Y le dimos vuelta, por Fernando Cáceres

En marzo del 2016, Luis Advíncula fue captado en la discoteca Resident en Punta Negra a pocos días del partido contra Venezuela en Lima. Automáticamente dejó de ser llamado a la selección. Meses después, Juan Carlos Oblitas confirmaría que la razón fue esa indisciplina. “Resquebrajé esa confianza”, reconoció Advíncula… pero tuvieron que pasar siete meses para que Ricardo Gareca le diera una nueva oportunidad.

En el caso de Jefferson Farfán, una serie de casos de indisciplina, la exposición de escándalos de su vida privada y varias lesiones también terminaron alejándolo de la selección por 1 año y 5 meses (entre el partido contra Venezuela en marzo del 2016 y el partido contra Bolivia en agosto del 2017). Farfán volvió a ser llamado cuando ganó continuidad en su equipo (Lokomotiv en Rusia) y se le pasó el mareo de fama y dinero.

Gareca es de los que cuidan la intimidad del equipo, para evitar que se generen titulares que afecten el entorno en el que trabaja la selección. Pero en la interna, apuesta por el respeto mutuo, entre jugador y cuerpo técnico, como condición necesaria para integrar un mismo proyecto. Y cuando las reglas básicas de convivencia no se cumplen, no duda en poner mano firme. Una actitud del actual comando técnico que contrasta con aquella de Sergio Markarián que, por ejemplo, perdonó las indisciplinas de Farfán en el 2011.

Pero el mérito de la dirección deportiva y comando técnico de esta selección no se queda en establecer reglas básicas de convivencia y manejar bien el entorno. Tuvieron la visión, usando como base la evidencia, de permitir el ingreso de nuevos jugadores, “jubilando”, contra el grito de muchos, a varios líderes que no resultaban positivos para el grupo. Esto permitió que nuevos talentos –más jóvenes pero con mayor autoestima– asumieran un rol protagónico.

De hecho, en marzo del 2015, el preparador físico de la selección, Néstor Bonillo, solicitó a la FPF adquirir un software que permitiera elaborar estadísticas sobre los movimientos y rendimiento de los jugadores en torneos nacionales e internacionales. Los resultados se usaron para definir la lista de nuevos convocados sobre una base de 50 jugadores que ya están mapeados; siendo el caso de Miguel Trauco emblemático, pues nadie esperaba su convocatoria. Además, a esta tecnología se debe el que Paolo Guerrero patee los tiros libres desde la derecha, y el que Yoshimar Yotún o Miguel Trauco ejecuten los lanzamientos de larga distancia.

Sin embargo, las reglas básicas de conducta, el buen manejo del entorno y la tecnología no podrían haber dado los insumos necesarios para que Gareca los convierta en fútbol, sin un acompañamiento psicológico que ayude al cuerpo técnico a trabajar sobre la confianza y autoestima de los jugadores, algo ausente en los procesos anteriores. El psicólogo está encargado de identificar problemas y dar terapia a los jugadores que lo necesiten, pero también debe influir sobre la mentalidad del grupo. Así, Marcelo Márquez, psicólogo de la selección, explica que, cuando van a enfrentar nuevos desafíos, buscan desterrar de la mente de los jugadores ciertas palabras y se concentran en otras. Dice, por ejemplo, que cuando cambian el escenario en el que tienen que jugar, no hablan de presiones sino de cómo manejar una situación nueva a enfrentar como grupo.

Según el economista Hugo Ñopo y el periodista Jaime Cordero (2018), si a un equipo le meten el primer gol del partido, solo tiene 30% de posibilidades de no perder ese encuentro, y 10% de probabilidades de ganarlo. Este equipo peruano le dio vuelta al partido contra Ecuador en las Eliminatorias, también contra Paraguay y contra Uruguay… y al de la propia FIFA con nuestro capitán. Ahora toca darles la vuelta a otros partidos que estamos jugando en el país.