La verdad, confieso que en un momento le temí –y mucho– a Villarán. No me esperaba esa victoria de la vieja izquierda –hábilmente camuflada como moderada, con esta pitucona señorona blanca por delante, y con los dementes radicales antimineros de Tierra y Dignidad, los castristas de JDC y la maoísta Patria Roja por detrás– en Lima frente a la tan inútil Lourdes Flores. Meses después el triunfo de Humala acrecentaría aun más mis temores de que todo lo tan trabajosamente avanzado desde 1992 –cuando se desmontó el izquierdista y empobrecedor modelo económico velasquista, instaurado desde 1968– se iba a ir por la borda, y el Perú podría volver al desmanejo económico, al populismo demagógico, al estatismo despilfarrador y a todas esas estupideces socialistoides que arruinaron por décadas al país y tanto perjudicaron directamente a mi generación y a las anteriores con inflación, desempleo, emigración, desesperanza...
Temía que Villarán hiciese una gestión demagógicamente atractiva, lo suficiente como para que la izquierda fabrique uno de sus mitos con ese poquito de aire, tal como lo hizo con Barrantes, que hasta ahora estos falazmente repiten que fue un buen alcalde y que en realidad no hizo nada más en su intrascendente gestión que relanzar un programa de Vaso de Leche, que hacía tiempo ya existía con otro nombre.
En mis pesadillas de thatcheriano/beltranista y de víctima de los 70 y 80, Villarán podía convertirse en la Barrantes de nuestra época, resucitando al rojerío y desplazando de los sectores C/D y E a los pragmáticos populistas de derecha, como el fujimorismo, el andradismo y el castañedismo, que se habían implantado sólidamente allí.
Felizmente, en perspectiva, lo mejor que pudo haber pasado fue que Villarán haya ganado. Su pésima gestión no solo ha demolido en Lima a la izquierda de su generación, sino también a toda la nueva hornada: Glave, ‘Pasmarote’ Zegarra, el bachiller Rey, los calichines rojos.
A la izquierda le va a ser muy difícil borrar de la mente de los capitalinos el recuerdo de esta administración edilicia tan mala, donde también perdieron ese falso autorreferente de ser la moralidad del país, con esa alianza con Perú Posible, que los manchó con la defensa de la tan polémica Pilar Freitas y de la mansión de Toledo, además de ese tan feo lío propio en la Caja Metropolitana.
Incluso Villarán está en riesgo no solo de quedar tercera, sino hasta cuarta si Cornejo logra dispararse. Hasta me tienta votar por Heresi o el aprista para colaborar a este hundimiento de una zurda, que sin Favre ha acabado tan patética que Melcochita es su portavoz, Mónica Sánchez su telefonista y el clandestino canal de Belmont su encuestador…
¡Gracias, Villarán, por pulverizar así a la izquierda! ¡Nadie lo habría hecho mejor! ¡Este adversario thatcheriano te lo agradece! ¡De verdad!