(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Daniela Meneses

En lo que toca a la representación femenina, el resultado de las elecciones fue decepcionante. De acuerdo con la información publicada hasta la fecha, 19 mujeres resultaron elegidas alcaldesas y ninguna ocupará el cargo de gobernadora regional. El número es bajo en términos absolutos (1% de los 1.897 cargos en disputa) y relativos (en las elecciones pasadas fueron elegidas 51 alcaldesas y una gobernadora regional).

Una barrera identificada en diversos países –tanto para las candidaturas como para las victorias– es el dinero. En una encuesta elaborada por la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OIDHR), de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, políticos de ambos sexos aseguraron que, para avanzar en sus carreras, obtener dinero era un reto aún más importante que ganar experiencia, tener capacidad de hablar en público o contar con apoyo de grupos locales o del partido. Y esto es más crucial donde el voto es preferencial y hay una alta personalización de la política, como en nuestro país.

El problema es que la experiencia internacional indica que muchas veces es más difícil para las mujeres obtener financiamiento. Un informe reciente del PNUD para Chile, por ejemplo, da cuenta de cómo en las elecciones del 2017, las candidatas recibieron menos aportes privados que los hombres. En el caso del Senado y del Congreso, la cifra promedio de las mujeres fue poco más de la mitad que la de los hombres.

Aunque, como sabemos los peruanos, existen excepciones a esta regla, en informes anteriores el PNUD ha atribuido las barreras al financiamiento a que las mujeres tienen menores nexos con las comunidades profesionales y de negocios que suelen suministrar fondos para las campañas. Idea Internacional agrega que las mujeres tienen menos bienes económicos propios y que su menor costumbre a recaudar dinero se erige como barrera psicológica.

En el Perú, Idea Internacional ha señalado que las mujeres tienen muchas veces menores recursos para la política. Aunque harían falta investigaciones más puntuales sobre el tema, la experiencia comparada y las diferencias económicas y laborales entre peruanas y peruanos apuntan en esa dirección. De acuerdo con el Global Gender Gap Report 2017, la participación de las mujeres en el mercado laboral (69,5%) era 16 puntos menor que la de los hombres. Según una encuesta de la SBS en el 2016, el porcentaje de mujeres con una cuenta de depósito en el sistema financiero (36%) era diez puntos menor que el de los hombres.

En las últimas semanas, la discusión por la presencia de mujeres en la política ha estado centrada en el tema de las cuotas legislativas impulsadas por el presidente Vizcarra. Pero hay otras formas de emparejar la cancha que no pasan por modificaciones legales.

En algunos países se han formado grupos de apoyo financiero a las mujeres. Uno de los más conocidos, Emily’s List (Early Money is Like Yeast, el dinero temprano es como la levadura), fue fundado en 1985 y ayuda a candidatas demócratas con orientación, una donación y presentándolas a su red de donantes.

La OIDHR ha creado además una guía de buenas prácticas para que los propios partidos ayuden a las mujeres a financiarse. Las medidas posibles incluyen capacitar a las mujeres en maneras de obtener recursos; otorgarles acceso privilegiado a la lista de donantes o a personas especialmente dispuestas a donar a mujeres; y organizar eventos especiales de recolección de fondos.

Entiendo que todo lo que digo puede sonar alejado de nuestra realidad. ¿Acaso creemos que nuestros debilísimos partidos, que muchas veces no son más que cascarones, pueden hacer todo eso? ¿No hay cuestiones más importantes que resolver relacionadas con el financiamiento, como evitar que sea de fuente ilícita? Aunque el cuestionamiento es válido, no es suficiente para dejar de mencionar el problema adicional que representa para las mujeres el acceso a recursos y que mejores partidos podrían intentar solucionar. Solo así podemos entender los verdaderos costos de la crisis partidaria.