que han sido innecesarias y hasta abusivas, lo que hacen es usar una herramienta tremendamente eficaz que les da la ley contra el crimen organizado.

Descubiertos, o a punto de serlo, algunos optan por el sálvese quien pueda, antes de que otros los delaten a ellos o la información que disponen ya no sea necesaria. Ellos son de gran utilidad cuando hay un pacto de silencio de todos los miembros de una organización. De allí, los sistemas de protección que existen en otros países para asegurarse que, ni ellos ni sus familias, puedan sufrir un daño.

Todo esto lo he conocido con cierto detalle en la lucha contra el crimen organizado que asola las ciudades de nuestro país. Detenidos, sus miembros se declaran siempre inocentes; pero ante la evidencia, algunos de ellos terminan acogiéndose a la .

Fiscales y jueces deben lidiar con presuntos criminales, miembros de organizaciones que usan métodos sofisticados para ocultar sus delitos. Por ello, y para evitar que estén en desventaja, la ley les da herramientas adicionales. Una de ellas, la delación premiada o colaboración eficaz. A ella se acogen quienes confiesan su delito para luego señalar a otros de los coacusados. De hacerlo a satisfacción de los fiscales y luego de los jueces, siempre con los controles y candados que la ley exige, reciben beneficios proporcionales a la importancia de su colaboración.

Con lo sórdido que es todo esto, esta herramienta está probando ser también en el Perú muy eficaz.

CODAS: 1.- De la Comisión Lava Jato del Congreso, lo menos que se puede decir es que fue una gran pérdida de tiempo y dinero para el país. 2.- La voluntad política (en este caso, en la lucha contra la corrupción) se expresa en el presupuesto. El gobierno señala que está comprometido con ella, pero los fiscales del Caso Lava Jato y los de crimen organizado dicen que carecen de lo necesario para hacer su trabajo bien y rápido.
3.- Aun con lo anterior: ¿no hay ya suficientes evidencias como para llevar a juicio a Humala y a Villarán?