La mujer del César no solo debe ser honesta, sino además parecerlo. Nadine Heredia no parece serlo. Ni siquiera quiere parecerlo.
Gestionó, y logró, un nombramiento en la FAO, organismo internacional para la seguridad alimentaria. Lo hizo durante el proceso que afronta por lavado de activos, por el manejo de fondos de las campañas del 2006 y del 2011.
Su salida ha sido legal. Hubo pedido de impedimento de salida, pero viajó cuando este no se había renovado. Lo hizo apenas se abrió una ventana.
Ella tiene que firmar el cuaderno de control judicial. Pidió hacerlo en Ginebra. Dicho cuaderno permite que los procesados estén al alcance inmediato de la justicia. Ginebra está un poco lejos.
La señora Heredia ha conseguido trabajar en un país con mecanismos jurisdiccionales distintos y especiales. Ha conseguido, adicionalmente, hacerlo para un organismo internacional que otorga inmunidad a sus funcionarios.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) ha defendido la designación de Heredia. Señala que no tuvo impedimentos y que cumplió con los requisitos.
Heredia será directora de la Oficina de Enlace de la FAO en Ginebra. Reemplaza a Xiangjun Yao, licenciada en Ingeniería Agrícola y con una maestría en Administración Pública. Ha sido directora de Energía y Protección Ambiental de la Academia China de Ingeniería Agrícola y directora general adjunta del Centro de Servicio de Cooperación Internacional en el Ministerio de Agricultura de su país.
Nadine Heredia ha sido primera dama, es comunicadora, tiene un diploma en planificación y gestión de proyectos y una maestría en sociología. Tiene papeles.
La experiencia laboral de Heredia es llamativa. Fue colaboradora de una publicación venezolana, que le pagaba 5 mil dólares por colaboración. La publicación tenía ventas muy escasas.
La ex primera dama hizo estudios de márketing para Centros Capilares, que nunca funcionó. Cobró 90 mil dólares en total.
Fue dueña de Todo Graph, una imprenta que perteneció a Martín Belaunde Lossio, actualmente en prisión. Hizo unos estudios sobre palma aceitera para el padre del mismo, lo que tampoco funcionó. Cobró más de 17 mil dólares.
Los contratos con estos negocios de Belaunde Lossio eran simulados, según el interno del penal de Piedras Gordas.
La FAO, como se ve, se ha anotado un porotazo. Ha conseguido que trabaje para ellos un “cuadro” decisivo en la lucha contra la hambruna a nivel mundial.
La FAO considera importante esta contratación. A tal punto, que no hará caso a la invocación de la cancillería peruana de dejar sin efecto el nombramiento. A tal punto, que estará dispuesta a insistir, eventualmente, en la inmunidad de Heredia.
La FAO es miembro de una convención sobre inmunidades. Tiene “el deber de renunciar a la inmunidad de sus representantes en todos los casos en que, a su juicio, la inmunidad impediría el curso de la justicia y en el que se pueda renunciar a ella sin perjudicar a la finalidad para la cual se otorga la inmunidad”. (sec. 16, Conv.)
Quitar la inmunidad lo hace “a su juicio”. “Impedir el curso de la justicia” es interpretable. Puede decir que firmar el cuaderno en Ginebra facilita la justicia. Y, además, puede considerar que los requerimientos del proceso perjudican los viajes que tenga que hacer Heredia como funcionaria.
Nadine Heredia sabía que su partida desataría un terremoto procesal, político e internacional. No le importó. No le importó, tampoco, no parecer la honesta mujer del César.
A la FAO tampoco le importa mucho lo que pase en el Perú. Optó por una elección política y defiende a una persona encausada por lavado de activos.
No se trata de la presunción de inocencia. Se trata de la actitud. ¿Qué digo cuando me voy del país sin terminar mi proceso? ¿Qué dice la FAO al designar a personas que no han terminado sus procesos?
“No me importa parecer deshonesto” parece ser el lema de los personajes de esta historia.